UNO DE NUESTROS MAYORES
LOGROS A NIVEL PERSONAL ES ALCANZAR EN UN MOMENTO DADO LA TOTAL AUTONOMÍA
EMOCIONAL. ES ESE INSTANTE EN QUE NOS RESPONSABILIZAMOS POR COMPLETO DE
NOSOTROS MISMOS SIN DEPENDENCIAS TÓXICAS, SIN NECESIDAD DE SER VALIDADOS POR
NADIE PARA PODER VIVIR Y TRABAJAR CON DIGNIDAD Y APLOMO POR LO QUE
QUEREMOS Y MERECEMOS.
LA AUTONOMÍA EMOCIONAL ES
ESA ASPIRACIÓN EN MATERIA DE CRECIMIENTO PERSONAL QUE NO TODOS LOGRAN ALCANZAR
CON AUTENTICIDAD.
Esta autonomía, definida
siempre como la capacidad de tomar decisiones de acuerdo a la
propia voluntad, tiene varios muros, altas alambradas y todo un ejército
de aguerridos enemigos. Las presiones externas y nuestros saboteadores internos coartan
la mayor parte del tiempo este objetivo.
“SI NO ERES CAPAZ DE
AMARME COMO MEREZCO, ENTONCES VETE. ALGUIEN HABRÁ QUE SEA CAPAZ DE DISFRUTAR DE
LO QUE YO SOY” -Walter Riso-
Este constructo psicológico
vertebra, en realidad, muchas dinámicas cotidianas que nos pueden ser más o
menos familiares. Todo padre, toda madre, por ejemplo, intenta propiciar
en sus hijos una adecuada autonomía emocional. Un saber hacer con el
que puedan sentirse mucho más competentes a la hora de pensar, de sentir y
clarificar objetivos sabiendo asumir las consecuencias de los mismos.
Por su parte, existe
mucha bibliografía al respecto de la dependencia emocional y de esas
relaciones donde alguno de los dos miembros ejerce el poder, mientras el otro,
asume y calla por miedo, por un amor ciego o incluso por la presión de una
cultura determinada. La otra cara de la moneda es, por tanto, un aspecto del
que no se habla tanto como se debería en muchos de nuestros manuales de
autoayuda: LA AUTONOMÍA EMOCIONAL.
Las invisibles redes del
control y la dominación, es algo muy habitual en nuestro día a día. Algo en lo
que deberíamos empezar a reflexionar es en el hecho de que LAS
PERSONAS QUE NO SABEN CONTROLARSE A SÍ MISMAS SON LAS QUE MÁS EJERCEN LA
DOMINACIÓN SOBRE LOS DEMÁS.
Hablamos sin duda de esas
personas que carecen de una auténtica madurez emocional y que, a su vez,
necesitan controlar a quien más quieren para así, reforzar su propia autoestima y
validar su poder.
Tal y como señalábamos al
inicio, es muy complejo salir de estas dinámicas. En especial, porque casi
siempre existe un ancla soterrada que nos impide movernos de ese terreno
habitado por la dependencia hacia ciertas figuras de poder: padres, madres, parejas… LAS
REDES DE CONTROL Y DOMINACIÓN SON LAS MÁS DELICADAS Y LAS MÁS RESISTENTES, porque
se alimentan del amor más tormentoso que existe: nos referimos a ese amor que
nos quita el oxígeno, la vida, la luz.
La vida, por sí misma, no
siempre nos permite disfrutar de una total y absoluta autonomía personal. Sin
embargo, LO QUE SÍ TENEMOS A NUESTRO FAVOR ES LA CAPACIDAD DE PODER DE
DECIDIR. Es ahí donde la autonomía emocional adquiere su máxima
relevancia. En el momento en el que logremos desarrollar una adecuada claridad
mental para recuperar la voz y la dignidad, seremos capaces de decir qué
queremos, cuándo lo queremos, qué no queremos y a quién no queremos en nuestra
vida. Nos alzarnos, por tanto, como nuestras propias e indiscutibles
referencias de poder.
PARA LOGRAR NUESTRA
AUTONOMÍA EMOCIONAL, DEBEMOS MOSTRARNOS LÓGICAMENTE COMO HÁBILES ESTRATEGAS EN
AUTONOMÍA EMOCIONAL, LO CUAL IMPLICA DOMINAR ANTE TODO ESO QUE DEFINIMOS COMO
AUTOEFICACIA.
DEBEMOS DESARROLLAR UNA
IDENTIDAD FUERTE QUE VELE POR NUESTRA INTEGRIDAD, QUE SEPA TOMAR DECISIONES RESPONSABILIZÁNDOSE
DE LAS CONSECUENCIAS Y QUE, A SU VEZ, NOS APORTE UNA ACTITUD POSITIVA ANTE
LA VIDA, SIN OLVIDARNOS QUE DEBEMOS TAMBIÉN HACER UN VIAJE MUY PARTICULAR UN
VIAJE A NUESTRO INTERIOR PARA SER CONSCIENTES DE TODO NUESTRO CONOCIMIENTO Y LLEVARLO
A LA PRÁCTICA.
REFLEXIÓN FINAL
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