LA EDUCACIÓN ES EL ARTE DE PREPARAR AL SER HUMANO PARA LA VIDA SOCIAL Y EN ELLO
INTERVIENE UNA SÍNTESIS DE ELEMENTOS AFECTIVOS, INTELECTUALES Y EXPERIENCIAS.
La familia constituye la primera
experiencia donde se van amalgamando las tendencias naturales del espíritu,
fruto de su trayectoria evolutiva, y los procesos relacionados con el
aprendizaje, la educación y las condiciones afectivas del entorno, determinando
una experiencia única para cada ser.
Durante el proceso de maduración del
individuo se van conformando los rasgos de su personalidad donde hábitos,
conductas y comportamientos se afianzan con el transcurrir del tiempo.
La realidad familiar (urgencias
económicas, disgregación, incomunicación, etc.) y posteriormente la social, hoy
magnificada por el poder de los medios de comunicación con una amplia carga de
mensajes, no siempre contribuyen en la importante tarea de la formación
integral del ser humano, aquella que se sustenta en valores morales y
culturales. El desconcierto no sólo toca a la juventud que a menudo busca su
espacio con angustia o evasión, sino también a vastos sectores de la sociedad
que canalizan sus insatisfacciones con intolerancia y violencia.
Ni siquiera la escuela, que
tradicionalmente ha ejercido un liderazgo en la formación del joven, puede
hacer frente hoy a una sociedad que la desautoriza a cada instante.
Si la sociedad deshace prolijamente lo que pretende que la escuela construya,
no puede esperarse que la educación represente una herramienta de formación.
La tarea del padre y del maestro debe
confrontar con otros canales pedagógicos posiblemente más efectivos ligados al
entorno social con mensajes y actitudes que privilegian la superficialidad y el
poder adquisitivo como fin en sí mismo, subestimando el esfuerzo para el logro
de objetivos y la integridad para la consecución de los mismos.
Si bien es cierto que los recambios
generacionales renuevan el enfoque de la realidad de la mano de nuevas
tecnologías y conocimientos, lo cual siempre es auspicioso, es importante tener
claro estas alternativas, cuáles son los pilares sobre los que se sustenta una
sociedad que evolucione correctamente: el trabajo, la responsabilidad, la
tolerancia, la solidaridad, la justicia.
VARIAS SON LAS PREGUNTAS QUE DEBEMOS HACERNOS
1.- ¿Estamos como padres, docentes, dirigentes o ciudadanos, señalando el
camino adecuado a las nuevas generaciones para el cambio o estamos convalidando
esta carrera desenfrenada por pertenecer a un sistema cada vez más excluyente?
2.- ¿Contribuimos a su felicidad
dándole las herramientas para construir su futuro, con autonomía y
responsabilidad o los estamos dejando a la intemperie, vulnerables a las
contingencias de la existencia?
3.- ¿Prevalece la idea excluyente de la
educación como un medio de aumentar los ingresos económicos o como una
oportunidad de expansión mental para lograr seres pensantes, libres,
reflexivos?
Si bien existe la idea confusa sobre la
crisis de la enseñanza donde seguramente pueden existir carencias, tal vez la
raíz del problema se aloje en nuestra propia casa.
Quizás los jóvenes sean muy buenos
alumnos tomando el mensaje implícito que le damos con el ejemplo, aprendiendo
de nuestros hábitos, reacciones, conductas, en fin, de nuestra propia vida.
LOS JÓVENES PUEDEN LEER EL MUNDO EN EL
QUE LES TOCA VIVIR Y DETECTAR LA INCOHERENCIA ENTRE LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA,
ENTRE LA REALIDAD Y LA HIPOCRESÍA.
Si realmente estamos convencidos de
revertir esta situación debemos comenzar por reflexionar acerca de nuestros
propios valores y cómo los llevamos a la práctica, evitando el doble mensaje.
EL VALOR DEL EJEMPLO SIEMPRE TENDRÁ UN
EFECTO DE MAYOR ALCANCE PUES REQUIERE FIRMEZA EN NUESTRAS CONVICCIONES. NO SÓLO
SE TRATA DE DECIR SINO TAMBIÉN DE HACER LO QUE PENSAMOS.
Constituye una importante herramienta
de presión social, un verdadero factor de cambio en cualquier área donde nos
movamos.
PERO QUIENES MÁS LO NECESITAN SON
NUESTROS PROPIOS HIJOS. ELLOS NOS OBSERVAN Y SOMOS SU REFERENCIA. EL AMOR, LA
COMPRENSIÓN, EL DIÁLOGO FRECUENTE, EL TRABAJAR CON ELLOS EN EL ANÁLISIS DE LA
REALIDAD DEL MUNDO Y DE LA QUE CADA UNO DEBE VIVIR, ES UNA HERMOSA OPORTUNIDAD
PARA FOMENTAR EL PENSAMIENTO REFLEXIVO, EL OPTIMISMO Y LA CONFIANZA EN EL
FUTURO, CANALIZANDO LAS FUERZAS NATURALES DE LA JUVENTUD HACIA METAS QUE
FOMENTEN EL BIENESTAR INTERIOR, LA CONFIANZA EN SÍ MISMO, EL TRABAJO NECESARIO
PARA CONSEGUIR LA VIDA QUE DESEEN.
EN TODOS NUESTROS PASOS, SIEMPRE SERÁ EL EJEMPLO EL QUE DEJARÁ EL RASTRO IMBORRABLE,
DANDO COMO RESULTADO UNA ENSEÑANZA QUE PERDURARA EN EL TIEMPO.
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