La emoción como comunicación.
Para Keith Oatley, doctor en psicología y bioingeniería, la emoción es básicamente comunicación.
Podemos clasificar las emociones dependiendo de su lugar de creación en el espectro de la radiofrecuencia. Las emociones que se crean por debajo de los 26 Hz son emociones genuinas o facilitadoras, ya que nos ayudan a dirigirnos en el mundo en convergencia con nuestros ideales y de manera ética y valiosa.
Por el contrario, las que se generan por encima de esta frecuencia son emociones instintivas, pasionales, reactivas e inhibidoras nos dificulta la negociación entre nuestros valores y el contexto y nos provocan reacciones que nada tienen que ver con nuestros verdaderos ideales dejando una sensación de insatisfacción permanente
Cuando se generan muchas o algunas de estas pseudoemociones en un lapso de tiempo determinado facilitan estados alterados de ánimo, provocan sentimientos también alterados y cuadros de inestabilidad emocional de carácter permanente que desatan las pasiones y los instintos y que inhiben la creación de emociones genuinas y de sentimientos que nos faciliten la acción de tomar contacto con nuestras verdaderas emociones y por tanto con nuestras necesidades y nuestros valores.
Cuando permanecemos en frecuencias de más de 26 Hz empezamos a perder el “control” de nuestros pensamientos, se dificulta enormemente la creación de emociones genuinas y puede ocurrir que casi “cualquier cosa” nos pueda llevar a perder el control de nuestros actos. Como se mantenga en el tiempo aparecerán síndromes y enfermedades como las enfermedades psicosomáticas y conductas impulsivas (que darán lugar a nuevos problemas), además de cambios en el ADN.
Cuanto más permanezcamos en este espectro de la radiofrecuencia es más fácil que se fortalezca, permanezca estable y sea resistente al cambio, a lo que ayudarán las conductas de evitación en el caso de que la persona sienta miedo y la sensación momentánea e ilusoria de control en el caso del odio y de poder en el caso de la ira.
Fundamentalmente nos cuesta salir de ahí cuando se crea un estado de desesperanza e indefensión permanente y/o cuando nuestro entorno nos dificulta salir de ese estado o no nos deja ser conscientes de esa necesidad.
Estados agudos de desesperanza e inestabilidad emocional nos pueden hacer perder la responsabilidad de nuestros actos y asumir conductas que pueden atentar con nuestra integridad física y psíquica.
En estos estados somos esclavos de nuestras emociones y no decidimos con libertad y responsabilidad (capacidad de responder con habilidad), ya que el potencial adecuado para desarrollar esa capacidad está “inhibido”.
Desplegar la responsabilidad es el resultado de estar en contacto con nuestras verdaderas emociones y llegar al sentimiento que nos permita descubrir nuestras verdaderas necesidades, en tanto en cuanto nos dirigimos según nuestros genuinos valores
Las condiciones adecuadas para conseguirlo se despliegan cuando funcionamos en frecuencias adecuadas en las que sí se pueden generar y se generan la emoción verdadera y el pensamiento, la imagen o la sensación, que nos capacite para asumir esa responsabilidad dándonos cuenta de nuestras necesidades reales. Podemos conseguir esas condiciones mediante la reflexión atenta y la clarificación de nuestros valores.
Como seres humanos, tenemos la capacidad de ser libres y responsables en cualquier entorno o situación, aunque habrá “espacios” que faciliten desarrollar esos derechos y necesidades. No es igual vivir rodeado de adobe que de metal, no es lo mismo vivir en una sociedad en las que sus “directores” detentan el poder mediante el control de los ciudadanos enviando mensajes de miedo y odio, que aquellas que se desarrollen mediante la educación, los valores, el respeto y servicio a los demás y a las propias necesidades genuinas, que dará lugar a una sociedad libre y responsable.
Entornos donde las frecuencias sean naturales (las de la naturaleza) van a ser capacitadores, canalizadores y convergentes (entornos libres).
Entornos donde haya emisiones de radiofrecuencia inadecuadas van a inhibir la capacidad de negociación y, en último extremo, la toma de decisiones en libertad. No es lo mismo vivir en la naturaleza que al lado de unas torres eléctricas.
Según el tipo de actividad o tarea que desarrollemos vamos a encontrar que es adecuado funcionar en un espectro de la Radiofrecuencia o en otro.
Podemos influir en la generación de emociones a través de la Radiofrecuencia mediante la música por ejemplo y facilitar estados que tiendan hacia la evolución, cooperación y servicio a los demás y la toma de responsabilidad para con nuestros valores e ideales.
T
ambién se puede intentar influir en el sentido negativo. La mayoría estamos casi continuamente expuestos a ellos. Los entornos en los que estén presentes de manera predominante frecuencias superiores a los 26 Hz., van a facilitar sistemas y estados en los que predomine el caos (no amor), la ira y el odio.
Desde el amor (no caos) podemos reorganizar o cambiar cualquier sistema o estado. La capacidad que tengamos para responder con habilidad a esa necesidad o lo que genuinamente creamos que es valioso hacer en cada momento viene determinado en buena medida por la toma de conciencia y el impulso hacia la acción consciente y esa es la base de la responsabilidad.
El sentimiento desesperanza y de indefensión inhibe esa toma de conciencia y el impulso, así como facilita la reaparición de estados de ánimo asociados al odio, el miedo y la ira que además facilitan la puesta en marcha de conductas fuertemente irracionales y el desarrollo de rasgos de personalidad evitativos, temerosos o paranoicos en la personalidad del individuo o del sistema.
Cuando eso ocurre el individuo queda condicionado por su entorno siendo vulnerable a su manipulación por influencias externas.
Los entornos organizados se crean, principalmente, desde el interior y desde el amor, mediante la asunción de la responsabilidad personal en la toma de decisiones. En ellos la información fluye y el “ser” se expande hacia el servicio a los demás. Las imperfecciones o fallos que pueda tener el sistema son aceptados y tolerados como oportunidades para ejercitar la propia responsabilidad, mejorar la arquitectura del sistema, el flujo de información y dirigir la reorganización constante (evolución auto dirigida).
Esa capacidad interior la tenemos todos y es algo que conviene ejercitar. Ningún sistema por pernicioso que sea ha podido privarnos de ese potencial como seres humanos, (aunque muchos parezcan dirigidos a ello) porque es algo que jamás nos podrán quitar.
Resulta muy estimulante y esperanzador observar y sentir que cada vez más personas, desde diferentes ámbitos (científico, social, espiritual, empresarial…) están asumiendo esa responsabilidad desde el amor, la conciencia y el servicio al otro y que perciben la insatisfacción general como una necesidad de mejorar las cosas y de trascender.
Cada uno de nosotros tiene la capacidad para comunicarse desde el interior con sus verdaderas emociones y necesidades y a partir de ahí, descubrir su propia dirección valiosa, que le muestre el propósito de su existencia, y responder con habilidad a sus necesidades y valores más profundos, para así trascender.
A PARTIR DE LA MEDITACIÓN Y REFLEXIÓN ATENTA, DESDE EL CORAZÓN Y MEDIANTE LA COOPERACIÓN Y EL SERVICIO A LOS DEMÁS, DESCUBRIMOS ESE POTENCIAL QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO.
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