"El químico capaz de extraer de un corazón esos elementos llamados compasión, respeto, deseo, paciencia, arrepentimiento, sorpresa y perdón y de combinarlos entre sí, habrá creado ese átomo que se llama amor". Khalil Gibrán
Uno de los objetivos trascendentes del ser humano, es la conquista del amor en todas sus manifestaciones posibles.
Transitar este camino, implica una tarea lenta y progresiva de autoanálisis de nuestras conductas, pensamientos y sentimientos que se impregnan en nuestros actos, en nuestras palabras y en nuestros gestos.
La facultad de amar está latente en todos y en cada uno de los seres humanos que conscientes o no del proceso evolutivo, tienen la posibilidad divina de la vida, de gozarla, aprovecharla como fuente riquísima de aprendizajes y agradecer a la energía creadora, esa oportunidad.
El amor implica la lucha por lo que comprendemos que es el bien y la verdad, pero con un sentimiento sereno, tranquilo, que no enturbie de violencia y agresión nuestro proceder.
Amar es comprender las debilidades de los otros y en la medida de cada uno colaborar, con sentimiento solidario, para ayudarlo en su vida, respetando sus decisiones y determinaciones.
Amar es también reconocer las propias imperfecciones, el sabernos débiles para determinadas cosas, pero con humildad, poder pedir ayuda y agradecerla. De solidarios eslabones se compone la cadena evolutiva del progreso y en ellos, todos participamos, en mayor o menor medida, confraternizándonos unos con otros.
En la sencillez de cada acto podemos, sin duda, demostrar nuestro amor hacia los todos seres humanos, con un abrazo, una caricia, una sonrisa, un consejo de corazón, con el silencio o la palabra oportuna, con una mano tendida, con el no juzgamiento y con la comprensión de los errores, no para criticarlos y sí para identificarlos y aportar soluciones hasta donde cada uno pueda.
El dar amor y demostrarlo sinceramente, implica la puesta en funcionamiento de fuerzas impulsivas con los propósitos de hacer el bien y constituye una fuerza también, para la lucha cotidiana. Por ello creemos importante, enseñar a los hijos a demostrar sinceramente el amor hacia sus padres, hermanos y familiares.
Es esta una lección de vida en la que el ejemplo de los mayores será el aval que dinamice la acción de los más pequeños.
Sin duda la mayor felicidad de muchos seres humanos, es la conquista de una familia unida por los lazos del amor y fraternidad, y esto debe generar la satisfacción interior de un logro superior y trascendente en la vida... Valorar esto, es importante en tiempos donde la confusión, la crisis social entre otras, perturba nuestros corazones y nuestras mentes.
La fuerza que genera la unión de la familia, el amor y el afecto entre todos sus componentes, no sólo en el núcleo familiar sino expandiéndolo a todos quienes nos rodean a nivel social, laboral, dará calor a nuestros sentimientos, tranquilidad a nuestras conciencias y fuerzas para las los problemas que en nuestro día a día tengamos que sobrellevar.
Vivir nuestra vida con amor y armonía implica propiciar en lo íntimo de cada ser, las condiciones necesarias para gozar de este estado.
Cada observación de la naturaleza nos lleva a sentir, seguramente, nuestro asombro por la perfecta relación y armonía que existe en ella.
Tal vez podamos cada uno de nosotros, emular un poco esta perfecta armonía, contagiarnos de ella y comprender que formamos parte de la naturaleza, no somos seres aislados somos parte de todo lo creado, y tenemos todas las condiciones, como una semilla, para que germine en el interior de caca uno de nosotros ese estado de armonía.
Si sentimos paz, si tenemos serenidad, podremos tener lucidez y unido a la voluntad, el amor y la tolerancia, podremos vivir en armonía con los demás seres: acompañándolos en sus dolores, no hiriendo sus sentimientos, propiciando la serenidad y la armonía como estilos o formas que hacen de la vida, una oportunidad de progreso más, útil y gratificante.
La existencia implica el desarrollo del amor y la armonía como elementos generadores de nuestra evolución y la de los demás, esto es lo que llenara de felicidad nuestro ser.
No podemos sufrir por lo que no somos, debemos ser felices con la visión Y el sentimiento de lo que podemos ser y sobre todo de lo que podemos hacer con todas nuestras potencialidades.
Uno de los objetivos trascendentes del ser humano, es la conquista del amor en todas sus manifestaciones posibles.
Transitar este camino, implica una tarea lenta y progresiva de autoanálisis de nuestras conductas, pensamientos y sentimientos que se impregnan en nuestros actos, en nuestras palabras y en nuestros gestos.
La facultad de amar está latente en todos y en cada uno de los seres humanos que conscientes o no del proceso evolutivo, tienen la posibilidad divina de la vida, de gozarla, aprovecharla como fuente riquísima de aprendizajes y agradecer a la energía creadora, esa oportunidad.
El amor implica la lucha por lo que comprendemos que es el bien y la verdad, pero con un sentimiento sereno, tranquilo, que no enturbie de violencia y agresión nuestro proceder.
Amar es comprender las debilidades de los otros y en la medida de cada uno colaborar, con sentimiento solidario, para ayudarlo en su vida, respetando sus decisiones y determinaciones.
Amar es también reconocer las propias imperfecciones, el sabernos débiles para determinadas cosas, pero con humildad, poder pedir ayuda y agradecerla. De solidarios eslabones se compone la cadena evolutiva del progreso y en ellos, todos participamos, en mayor o menor medida, confraternizándonos unos con otros.
En la sencillez de cada acto podemos, sin duda, demostrar nuestro amor hacia los todos seres humanos, con un abrazo, una caricia, una sonrisa, un consejo de corazón, con el silencio o la palabra oportuna, con una mano tendida, con el no juzgamiento y con la comprensión de los errores, no para criticarlos y sí para identificarlos y aportar soluciones hasta donde cada uno pueda.
El dar amor y demostrarlo sinceramente, implica la puesta en funcionamiento de fuerzas impulsivas con los propósitos de hacer el bien y constituye una fuerza también, para la lucha cotidiana. Por ello creemos importante, enseñar a los hijos a demostrar sinceramente el amor hacia sus padres, hermanos y familiares.
Es esta una lección de vida en la que el ejemplo de los mayores será el aval que dinamice la acción de los más pequeños.
Sin duda la mayor felicidad de muchos seres humanos, es la conquista de una familia unida por los lazos del amor y fraternidad, y esto debe generar la satisfacción interior de un logro superior y trascendente en la vida... Valorar esto, es importante en tiempos donde la confusión, la crisis social entre otras, perturba nuestros corazones y nuestras mentes.
La fuerza que genera la unión de la familia, el amor y el afecto entre todos sus componentes, no sólo en el núcleo familiar sino expandiéndolo a todos quienes nos rodean a nivel social, laboral, dará calor a nuestros sentimientos, tranquilidad a nuestras conciencias y fuerzas para las los problemas que en nuestro día a día tengamos que sobrellevar.
Vivir nuestra vida con amor y armonía implica propiciar en lo íntimo de cada ser, las condiciones necesarias para gozar de este estado.
Cada observación de la naturaleza nos lleva a sentir, seguramente, nuestro asombro por la perfecta relación y armonía que existe en ella.
Tal vez podamos cada uno de nosotros, emular un poco esta perfecta armonía, contagiarnos de ella y comprender que formamos parte de la naturaleza, no somos seres aislados somos parte de todo lo creado, y tenemos todas las condiciones, como una semilla, para que germine en el interior de caca uno de nosotros ese estado de armonía.
Si sentimos paz, si tenemos serenidad, podremos tener lucidez y unido a la voluntad, el amor y la tolerancia, podremos vivir en armonía con los demás seres: acompañándolos en sus dolores, no hiriendo sus sentimientos, propiciando la serenidad y la armonía como estilos o formas que hacen de la vida, una oportunidad de progreso más, útil y gratificante.
La existencia implica el desarrollo del amor y la armonía como elementos generadores de nuestra evolución y la de los demás, esto es lo que llenara de felicidad nuestro ser.
No podemos sufrir por lo que no somos, debemos ser felices con la visión Y el sentimiento de lo que podemos ser y sobre todo de lo que podemos hacer con todas nuestras potencialidades.
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