Cuenta la historia, que había un maestro que solo hablaba en contadas ocasiones. A veces daba alguna explicación sucinta e impartía alguna enseñanza, era conocido como el maestro del silencio.
Hablaba en silencio, de corazón a corazón, trasmitía con su mirada las imágenes del pensamiento. Pero había un alumno que lo menospreciaba y trataba en todo momento de inmiscuirle en discusiones espirituales al maestro del silencio.
Era un alumno que necesitaba elaborarlo todo a través del pensamiento. Confiaba plenamente en la mera comprensión intelectual, quería entenderlo todo a través de la lógica. Un día con cierto descaro, dijo:
** Maestro te pregunto pero no me respondes, no me das respuestas al misterio de la vida, ni del ser o no-ser, ni de la muerte, ni del sufrimiento, no entiendo tu negativa a no dar respuesta a mis preguntas.
El maestro guardo silencio, todos los asistentes entraron en él animo apacible del maestro, al finalizar la reunión de trabajo, el maestro le pidió al joven intelectual que se quedara. Le entrego una aguja y le dijo:
** Quiero que coloques una gota de agua en la punta de esa aguja
-- ¡ Imposible! Exclamo el alumno sorprendido.
** Más imposible es querer responder con el pensamiento a lo que siempre ha estado más allá del pensamiento. Cuélgate la aguja al cuello y, cuando te enredes en pensamientos metafísicos, recuerda: <<>>
El alumno se sintió avergonzado, pero el maestro lo tranquilizo
** No te sientas ridículo. Mi maestro me dio a mí esa aguja y yo la he llevado muchos años colgada en el pecho. Ahora es tuya.
El pensamiento correcto te puede llevar hasta un límite, pero para poder llegar a la comprensión de las cosas más allá, se debe desarrollar otro tipo de mente y otra forma de percepción.
Hablaba en silencio, de corazón a corazón, trasmitía con su mirada las imágenes del pensamiento. Pero había un alumno que lo menospreciaba y trataba en todo momento de inmiscuirle en discusiones espirituales al maestro del silencio.
Era un alumno que necesitaba elaborarlo todo a través del pensamiento. Confiaba plenamente en la mera comprensión intelectual, quería entenderlo todo a través de la lógica. Un día con cierto descaro, dijo:
** Maestro te pregunto pero no me respondes, no me das respuestas al misterio de la vida, ni del ser o no-ser, ni de la muerte, ni del sufrimiento, no entiendo tu negativa a no dar respuesta a mis preguntas.
El maestro guardo silencio, todos los asistentes entraron en él animo apacible del maestro, al finalizar la reunión de trabajo, el maestro le pidió al joven intelectual que se quedara. Le entrego una aguja y le dijo:
** Quiero que coloques una gota de agua en la punta de esa aguja
-- ¡ Imposible! Exclamo el alumno sorprendido.
** Más imposible es querer responder con el pensamiento a lo que siempre ha estado más allá del pensamiento. Cuélgate la aguja al cuello y, cuando te enredes en pensamientos metafísicos, recuerda: <<>>
El alumno se sintió avergonzado, pero el maestro lo tranquilizo
** No te sientas ridículo. Mi maestro me dio a mí esa aguja y yo la he llevado muchos años colgada en el pecho. Ahora es tuya.
El pensamiento correcto te puede llevar hasta un límite, pero para poder llegar a la comprensión de las cosas más allá, se debe desarrollar otro tipo de mente y otra forma de percepción.
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