Es algo muy natural en el
ser humano tener miedo a salir de su zona de confort, el ser humano también tiene
miedo a los cambios incluso si son para mejorar.
Por eso perdernos voluntariamente
en ocasiones, Es un momento muy duro. Sin embargo, en medio de esa
incertidumbre puedes encontrar caminos extraordinarios, puertas que se abren y
te ayudaran a ser más feliz en la vida.
El perderse voluntariamente
requiere estar abierto a la incertidumbre, a lo desconocido, a lo que queda
fuera de lo que es predecible y nos ofrece seguridad. Así, en este mundo tan
dominado por lo tecnológico, por Google, el GPS y los tutoriales de todo tipo,
nos hemos convertido en criaturas sobre informadas (y sobreprotegidas) que solo
ansían tenerlo todo bajo control.
¿Y qué problema hay? -dirán
muchos-. En realidad, más de uno. Escribimos nuestra vida en papel pautado,
procuramos que cada evento, decisión o cambio esté preparado de antemano. Programamos
nuestros viajes con sofisticadas aplicaciones y hasta creamos listas de tareas
que nos avisan con alarmas para recordarnos qué hacer en cada instante.
No nos agrada lo inesperado,
nos asusta lo desconocido y nos descoloca todo lo que se salta nuestros guiones
y previsiones. Nos hemos convertido en autómatas de la previsibilidad, y
eso no siempre es bueno. La incertidumbre no es un obstáculo, puede ser una
fuente para la vida. El mejor camino para la inspiración y el
autodescubrimiento.
A veces, para
reencontrarnos, vale la pena perdernos, abrir una puerta a lo inesperado.
Cuando nos sentimos
perdidos estamos más aferrados que nunca al presente, al aquí y ahora. Es
entonces cuando somos capaces de abrazar el misterio y la incertidumbre para
descubrir lo que nos rodea, y entonces tomar nuevas decisiones y nuevos
caminos.
Solo cuando estamos perdidos empezamos a mirar el mundo de otra forma más real. Es algo que los sabios de todos los tiempos nos han dicho….. perderse para encontrar nuestro auténtico camino
Todos hemos llegado a esos
momentos en que, de pronto, nos detenemos para hacernos una pregunta muy
concreta: “¿qué es estoy haciendo con mi vida?”. Sentirnos perdidos
es una de las experiencias más complicadas que podamos tener. No
sabemos si continuar por el mismo camino o dejarlo todo y empezar de nuevo.
Hacer borrón y cuenta nueva.
Esa sensación de
desconocimiento e incertidumbre tan abrumadora es una realidad que han
explorado múltiples filósofos simplemente por la estimulante experiencia de
deambular, perderse y abrazar lo desconocido.
“SOLO NOS ENCONTRAMOS A
NOSOTROS MISMOS CUANDO HEMOS TENIDO LA VALENTÍA DE PERDERNOS”
Lo creamos o no, existe vida
más allá de los márgenes cotidianos. El perderse implica atrevernos a ir más
allá de los márgenes que nos contienen cada día y explorar lo desconocido.
Abrazar lo extraño. Escapar por un día del camino seguro para adentrarnos en lo
imprevisto. Es en esos instantes en los que, al sentirnos verdaderamente
perdidos, se activa en nosotros el auténtico sentido de supervivencia.
En ese momento turbador nos
sentimos más aferrados al presente que nunca. Entonces, miramos a nuestro
alrededor con mayor perspectiva e interés para hacernos una pregunta
decisiva: ¿a dónde voy a partir de aquí?
Decía el filósofo Walter Benjamín “SOLO
CUANDO NOS PERDEMOS ESTAMOS LO BASTANTE SUMERGIDOS EN NOSOTROS MISMOS PARA
TOMAR DECISIONES CONSCIENTES”
El perderse voluntariamente para
aceptar la incertidumbre también nos invita a habitar en los márgenes de lo
incierto, porque es ahí donde acontece la auténtica vida y a menudo hallamos el
sentido de la vida al reflexionar, al descubrirnos y expandir la mente. Porque
mientras los demás prefieren posicionarse en el centro (y en lo previsible),
solo quien practica el arte de saber perderse, aprende a pensar por sí mismo. A
VECES, LOS MOMENTOS DE INCERTIDUMBRE NOS REVELAN GRANDES VERDADES.
“DEJA LA PUERTA
ABIERTA A LO DESCONOCIDO, LA PUERTA A LA OSCURIDAD. DE AHÍ ES DE DONDE VIENEN
LAS COSAS MÁS IMPORTANTES, DE DONDE TÚ MISMO VINISTE Y A DÓNDE IRÁS”. -Rebecca
Solnit-
A veces, vale la pena ir más
allá de lo que nos es conocido y cotidiano para de esa forma poder relativizar
ideas, metas, pensamientos… de hay viene la necesidad del ser humano de ir más
allá de nuestros espacios de seguridad
Perderse no es aventurarse
en un bosque sin brújula. No es escalar una montaña en soledad. Tampoco
aventurarse al océano en un arrebato de locura. El tomar la decisión de
perderse es sortear nuestros límites para saber qué hay más allá de nuestra
cotidianidad. Es dejar de obsesionarnos en querer tenerlo todo bajo control para
saber qué hay al otro lado de lo previsible.
Implica ser capaces de
abrirnos a lo incierto, lo novedoso, lo que estimula nuestra imaginación y nos
permite tener nuevas perspectivas. A veces, en esos instantes en que no sabemos
muy bien qué hacer con nuestra vida y nos asalta la sensación de estar
perdidos, es cuando suceden las cosas más importantes.
Nuestra existencia no está
escrita en ningún plan de ruta,. Vale la pena confiar en nuestros instintos y
aventurarnos, convertirnos en exploradores de lo incierto.
Recuerden “QUIEN NUNCA SE HA PERDIDO, AÚN NO HA EMPEZADO A VIVIR”.
REFLEXIÓN FINAL
** SÓLO NUESTRA IGNORANCIA HACE
QUE NOS DESENCANTEMOS, CUANDO NUESTRAS EXPECTATIVAS NO SE VEN SATISFECHAS,
LUEGO A MEDIDA QUE VAMOS EVOLUCIONANDO, SÓLO ESPERAMOS AQUELLO QUE SUCEDE.
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