miércoles, 20 de septiembre de 2017

LA CALIDAD Y CALIDEZ DE LAS RELACIONES


UNA DE LAS COSAS MÁS COMUNES QUE TIENEN TODOS LOS SERES HUMANOS DE HOY EN DÍA ES LA FALTA DE TIEMPO COMO RESULTADO DEL TREPIDANTE RITMO DE VIDA QUE LLEVAMOS. NECESITAMOS TENER UN TIEMPO DE CALIDAD PARA LO IMPORTANTE EN NUESTRA VIDA Y UN TIEMPO DE CALIDEZ EN NUESTRAS RELACIONES.

Tanto es así que todo lo vivimos como una carrera interminable en la que unas etapas se suceden a otras, sin descanso. El amanecer se da la mano con el ocaso y lo que hay en el medio apenas es un día en el que repetimos caminos, itinerarios, rutinas y acciones que pintan de monotonía el sucederse de nuestras horas.

Lo más curioso es que en ese transcurrir reiterado de lo que hacemos todos los días no nos ocupamos de extraer, para nosotros o nuestros seres más cercanos y queridos, UN TIEMPO DE CALIDAD.

No es tanto la dedicación a lo largo del cómputo del reloj como la intensidad de los momentos que podamos dedicarnos. A VECES, LA MAYORÍA, CONFUNDIMOS LA CANTIDAD CON LA CALIDAD Y NOS CONFORMAMOS CON MENOS DE LA SEGUNDA SI LA PRIMERA ES ABUNDANTE. Sin embargo, el resultado es lo que importa y no podemos pretender alcanzar logros importantes repitiendo siempre más de lo mismo.

Como todas las mañanas estaba tomando café cuando escuche a una persona de cierta edad hacer un comentario sobre la escasa dedicación de padres y madres a sus hijos hoy en día, y me hizo recordar una vieja idea que siempre mantuve conmigo mismo acerca de LA CALIDAD Y CALIDEZ DE LAS RELACIONES.

No podemos ni debemos cuantificar el tiempo de presencia en ellas como un factor que garantiza el éxito comunicativo entre los que nos rodean, ni el mayor o menor afecto que en ellas se de. No por estar más tiempo junto a una persona se da lo mejor de uno mismo.

Hemos de cuidar cada instante regalado al otro, cada porción de vida entregada en un instante, cada suspiro al aire por el que nos acompaña o cada caricia, escondida detrás de la prisa, no concedida. Hemos de vigilar la entrega de nuestra compañía y estar seguros de que cuando estamos junto a los que queremos, sean éstos hijos, pareja, amantes o amigos…lo hagamos intensamente, sin mirar ni importar el reloj, entendiendo siempre que hay instantes eternos que justifican toda una vida.

No por gastar horas ya muertas al lado de una obligación se convierte ésta en devoción. La pasión por compartir el tiempo sin acotaciones debe invadirnos cada vez que tengamos la oportunidad de vivir con intensidad cada segundo. No importa que sean pocos y si no, pensemos en cuánto daríamos por poder estar solo un momento con los que se han ido con parte de nuestra vida en sus manos.

NO ES CUESTIÓN DE TIEMPO EL ERROR QUE COMETEMOS AL ESTAR DISPERSOS EN TANTAS ACTIVIDADES. LA VERDADERA EQUIVOCACIÓN ESTÁ EN NO APROVECHAR AL MÁXIMO, CON TODO LA FUERZA DE NUESTRA INTENCIÓN Y TODO EL AMOR DE NUESTRO CORAZÓN, EL INSTANTE QUE SEA PARA PODER ESTAR AL LADO DE QUIENES MUEVEN LAS EMOCIONES MÁS ÍNTIMAS DE NUESTRO SER. 

NO NOS FALTA TIEMPO, SINO GANAS DE AMAR.



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