LA VIDA NOS PONE EN OCASIONES EN SITUACIONES LÍMITE, DONDE NO VEMOS LA SALIDA, NOS VENIMOS ABAJO Y COMETEMOS EL MAYOR DE LOS ERRORES VENDEMOS NUESTRA ALMA AL MEJOR POSTOR …….. O AL PEOR. NO IMPORTA CON TAL DE QUE ALGUIEN LA COMPRE, SE LA QUEDE Y NOS ACOMPAÑE.
La soledad es muy dura y nos arroja, con demasiada frecuencia, en brazos de quienes no deben poseernos. Pero estamos ciegos de necesidad y no vemos los abismos bajo nuestros pies.
Caminamos hacia delante, siempre erguidos, creyendo que la mano que se nos tiende es la única que está para tirar de nosotros y hacernos avanzar.
Imploramos que nos prendan con alfileres a su alma y desde allí, nos arrastramos siguiendo una sombra que nunca nos da luz. A veces, pasamos así mucho tiempo. Años enteros de nuestra vida implorando migajas de ternura que nunca llegan. Comiendo las sobras de otros y creyendo que es el único alimento del que somos merecedores.
Tal vez el problema radica ahí. En la creencia de lo que nos corresponde por derecho natural y lo que nos creemos merecer por historia vital. La baja autoestima, a la que se llega en la mayoría de las ocasiones, de la mano de otros, hace todo lo demás. Aparece una voz en el interior que se empeña en adoctrinarnos sobre lo que nos merecemos y lo que no, cuando realmente, lo que es para nosotros lo será por siempre, nadie nos lo quita simplemente nos negamos a recogerlo.
PORQUE EL MERECIMIENTO VIENE DE LA MANO DEL TRABAJO Y EL ESFUERZO PERSONAL Y EL MERECIMIENTO QUE RECIBAMOS ES CONSECUENCIA DEL MERECIMIENTO QUE HAYAMOS SEMBRADO, ES UNA LEY UNIVERSAL.
Solamente debemos abrir los ojos y mirarnos dentro. Puede que no nos hayamos portado de la mejor manera, puede que hayamos cometido errores y que estos hayan causado dolor a las personas, puede que hayamos sido egocéntricos, narcisistas y engreídos. Puede incluso, que nos sintamos despreciables por haber logrado, de manera poco legal, el bienestar y el rango del que disfrutamos a nivel social, puede que hayamos sido lo peor.
Pero basta con la intención comprometida de abandonar el antiguo camino y comenzar otra andadura.
Basta con que nos perdonemos a nosotros mismos y logremos reconciliarnos con nuestro juez, basta con que dejemos de sentirnos culpables y alcancemos la firme decisión de terminar con el mal tratador que llevamos dentro para que el milagro se produzca.
Un solo instante de arrepentimiento, de claridad en el juicio sumarísimo contra nosotros mismos para darnos cuenta de lo valiosos que somos…y nos entregaremos al arriesgado oficio diario de ser mejores y mejorar nuestro entorno.
ENTONCES, NOS SENTIREMOS TAMBIÉN MERECEDORES DEL CARIÑO QUE NOS FALTA O NOS FALTÓ EN SU MOMENTO Y NO TENDREMOS NECESIDAD DE VENGAR, NI VENGARNOS DE NADIE. SOLAMENTE SINTIENDO QUE MERECEMOS LO MEJOR, NOS LLEGARÁ LO MEJOR. NO LO DUDEN.
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