QUE
NADIE LLORE POR MÍ
Que
nadie de ustedes llore por mí,
Especialmente
ustedes, con los que yo he sonreído.
Ni
bajen la cabeza con absoluta pena,
No
estén de luto, como si el féretro indujera el olvido y
Ocultara
todo lo que hemos hecho juntos.
Lo
que hemos vivido.
Recuerden.
No
digan que he muerto, que esta es la muerte.
Digan
que he vivido, disfrutando cada aliento mortal.
Hemos
aprendido y trabajado y forjado.
Hemos
buscado lo que nuestras manos querían hacer.
En
la búsqueda para elevarnos a más nobles alturas.
Mi
vida fue bendita por haber vivido,
Mi
muerte fue santificada por haber dado.
La
vida para mí fue un desafío. Por eso fui feliz al haber vivido.
Aquellos
que amamos no se van:
Caminan
a nuestro lado todos los días.
No
son vistos, no son escuchados, pero siempre están cerca.
Se
les ama todavía, todavía se les echa de menos,
Todavía
son tan queridos.
En
la hermosa obra de Maeterlinck, El pájaro azul, los niños Tyltyl y Mytil parten
en busca del místico pájaro azul de la felicidad. Un hada les dice que en su
camino llegarán a la Tierra de la memoria, donde al girar el diamante mágico
del sombrero de Tyltyl verán a todos sus seres queridos que han partido— sus
abuelos, hermanos y hermanas. “¿PERO ¿CÓMO LOS VEREMOS SI ESTÁN MUERTOS?”,
PREGUNTA TYLTYL CON ASOMBRO. A LO QUE EL HADA SUAVEMENTE RESPONDE: “¿CÓMO
PUEDEN ESTAR MUERTOS CUANDO VIVEN EN TU MEMORIA?”.
Este
poder de la memoria para dar inmortalidad a los que amamos ha sido reconocido
con gratitud por dolientes de todos los tiempos. La muerte no nos puede robar
nuestro pasado. Los días y años que compartimos, las esperanzas y aventuras,
los pequeños actos de amor, las alegrías y las tristezas, forman parte de la
imborrable historia humana personal. La muerte no domina donde reina el
recuerdo y la memoria.
HACE
MUCHOS AÑOS UN HOMBRE SABIO DIJO QUE EL QUE TOCA EL ALQUITRÁN DEBE MANCHARSE
CON ÉL. SI ESTO ES ASÍ, ENTONCES TAMBIÉN ES VERDAD QUE AQUEL QUE TOCA LO CÁLIDO
Y LUMINOSO DEBE LLEVAR A SU VIDA ALGO DE LA CALIDEZ Y DE LA LUZ DE SU SER
QUERIDO.
POR
ELLO, Y A PESAR DEL DOLOR DE LA PARTIDA, EN CADA CORAZÓN PERMANECE PARA SIEMPRE
ALGO QUE AÑADIMOS POR HABER TENIDO EL PRIVILEGIO DE SU COMPAÑÍA, SIEMPRE BREVE
Y, SIN EMBARGO, TAN ENTRAÑABLE
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