NO PUEDES CAMBIAR NI BORRAR
NADA DE LO QUE TE HA PASADO, PERO A VECES DESEARÍAS AVISARLE DE CIERTAS COSAS A
ESE YO MÁS JOVEN E INEXPERTO. ¿QUÉ LE DIRÍAS? ¿LE ADVERTIRÍAS DE ALGUNA
REALIDAD PARA QUE EVITARA COMETER CIERTOS ERRORES?
CUALQUIERA QUE PONGA LA
MIRADA EN EL RETROVISOR DE SU EXISTENCIA SIEMPRE ENCUENTRA UNA MOTA, UN
DEFECTO, UNA GRIETA QUE LE GUSTARÍA CORREGIR.
Es cierto que hemos
aprendido infinitas cosas, que hay vivencias que no cambiaríamos ni por todo el
oro del mundo. A pesar de ello, el pinchazo de ciertos arrepentimientos
despierta en nosotros un sutil deseo…
A la mayoría nos gustaría
volver al pasado y advertirnos sobre ciertas realidades, darnos algún consejo y
susurrarnos al oído determinadas informaciones. Algo así nunca sucederá; al fin
y al cabo, aún no disponemos de un DeLorean con condensador de flujo ni la
elegante máquina del tiempo descrita por H.G. Wells, pero eso no quita que
dicho pensamiento sea una constante en el ser humano.
Tanto es así que la ciencia
ha puesto la atención en esta clásica cuestión. Lo ha hecho instada también por
factores de salud mental. SON MUCHAS LAS PERSONAS QUE VIVEN MÁS EN SU
PASADO QUE EN SU PRESENTE. Lejos de sintonizar con ese «aquí y ahora»
donde se sitúan las mejores oportunidades, viven anclados en el ayer. En ese
fragmento de tiempo en el que habita la nostalgia y el dolor emocional.
*NOS PASAMOS TODA LA
VIDA SOÑANDO CON DESEOS INCUMPLIDOS, RECORDANDO CICATRICES, CONSTRUYENDO
ARTIFICIAL Y MENTIROSAMENTE LO QUE PUDIMOS HABER SIDO*-Mario Benedetti-
A menudo, nos sorprendemos a
nosotros mismos pensando en cómo sería nuestra vida si hubiéramos sabido en el
pasado lo que sabemos ahora.
Decía OSCAR WILDE que «el
único encanto del pasado consiste en que es pasado». Es cierto, sin embargo, el
cerebro humano parece tener obsesión por ese tipo de encanto, porque casi
siempre nos encontramos en dicho plano.
Nos pasamos el día recordando cosas:
dónde hemos puesto las llaves, de qué conocemos a cierta persona, rememorando
ese momento feliz del ayer o lamentando no haber hecho aquello otro.
La vida son recuerdos, pero
en ocasiones los recuerdos duelen y nos hacen desear volver al pasado para
aconsejar a ese yo más joven.
El doctor Robin Kowalski,
profesor de la Universidad de Clemson, quiso investigar esta misma propuesta. En
vista de que dicho deseo es casi un resorte persistente en nuestro universo
mental, decidió realizar una investigación que fue publicada en el Journal of
Social Psychology. Estos son los datos que pudo obtener.
TODOS NOS ARREPENTIMOS DE
ALGO
El deseo de volver al pasado
viene motivado por el peso de los arrepentimientos. Una
variable que es bastante común entre nosotros. La investigación se basó en una
encuesta aplicada a una muestra de 400 personas mayores de 30 años que
coincidieron en bastantes aspectos:
- La mayoría desearía darse consejos al
respecto de las oportunidades educativas perdidas, las malas decisiones
tomadas, el dinero despilfarrado y los riesgos no asumidos.
- Asimismo, no faltaron tampoco los
clásicos comentarios al respecto de esas relaciones afectivas que
preferían no haber iniciado. Advertirse sobre no enamorarse o casarse con
ciertas personas es un factor muy extendido en este aspecto.
Si miras al pasado de forma crítica,
es porque has obtenido un valioso aprendizaje que te ha convertido en quién
eres ahora.
SI ERES DE LOS QUE DESEARÍA
VOLVER AL AYER, RECUERDA ESTO…
¿Cómo negarlo? Hay infinitas
vivencias que nos hubieran gustado que fueran de otro modo. Todos albergamos el
lastre de más de un arrepentimiento, de un hecho que, a nuestro parecer, truncó
parte de nuestros sueños y nos llevó hacia otro destino menos
luminoso. Nos duelen los errores cometidos y los riesgos no asumidos.
No podemos volver al pasado,
pero lo deseamos para enmendar todas esas hebras sueltas del ayer que, tal vez,
trazaran un mejor presente. Sin embargo, ¿de verdad es cierta esta premisa?
Una investigación de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos,
destaca algo al respecto.
Nos arrepentimos más de las
oportunidades que dejamos pasar que de los errores cometidos. Esa
sensación distorsiona un poco nuestro «yo ideal», haciéndonos creer que el
presente no es más que el resultado de muchas de esas puertas que no nos
atrevimos a cruzar. Ahora bien, si esta es tu percepción, si das veracidad a
esta idea, es interesante que reflexiones en una serie de ideas.
EN EL PASADO NO TENÍAS LA
EXPERIENCIA QUE TIENES AHORA
La mayoría somos muy
críticos con nuestro yo pasado. Rechazamos a ese
adolescente, a ese adulto joven algo impulsivo que no tomó las mejores
decisiones en más de un área vital.
Sin embargo, debes entender
que tu yo del pasado no tiene la sabiduría y la experiencia que tienes en el
presente. Es más, todos esos traspiés del ayer te han permitido obtener los
conocimientos que tienes ahora.
SÉ MÁS AMABLE CONTIGO MISMO
¿Por qué volver al pasado si
las mejores oportunidades acontecen aquí y ahora? ¿Por qué fustigarse por cada
error y criticarte por cada oportunidad perdida? La persona que vive
lamentándose de cada mala decisión, lo único que hace es invalidarse,
alimentar la autocrítica y el desprecio hacia sí mismo.
Evítalo, mira a tu
yo más joven con compasión para entender que nadie es infalible. Trátate
con mayor amabilidad y deja de situar la mirada en un lugar que ya no tiene
sentido ni trascendencia. Importa tu yo actual en este momento presente,
aprovecha tu experiencia y ve a por aquello que deseas.
DEBEMOS DESARROLLAR UN
ENFOQUE MÁS TRANQUILO Y AMABLE SOBRE NOSOTROS MISMOS, EVITANDO LA AUTOCRÍTICA
QUE DESGASTA Y QUE INVALIDA.
¿QUÉ LE DIRÍAS A TU MEJOR
AMIGO SI SIEMPRE SE LAMENTARA DE LOS ERRORES DEL AYER?
No vale la pena volver al
pasado, nada nuevo crece allí, es como el papel quemado que se lleva el viento.
Pero que, a veces, nos obsesionamos en retener entre las manos. Las personas
con depresión suelen focalizar con frecuencia la mirada en este
plano, alimentando las tristezas, los rencores y los arrepentimientos.
Si te sientes identificado,
haz lo siguiente. ¿Qué le dirías a tu mejor amigo si siempre estuviera
lamentándose del pasado? ¿Qué consejo le darías? ¿Qué palabras le dirías?
¿Cómo la apoyarías? Piénsalo bien, porque nada es tan necesario como tratarnos
a nosotros mismos del mismo modo que tratamos a los que más queremos.
COMO DICE UN PROVERBIO
ÁRABE, «EL PASADO YA HA HUIDO, LO QUE ESPERAS ESTÁ AUSENTE, PERO EL
PRESENTE ES TUYO…».
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