“LO IMPORTANTE ES NO DEJAR DE PREGUNTARSE, BASTA CON
TRATAR DE COMPRENDER UNA PEQUEÑA PARTE DEL MISTERIO CADA DÍA”. Albert Einstein
LA
VIDA ES UN PROCESO DE AMPLIACIÓN PROGRESIVA DE LA PROPIA IDENTIDAD. EN SUS
COMIENZOS, VIVIMOS ENCAPSULADOS DENTRO DE LA PIEL, EN UN MUNDO TAN
PRIETO QUE RESULTA CASI IMPOSIBLE PONERSE EN EL LUGAR DE CUALQUIER OTRO SER
HUMANO.
Poco
a poco, el impulso evolutivo expande la identidad, y conforme la persona crece
y avanza, supera su propia prisión egocéntrica.
Cuando nació nuestro cuerpo físico en la forma de
aquel bebé, no éramos conscientes de que comenzaba la vida. Sin embargo, existe
otro nacimiento posterior en el que nos damos cuenta de algo extraordinario que
abre posibilidades insospechadas. Se trata de una experiencia en la que, de
pronto, atestiguamos que somos algo más que una mente pensante.
¿Le ha sucedido a usted ya? En tal caso, ¿en qué
momento sucedió ese clic que abrió la puerta de una identidad más amplia?
“TODOS TENEMOS DOS CUMPLEAÑOS.
EL DÍA EN EL QUE NACEMOS, Y EL DÍA EN EL QUE DESPIERTA NUESTRA CONCIENCIA”. Maharishi.
En realidad, no sólo nacemos físicamente, sino que
también nacemos espiritualmente. En este segundo nacimiento, tomamos conciencia de que “SOMOS ESENCIA”. Una experiencia chispeante a través de la
cual comenzamos a desear realizarnos y tomamos consciencia de la
estupenda posibilidad de actualizar nuestras potencialidades y de recrearnos en
la plenitud perfecta de que somos y entender todo lo que nos rodea. En ese día
irreversible, realmente, volvemos a nacer con mayúsculas.
El nacimiento físico conlleva el acceso progresivo a
nuestra persona física, emocional y mental. Sin embargo, el llamado nacimiento
espiritual anuncia la entrada en un Laberinto sin Retorno por el que
paso a paso, vivencia a vivencia, expandimos nuestro nivel de consciencia. HACER
CONSCIENTE LA VERDADERA IDENTIDAD ES UN CAMINO QUE TAMBIÉN EMPIEZA CON
UN PRIMER “DARSE CUENTA”.
La diferencia entre el antes y el después es algo
parecido a vivir dormidos o despiertos a dimensiones internas insospechadas. Lo
espiritual está más allá de los credos e ideologías más o menos estrechas. Lo
espiritual es una experiencia íntima y más allá de lo racional
por la que nuestra esencia natural aflora.
Se trata de un nacimiento que, cuando llega el día que
nos sucede, ya no tiene vuelta atrás. Uno ya sabe que podrá cambiar sus ideas,
pero no podrá renunciar a esa consciencia del sí mismo que ya le ha sido
revelada.
Un nivel que no se basa en la cantidad de
información, sino en la capacidad de darse cuenta. Hay personas que han
nacido a esa experiencia y otras que todavía no les llega.
NO ES UNA CUESTIÓN DE EDAD, INTELIGENCIA O TESÓN,
SINO DE ESA MISTERIOSA FUERZA QUE ABRE A UNAS FLORES ANTES QUE A OTRAS.
Lo que sí es cierto es que dicho nacimiento es un
algo por lo que dar las gracias. Si sentimos que aún no ha llegado, es el
momento de aprovechar una buena circunstancia emocional para abrirnos al
Universo y abrirnos a una confiada espera. Todo llega en su momento. Se dice
que cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro. A veces,
éste adopta la forma de un libro, otras, de un cálido atardecer, otra se esconde
en la pupila de un ser que ya ha despertado. En ocasiones, llega acompañado de
amor irresistible y de acontecimientos de dolor, cambio e inesperadas
sorpresas.
Cuando uno despierta y accede a esa vivencia
interna, sabe que ha vuelto a nacer porque ya no vivirá más de lo mismo, tal
vez porque siente que antes deambulaba a ciegas. En realidad, darse cuenta de
que uno vive en el sueño de la mente es una forma de despertar.
“LA VIDA ES SUEÑO”, DECÍA CALDERÓN. “VIVIMOS
EN UNA CAVERNA Y NOS RELACIONAMOS CON EL MUNDO DE LAS SOMBRAS”, DECÍA PLATÓN.
SALIR DE LA “CAVERNA” SIGNIFICA COMENZAR A SER CONSCIENTE. ¿CONSCIENTE
DE QUÉ? DE QUE, EN ESENCIA, UNO ES OBSERVACIÓN Y CONCIENCIA INFINITA.
Un estado mental que no depende del patrimonio
acumulado ni del grado de inteligencia. Ya sabemos que el camino del puro
“tener” tiende a resultar insaciable. Para él nunca es bastante, y una
vez conseguidas las cosas deseadas, nada nos garantiza la paz completa. EL
CULTIVO DEL “SER” AQUIETA LA MENTE Y PERMITE VIVIR EL REGALO DE LA LUCIDEZ
Y LA PAZ PROFUNDA DEL ALMA.
“CUANDO DEJAMOS DE SER EL CENTRO
DRAMÁTICO DE NUESTRAS PROPIAS VIDAS, LOGRAMOS UNA EXPANSIÓN QUE NOS DA LA
PAZ”. Alice A. Bayley.
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