Yo creo que a todos los seres humanos en algún momento de su vida su esencia, su espíritu, su alma les ha dicho: no puedo más.
CADA COSA QUE HEMOS EXPERIMENTADO, FORMA PARTE DE TODO NUESTRO PROCESO DE EVOLUCIÓN SOBRE ESTA TIERRA. PORQUE SOMOS LO QUE HEMOS VIVIDO. CADA CIRCUNSTANCIA NOS HA HECHO MÁS FUERTES O MÁS DÉBILES, MÁS SENSIBLES O MÁS DUROS, MÁS ALEGRES O MÁS TRISTES, MÁS IMPULSIVOS O MÁS CONSCIENTES, MÁS DESCONFIADOS O MÁS CREYENTES, MÁS SABIOS… MÁS HUMANOS Y MÁS ESPIRITUALES.
Y AL FINAL, SOMOS EL RESULTADO DE NUESTRAS DECISIONES.
EL CANSANCIO DEL ALMA CUANDO LLEGA Y NOS TOCA LO RECONOCEMOS FÁCILMENTE, EMPIEZA POR UNA GRAN SENSACIÓN DE VACÍO Y A CONTINUACIÓN SURGE LA PREGUNTA ¿QUÉ HAGO AQUÍ? Y LUEGO LA DUDA ¿IGUAL ESTE NO ES MI SITIO?
EL CANSANCIO DE ALMA NO ES POR UNA SOLA CAUSA ES LA SUMA DE MUCHAS PEQUEÑAS CAUSAS QUE SE VAN QUEDANDO SIN DARLE SOLUCIONES, POR MIRAR FUERA EN VEZ DE HACIA DENTRO Y SABEMOS QUE ESE CANSANCIO HA LLEGADO PORQUE LO QUE SE HA CANSADO ES LA ILUSIÓN, LOS SUEÑOS, LAS GANAS DE VIVIR, LAS GANAS DE AMAR E INCLUSO LAS DE SER AMADO… NOS SENTIMOS TREMENDAMENTE SOLOS Y NADA NOS RECONFORTA, NO ENCONTRAMOS SALIDA, NO SABEMOS CÓMO REPARAR EL ALMA.
El alma se cansa por acumulación, se cansa cuando el vaso rebosa, porque no le hemos prestado atención mientras se estaba llenando.
Se cansa de ceder y ceder
Se cansa de buscar y no encontrar
Se cansa de dar y nunca recibir
Se cansa de escuchar y no sentirse escuchado
Se cansa de amar y no ser amado
Se cansa de callar por no molestar
Se cansa de vivir la vida de otros y no la suya
Se cansa de no ver la salida
Se cansa de llorar en silencio
La lista de situaciones, experiencias y sucesos por lo que se nos cansa el alma es interminable, personal e intransferible y distinta a otro ser humano. En definitiva uno se cansa hasta de sentirse cansado.
CUANDO SE NOS CANSA EL ALMA, NOS SENTIMOS VACÍOS, SOLOS, DESAMPARADOS, VULNERABLES, TRISTES Y DESMOTIVADOS.
Es un dolor que nos cuesta mucho identificar y para el que no tenemos número de emergencia. Es el producto de ciertas huellas en ese camino que llamamos vida, que oprimen el pecho, produciendo un dolor enorme y profundo, así es el dolor del alma.
Algunos de los síntomas pueden ser:
• Nos sentimos perdidos, abatidos y extremadamente tristes
• Creemos estar solos
• No conseguimos un sentido a lo que ayer sí lo tenía
• Nos preguntamos por qué nos pasa esto, en vez de preguntarnos para qué está sucediendo
• Pensamos que nadie nos puede ayudar y que no hay salida
• Nos sentimos perdidos
• Damos por hecho de que el dolor será eterno
• Nos da vergüenza asumir que hemos tocado fondo y que no tenemos las herramientas para salir de este trance
• No sabemos cómo canalizar las emociones y nos volvemos agresivos o nos aislamos
• Nos sentimos bloqueados
Cuando el alma llora, cuando grita que no puede más, no sabemos cómo transformar y manejar el problema para sanarlo. Y no lo sabemos, porque nunca nadie nos ha enseñado que nuestro espíritu también forma parte de nuestro Ser aunque no podamos palparlo como un órgano más.
Si supiésemos mantener a salvo nuestra pequeña porción de vitalidad podríamos recurrir a nuestra despensa particular y sacar un pedazo. A veces con poco basta. Otras es necesario vaciar toda la despensa, para rescatarnos del desastre. Lo que sí es seguro es que la solución, como el problema está en nosotros. A nadie le pueden sacar de su escondite si no quiere ser visto. A nadie le pueden inyectar pasión si su corazón está vacío. A nadie impeler a la acción si su movilidad es inexistente.
Es difícil reaccionar cuando uno está abajo porque la fuerza que nos acompaña cuando el alma sonríe no aparece cuando necesitamos un abrazo. Pero de cualquier forma aunque lo que nos rodee nos sea propicio y todos nos quieran ayudar, la mejor ayuda está en la propia sabiduría. En libar el néctar del espíritu puro que nos constituye; en ponernos en relación con el centro mismo del corazón para pedirle ayuda.
Existen otras fuerzas que nos acompañan, invisibles tal vez, pero no intangibles. Podemos verlas con los ojos de la intuición que siente en otro plano sensorial e identificar las señales que nos indican el camino a seguir, para encontrar la salida.
Cuando a pesar de todo uno se ve incapaz de remontar sus propias carencias, cuando realmente las fuerzas no nos asisten y el corazón se resiste a seguir el ritmo habitual…entonces no tenemos más remedio que acudir a los que se han ido y nos protegen desde el otro lado de la orilla. No hay más remedio que entonar un cántico de ayuda alertándoles de nuestra necesidad; el resto está hecho porque su respuesta es siempre un cabo resistente al que asirnos.
Remontar se convierte así en un camino que debemos construir nosotros mismos…poco a poco, no importa el tiempo. Solamente importa lo que día a día ganemos a la desesperanza y la gran sonrisa que iremos dibujando en nuestro rostro para regalárnosla al mirarnos al espejo.
LA SOLUCIÓN VIENE DE LA MANO DE PARAR, MEDITAR Y HACER LOS CAMBIOS NECESARIOS, PARA RECUPERAR EL SER NOSOTROS MISMOS, QUE POR DIFERENTES CIRCUNSTANCIAS A LO LARGO DE LA VIDA NOS ALEJAMOS DE ESE CAMINO QUE HEMOS VENIDO A RECORRER. EL CAMINO DEL AUTO-CONOCIMIENTO, EL CAMINO DE HACER LO QUE SENTIMOS Y PENSAMOS.
EN LA MEDIDA QUE NO HACEMOS LO QUE SENTIMOS Y PENSAMOS NOS ALEJAMOS, DE NOSOTROS, DE NUESTRO PROYECTO DE VIDA, DE AQUELLO QUE DECIDIMOS HACER CUANDO TOMAMOS LA DECISIÓN DE VOLVER A ESTE MUNDO.
EL ANALGÉSICO PARA EL ALMA, ES EL “DARTE CUENTA” DE QUE EXISTE.
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