martes, 3 de septiembre de 2013

LA GENEROSIDAD, UN BUEN CAMINO

EN LA NATURALEZA, LA VIDA Y LA BELLEZA ESTÁN PRESENTES EN TODOS LOS RINCONES, PARA QUE PODAMOS SENTIR QUE LA CREACIÓN ES PERFECTA Y QUE SI EXISTE IMPERFECCIÓN, ESA ESTA EN NOSOTROS, NO EN ELLA.

La generosidad se evidencia con misteriosa profundidad en las leyes de la naturaleza, que hace que los impulsos de un amor de origen instintivo fecunden en actos maternales en los seres más primitivos, sensibilizándolos, llevándolos hasta el sacrificio de su propia existencia para proteger a sus crías, haciendo brillar así, quizás, los primeros destellos de una luz que aspira a ser conciencia.

LA GENEROSIDAD Y EL AMOR ESTRECHAMENTE UNIDOS VAN SIGUIENDO LA EVOLUCIÓN ASCENDENTE DEL SER. EN LA ESCALA HUMANA, LA GENEROSIDAD SE VE OSCURECIDA POR LA ESPECULACIÓN, LAS CONVENIENCIAS SOCIALES Y EL EGOÍSMO QUE PROCURAN PARA SÍ TODO LO QUE SE DESEA, SIN COMPRENDER QUE LA GENEROSIDAD JERARQUIZA A LA ESPECIE HUMANA Y ESTÁ DIRECTAMENTE RELACIONADA CON LA CONCIENCIA Y LA CAPACIDAD DE AMAR DEL INDIVIDUO.

Amor que se manifiesta en el acto de tolerar la ignorancia y el error, no ignorándolo, sino comprendiéndolo como manifestación del espíritu que en su lento proceso de aprendizaje se manifiesta rebelde, ignorante o violento.

Corregir con paciencia y tesón, advertir con firmeza y comprensión, es esa la difícil conjunción de estados que se deberían lograr para poder en cierta medida ayudar al otro en la difícil tarea de moldear el carácter.

INTENTEMOS BRINDAR CONOCIMIENTO ADECUADO DEL CÓMO Y PARA QUÉ CAMBIAR, PERO ACOMPAÑEMOS CON LA CONDUCTA EJEMPLARIZANTE QUE SUSTENTE Y OTORGUE EL SOPORTE MORAL A NUESTRAS PALABRAS PARA QUE ESTAS SE TRANSFORMEN EN CONVICCIONES DE VIDA.

Ser generosos es también intentar colaborar, cada uno en su ámbito más cercano, en estas transformaciones que implican primero, nuestras propias pequeñas transformaciones de carácter.

Cuando el ser responde con un sentimiento comprensivo de amor universal y entiende a los seres más allá de sus imperfecciones, vislumbra entonces, los destellos de una generosidad moral que sólo podrá transmitirle paz y alegría de vivir.

Los pensamientos generosos crean fuerzas psíquicas que fortifican el ambiente individual espiritualizado, haciéndole percibir al individuo otras realidades más espiritualizadas de orden emocional.

El pensamiento de bien llega a los seres con fuerzas que calman, consuelan, alientan y estimulan. La generosidad de un pensamiento de bien acerca al ser a la “Creación” y disminuye los resentimientos.

Cuando el ser humano ha logrado conquistar esta virtud, se fijan en su conciencia normas de conducta basadas en lo moral, otorgándole firmeza en sus convicciones éticas y morales porque lo siente como un estado natural de su vida que le da serenidad emocional, confianza en sí mismo, optimismo frente a ciertas situaciones, estados que lo apoyarán y estimularán ante las vicisitudes de la vida.

Los momentos actuales, de crisis moral y material, ponen a prueba la solidaridad y la generosidad del ser humano, capaz de emerger de su "yo" y mirar a su alrededor para ver con los otros y junto a los otros, sus requerimientos y necesidades más urgentes.

PRECISAMENTE EN ESTAS CIRCUNSTANCIAS, SE EVIDENCIA SI LA GENEROSIDAD QUE SE CREE TENER ESTÁ ANIDADA EN EL CORAZÓN CON LA FUERZA DE UNA VERDAD QUE NO ADMITE POSTERGACIONES.

Es el momento del esfuerzo por brindarse, económicamente según las posibilidades de cada uno y moralmente, en el acompañamiento afectivo, en un consejo, en el paliativo a alguna situación de vida, en el no juzgamiento y en tantas otras manifestaciones tan sencillas pero no por ello menos trascendentes. 

Y si pudiéramos adelantarnos al pedido que a veces humilla a quien lo tiene que realizar, entonces podríamos actuar con la conciencia moral humanizando nuestra condición humana y la de quien recibe en forma más digna.

DESARROLLAR ESTE SENTIMIENTO GENEROSO IMPLICA CIERTOS RENUNCIAMIENTOS, UN NO ESPERAR AGRADECIMIENTOS, UN NO ACONDICIONAR LA VIDA Y LAS CIRCUNSTANCIAS A LOS INTERESES PERSONALES. EN EL CONSTANTE DARSE SIN ESPERAR NADA A CAMBIO, EL SER HUMANO SE VUELVE MÁS UNIVERSAL Y MENOS EGOÍSTA, ENCAMINÁNDOSE A LA GRANDEZA DE LA HUMILDAD Y DEL AMOR.

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