SI DESPUÉS DE LO QUE VAS A LEER, NADA CAMBIA EN TI NI EN TU FORMA DE PENSAR Y SENTIR, ES QUE NO HAS ENTENDIDO NADA.
En estos momentos, donde
todos los seres humanos o al menos la gran mayoría, estamos pasando un tramo de
nuestra vida, difícil y lleno de miedos, incertidumbres e inseguridades, donde
todo parece que funciona al revés, debiéramos meditar muy bien en el sistema
que estamos inmersos y recordar constantemente que somos parte del sistema y lo
que el sistema hace es no lo duden queridas/os lectores es responsabilidad
nuestra.
Recuerden “ELLOS MANDAN,
PORQUE NOSOTROS OBEDECEMOS”
El sistema somos todos para lo
bueno y para lo malo y por desgracia en el momento actual hay más malo que
bueno, por si lo han olvidado les refresco la memoria un poco: Guerras,
hambres, desigualdad social, marginados, no respeto de los derechos humanos,
explotación de niños en el trabajo y una total falta de recursos en un tercio
de la población (unos dos mil millones de seres humanos).
HACEMOS COMO EL AVESTRUZ,
ENTERRAMOS NUESTRA CABEZA EN EL SUELO Y PENSAMOS QUE AL NO VERLO NO EXISTE,
PERO NO LO DUDEN LA FACTURA DE ESTA ACTITUD NO PODREMOS EVITAR QUE NOS LA
VENGAN A COBRAR………..QUE CADA UNO SAQUE SUS CONCLUSIONES.
DECÍA, MARTIN LUTHER KING: “NUESTRA GENERACIÓN PASARA A LA HISTORIA CARACTERIZADA COMO LA GENERACIÓN QUE NO HIZO NADA POR LA LIBERTAD DEL SER HUMANO, TAN SOLO CONTRIBUYO CON EL ESTREMECEDOR SILENCIO DE LOS BONDADOSOS”.
EL
CONTRATO QUE FIRMAMOS CON EL SISTEMA QUE NOS GOBIERNA
Poco importan nuestras
creencias o nuestras ideas políticas, el sistema instituido reposa en el
acuerdo tácito de un tipo de contrato aprobado por cada uno de nosotros que a
grandes rasgos os expongo:
Acepto la competitividad
como base de nuestro sistema, aunque soy consciente de que este funcionamiento
engendra frustración y cólera a la inmensa mayoría de los perdedores.
Acepto que me humillen o me
exploten a condición de que se me permita humillar o explotar a otro que ocupe
un lugar inferior en la pirámide social.
Acepto la exclusión social
de los marginados, de los inadaptados y de los débiles porque considero que la
carga que puede asumir la sociedad tiene sus límites.
Acepto remunerar a los
bancos para que ellos inviertan mi sueldo a su conveniencia y que no me den
ningún dividendo de sus gigantescas ganancias (ganancias que servirán para
atracar a los países pobres, hecho que acepto implícitamente).
Acepto también que me
descuenten una fuerte comisión por prestarme dinero, dinero que proviene
exclusivamente de los otros clientes.
Acepto que congelemos o
tiremos toneladas de comida para que los cursos bursátiles no se derrumben, en vez
de ofrecérsela a los necesitados y de permitir a algunos centenares de miles de
personas no morir de hambre cada año.
Acepto que sea ilegal poner
fin a tu propia vida rápidamente, en cambio tolero que se haga lentamente
inhalando o ingiriendo substancias tóxicas autorizadas por los gobiernos.
Acepto que se haga la guerra
para así hacer reinar la paz.
Acepto que, en nombre de la
paz, el primer gasto de los Estados sea el de defensa. Entonces acepto que los
conflictos sean creados artificialmente para deshacerse del stock de armas y
así permitir a la economía mundial seguir avanzando.
Acepto la hegemonía del
petróleo en nuestra economía, aunque es una energía muy costosa y contaminante
y estoy de acuerdo en impedir todo intento de sustitución si se desvelara que
hemos descubierto un medio gratuito e ilimitado de producir energía. Acepto que
sería nuestra perdición.
Acepto que se condene el
asesinato de otro humano, salvo que los gobiernos decreten que es un enemigo y
me animen a matarlo.
Acepto que se divida la
opinión pública creando unos partidos de derecha e izquierda que tendrán como
pasatiempo la pelea entre ellos haciéndome creer que el sistema está avanzando.
Además, acepto toda clase de división posible con tal que esas divisiones me
permitan focalizar mi cólera hacia los enemigos designados cuando se agiten sus
retratos ante mis ojos.
Acepto que el poder de
fabricar la opinión pública, antes ostentado por las religiones, esté hoy en
manos de hombres de negocios no elegidos democráticamente que son totalmente
libres de controlar los Estados, porque estoy convencido del buen uso que harán
con él.
Acepto que la idea de la
felicidad se reduzca a la comodidad; el amor al sexo y la libertad a la
satisfacción de todos los deseos, porque es lo que me repite la publicidad cada
día. Cuanto más infeliz soy más consumo. Cumpliré mi papel contribuyendo al
buen funcionamiento de nuestra economía.
Acepto que el valor de una
persona sea proporcional a su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en
función de su productividad y no de sus cualidades, y que sea excluido del
sistema si no produce lo suficiente.
Acepto que se recompense
cómodamente a los jugadores de futbol y a los actores y mucho menos a los
profesores y los médicos encargados de la educación y de la salud de las
futuras generaciones.
Acepto que se destierre de
la sociedad a las personas mayores cuya experiencia podría sernos útil, pues,
como somos la civilización más evolucionada del planeta (y sin duda del
universo) sabemos que la experiencia ni se comparte ni se transmite.
Acepto que se me presenten
noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, para que así pueda
apreciar hasta qué punto nuestra situación es normal y cuánta suerte tengo de
vivir en Occidente. Sé que mantener el miedo en nuestros espíritus sólo puede
ser beneficioso para nosotros.
Acepto que los industriales,
militares y jefes de Estado celebren reuniones regularmente para, sin
consultarnos, tomar decisiones que comprometen el porvenir de la vida y del
planeta.
Acepto consumir carne bovina
tratada con hormonas sin que explícitamente se me avise.
Acepto que el cultivo de OGM
(Organismos Genéticamente Modificados) se propague en el mundo entero,
permitiendo así a las multinacionales agroalimentarias patentar seres vivos,
almacenar ganancias considerables y tener bajo su yugo a la agricultura
mundial.
Acepto que los bancos
internacionales presten dinero a los países que quieren armarse y combatir, y
que así elijan los que harán la guerra y los que no. Soy consciente de que es
mejor financiar a los dos bandos para estar seguros de ganar dinero y prolongar
los conflictos el mayor tiempo posible con el fin de poder totalmente arrebatar
sus recursos si no pueden reembolsar sus préstamos.
Acepto que las multinacionales
se abstengan de aplicar los progresos sociales de Occidente en los países
desfavorecidos. Considerando que ya es una suerte para ellos que los hagan
trabajar. Prefiero que se utilicen las leyes vigentes en estos países que
permiten hacer trabajar a niños en condiciones inhumanas y precarias. En nombre
de los derechos humanos y del ciudadano, no tenemos derecho ejercer injerencia.
Acepto que los laboratorios
farmacéuticos y los industriales agroalimentarios vendan en los países
desfavorecidos productos caducados o utilicen substancias cancerígenas
prohibidas en Occidente.
Acepto que el resto del
planeta, es decir cuatro mil millones de individuos, pueda pensar de otro modo
a condición de que no venga a expresar sus creencias en nuestra casa, y todavía
menos a intentar explicar nuestra Historia con sus nociones filosóficas
primitivas.
Acepto la idea de que
existen sólo dos posibilidades en la naturaleza, a saber: cazar o ser cazado, y
si estamos dotados de una conciencia y de un lenguaje, ciertamente no es para
escapar de esa dualidad, sino para justificar por qué actuamos de ese modo.
Acepto considerar nuestro
pasado como una como una continuación ininterrumpida de conflictos, de
conspiraciones políticas y de voluntades hegemónicas, pero sé que hoy todo esto
ya no existe porque estamos en el súmmum de nuestra evolución, y porque las
reglas que rigen nuestro mundo son la búsqueda de la felicidad y de la libertad
para todos los pueblos, como lo oímos sin cesar en nuestros discursos
políticos.
Acepto sin discutir y
considero como verdades todas las teorías propuestas para la explicación de los
misterios de nuestros orígenes. Y acepto que la naturaleza haya podido dedicar
millones de años para crear a un ser humano cuyo único pasatiempo es la
destrucción de su propia especie en unos instantes.
Acepto la búsqueda del
beneficio como fin supremo de la Humanidad y la acumulación de riqueza como
realización de la vida humana.
Acepto la destrucción de los
bosques, la casi desaparición de los peces en los ríos y en nuestros océanos.
Acepto el aumento de la
polución industrial y la dispersión de venenos químicos y de elementos
radiactivos en la naturaleza.
Acepto la utilización de
toda clase de aditivos químicos en mi alimentación, porque estoy convencido de
que si se añaden es porque son útiles e inocuos.
Acepto la guerra económica
que actúa con rigor sobre el planeta, aunque siento que nos lleva hacia una
catástrofe sin precedentes.
Acepto esta situación, y
supongo que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla.
Acepto ser tratado como
ganado porque definitivamente pienso que no valgo más.
ACEPTO NO PLANTEAR NINGUNA
CUESTIÓN, CERRAR LOS OJOS SOBRE TODO ESTO Y NO FORMULAR NINGUNA OPOSICIÓN
VERDADERA, PORQUE ESTOY DEMASIADO OCUPADO POR MI VIDA Y MIS PREOCUPACIONES.
INCLUSO ACEPTO DEFENDER A
MUERTE ESTE CONTRATO SI USTED ME LO PIDE.
ACEPTO PUES, EN MI ALMA Y
CONCIENCIA DEFINITIVAMENTE ESTA MATRIX TRISTE QUE USTED COLOCA DELANTE DE MIS
OJOS PARA ABSTENERME DE VER LA REALIDAD DE LAS COSAS.
Sé que todos ustedes actúan
por mi bien y el de todos, y por eso les doy las gracias.
“ACEPTO” es un texto
publicado por primera vez en 2003 (hoy casi 18 años más tarde todo sigue igual)
para conmemorar el triste aniversario de los acontecimientos del 11 de
septiembre- “altamente simbólico para la humanidad“. Este texto, que fue leído,
entre otros, en la radio francesa NSEO.com, nos recuerda severamente el
contrato social que aceptamos con prórroga. Un acuerdo tácito que firmamos cada
mañana al despertar y simplemente no hacer nada. Algo más que una crítica
social, en este breve texto se destacan los hechos resultantes de nuestra
innegable predilección por la comodidad, la indiferencia y la marginación.
Hecho por Amistad sobre la
Tierra, el 11 de septiembre 2003. Un anónimo que envió el texto a NSEO para que
fuese radiodifundido.
A UN GRAN SABIO LE PREGUNTARON UNA VEZ:
“¿POR QUÉ SIEMPRE GANA LOS MALOS? A LO QUE EL RESPONDIÓ,
PORQUE VOSOTROS LOS BUENOS QUE SOIS MUCHOS MÁS LES DEJÁIS”
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