Seria bueno hacernos estas
preguntas:
¿CREES TODAVÍA QUE ESO DEL
PERDÓN ES TRAGAR LO QUE TE PARECE INJUSTO Y OFENSIVO?
¿O BIEN PIENSAS QUE PARA
PERDONAR HACE FALTA ADMITIR LA CONDUCTA QUE RECHAZAS?
¿HAS PENSADO ALGUNA VEZ QUÉ
HACER CUANDO LA RABIA NOS COME O EL RENCOR NOS CORROE?
Hace ya cuatro mil años El
Mahabarata, dijo: “LA CONSERVACIÓN DE LA ESPECIE SE DEBE A QUE EL
HOMBRE SABE PERDONAR”?
¿Hay algo que perdonar? Tal
vez habrá que mirarse si queda algún resentimiento de aquella separación en la
que sentimos odio e impotencia en las discusiones de dinero y de la tutela de
los hijos, o bien cuando nuestros hijos adolescentes pasan de toda obligación y
tiranizan a quienes los cuidan, o tal vez cuando el que sonríe a nuestra cara y
a quien deparamos confidencias, nos pone verdes a nuestras espaldas , o quizá
cuando sale elegido quien justo menos se lo merece y peor nos cae, o cuando
gana más dinero y tiene más éxito aquel que parece más falso y da más coba,
cuando… cuando…
El odio y la rabia es como
una brasa que queremos lanzar sobre nuestro enemigo, una brasa que mientras la
apretamos nos quema. Llega un día en el que el odio nos enferma y finalmente
nos abrimos a la salud y con ella al perdonar, todo un acontecimiento.
Pero, ¿A QUIÉN HAY REALMENTE
QUE PERDONAR? Aunque parezca mentira, habrá que comenzar por perdonarse uno
mismo, es decir aceptar nuestros actos pasados con toda la compasión,
benevolencia y responsabilidad que merece un sabio mirar.
Se trata de asumir la responsabilidad
y el aprendizaje de nuestros actos, al tiempo que limpiamos todo resquicio de
culpa y castigo que viva larvado en nuestro subconsciente.
Cuando nos aprieta el rencor
que un día fue sembrado por impotencia, conviene revisar nuestra propia historia
personal y proceder a contemplarla con una mirada madura y cargada de humildad.
EL PERDÓN A UNO MISMO, A LA
VIDA, AL UNIVERSO, Y TODOS SUS REFLEJOS DERIVADOS, COMO, POR EJEMPLO, A
NUESTROS PADRES, A NUESTRAS PAREJAS, A NUESTROS HIJOS Y A NUESTROS OFENSORES…
NO ES UN ACTO DE INTELIGENCIA, SINO UN REGALO DE LA VIDA.
Tal vez tengamos que
considerar el perdón como un acto de comprensión, algo que no se puede
provocar. La comprensión es una liberación que tan solo “SUCEDE”. Y
posiblemente la puesta en marcha del proceso que esta conlleva, comenzó por un:
“Sí quiero”, dos palabras claves por las que comienzan tantas cosas… Al
parecer una de las más poderosas fuerzas que movilizan el universo que vivimos
deviene de haber “querido” lo que queremos que suceda.
¿Qué tiene de mágico o misterioso eso de la súbita comprensión? Por de pronto conviene discernir que comprender no es lo mismo que entender, algo que tan solo se reduce al ámbito intelectual o racional. El hecho de “comprender” supone incorporar, encarnar e integrar aquello que en su día pudimos entender, y que de pronto atestiguamos que ya lo somos.
Es por ello que el perdón no
es un acto mental de justificación o de excusa de la acción del otro, sino que
es un acontecimiento espiritual, un suceso que, como un regalo de la Vida, un
día nos encuentra, al tiempo que lava nuestro corazón de presión y mordedura
rabiosa.
UNA VIDA A LA QUE TAL VEZ
PODAMOS ABRIRNOS, COMENZANDO POR ENTENDER QUE QUIEN PERDONA NO ESTÁ
PRECISAMENTE ACEPTANDO LA CONDUCTA QUE RECHAZA
En realidad, se puede
perdonar, y al mismo tiempo demandar judicialmente a quien sentimos lo merece,
sin que sean conductas excluyentes.
El perdón es un acto íntimo,
anónimo y silencioso, un acto de reconocimiento profundo por el que, de alguna
forma, de pronto comprendemos la pauta de conducta y las intricadas
programaciones mentales del ofensor. Sucede que incluso percibimos el curso de
su infancia y las condiciones familiares que tal vez éste enfrentó cuando era
un niño inocente y asustado. Sucede entonces que sentimos la inocencia de
todo ser humano, incluida la nuestra por patética y perversa que, a nuestros
ojos, haya sido cualquier acción atrás cometida.
RECONOCER QUE TODO ES
PERFECTO, INCLUIDOS NUESTROS DESEOS DE CAMBIARLO, NO ES SOLO UN INTELIGENTE
ACTO DE DEDUCCIÓN MÁS ALLÁ DE LA LÓGICA, SINO QUE SUPONE UN ESTADO
DE LUCIDEZ Y GLOBALIDAD QUE ACONTECE A TODO SER HUMANO ABIERTO A COMPRENDER.
A COMPRENDER QUE LA HERIDA
OBJETO DE OFENSA, TAL VEZ ESTABA PRESENTE EN NOSOTROS ANTES DE TALES SUCESOS, Y
QUE TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE HAN TENIDO QUE VER CON NUESTROS ODIOS, MIEDOS E
INJUSTICIAS, MERECEN NUESTRA MÁS PROFUNDA COMPASIÓN.
“HAGAMOS SIEMPRE LO QUE CREAMOS
OPORTUNO SEGÚN NUESTRA CONCIENCIA, Y JAMÁS NUESTRA CONCIENCIA NOS RECRIMINARÁ
NUESTROS ACTOS”.
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