lunes, 29 de junio de 2020

CUANDO LA RABIA Y EL RENCOR SE INSTALAN EN NUESTRO INTERIOR

¿HAY ALGO QUE ESCLAVICE Y DAÑE MÁS A QUIEN LO PADECE QUE LA RABIA Y EL RENCOR?, ¿EXISTE ALGÚN ANTÍDOTO EFICAZ PARA QUIEN SE SIENTE CARCOMIDO POR ESE VIRUS QUE AL IGUAL QUE LAS TERMITAS, COME AL ALMA?

Seria bueno hacernos estas preguntas:

¿CREES TODAVÍA QUE ESO DEL PERDÓN ES TRAGAR LO QUE TE PARECE INJUSTO Y OFENSIVO?   

¿O BIEN PIENSAS QUE PARA PERDONAR HACE FALTA ADMITIR LA CONDUCTA QUE RECHAZAS?

¿HAS PENSADO ALGUNA VEZ QUÉ HACER CUANDO LA RABIA NOS COME O EL RENCOR NOS CORROE?

Hace ya cuatro mil años El Mahabarata, dijo: “LA CONSERVACIÓN DE LA ESPECIE SE DEBE A QUE EL HOMBRE SABE PERDONAR”?

¿Hay algo que perdonar? Tal vez habrá que mirarse si queda algún resentimiento de aquella separación en la que sentimos odio e impotencia en las discusiones de dinero y de la tutela de los hijos, o bien cuando nuestros hijos adolescentes pasan de toda obligación y tiranizan a quienes los cuidan, o tal vez cuando el que sonríe a nuestra cara y a quien deparamos confidencias, nos pone verdes a nuestras espaldas , o quizá cuando sale elegido quien justo menos se lo merece y peor nos cae, o cuando gana más dinero y tiene más éxito aquel que parece más falso y da más coba, cuando… cuando…

El odio y la rabia es como una brasa que queremos lanzar sobre nuestro enemigo, una brasa que mientras la apretamos nos quema. Llega un día en el que el odio nos enferma y finalmente nos abrimos a la salud y con ella al perdonar, todo un acontecimiento.

Pero, ¿A QUIÉN HAY REALMENTE QUE PERDONAR? Aunque parezca mentira, habrá que comenzar por perdonarse uno mismo, es decir aceptar nuestros actos pasados con toda la compasión, benevolencia y responsabilidad que merece un sabio mirar.

Se trata de asumir la responsabilidad y el aprendizaje de nuestros actos, al tiempo que limpiamos todo resquicio de culpa y castigo que viva larvado en nuestro subconsciente.

Cuando nos aprieta el rencor que un día fue sembrado por impotencia, conviene revisar nuestra propia historia personal y proceder a contemplarla con una mirada madura y cargada de humildad.

EL PERDÓN A UNO MISMO, A LA VIDA, AL UNIVERSO, Y TODOS SUS REFLEJOS DERIVADOS, COMO, POR EJEMPLO, A NUESTROS PADRES, A NUESTRAS PAREJAS, A NUESTROS HIJOS Y A NUESTROS OFENSORES… NO ES UN ACTO DE INTELIGENCIA, SINO UN REGALO DE LA VIDA.

Tal vez tengamos que considerar el perdón como un acto de comprensión, algo que no se puede provocar. La comprensión es una liberación que tan solo “SUCEDE”. Y posiblemente la puesta en marcha del proceso que esta conlleva, comenzó por un: “Sí quiero”, dos palabras claves por las que comienzan tantas cosas…  Al parecer una de las más poderosas fuerzas que movilizan el universo que vivimos deviene de haber “querido” lo que queremos que suceda.

¿Qué tiene de mágico o misterioso eso de la súbita comprensión? Por de pronto conviene discernir que comprender no es lo mismo que entender, algo que tan solo se reduce al ámbito intelectual o racional. El hecho de “comprender” supone incorporar, encarnar e integrar aquello que en su día pudimos entender, y que de pronto atestiguamos que ya lo somos.

Es por ello que el perdón no es un acto mental de justificación o de excusa de la acción del otro, sino que es un acontecimiento espiritual, un suceso que, como un regalo de la Vida, un día nos encuentra, al tiempo que lava nuestro corazón de presión y mordedura rabiosa.

UNA VIDA A LA QUE TAL VEZ PODAMOS ABRIRNOS, COMENZANDO POR ENTENDER QUE QUIEN PERDONA NO ESTÁ PRECISAMENTE ACEPTANDO LA CONDUCTA QUE RECHAZA

En realidad, se puede perdonar, y al mismo tiempo demandar judicialmente a quien sentimos lo merece, sin que sean conductas excluyentes.

El perdón es un acto íntimo, anónimo y silencioso, un acto de reconocimiento profundo por el que, de alguna forma, de pronto comprendemos la pauta de conducta y las intricadas programaciones mentales del ofensor. Sucede que incluso percibimos el curso de su infancia y las condiciones familiares que tal vez éste enfrentó cuando era un niño inocente y asustado.  Sucede entonces que sentimos la inocencia de todo ser humano, incluida la nuestra por patética y perversa que, a nuestros ojos, haya sido cualquier acción atrás cometida.

RECONOCER QUE TODO ES PERFECTO, INCLUIDOS NUESTROS DESEOS DE CAMBIARLO, NO ES SOLO UN INTELIGENTE ACTO DE DEDUCCIÓN MÁS ALLÁ DE LA LÓGICA, SINO QUE SUPONE UN ESTADO DE LUCIDEZ Y GLOBALIDAD QUE ACONTECE A TODO SER HUMANO ABIERTO A COMPRENDER.

A COMPRENDER QUE LA HERIDA OBJETO DE OFENSA, TAL VEZ ESTABA PRESENTE EN NOSOTROS ANTES DE TALES SUCESOS, Y QUE TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE HAN TENIDO QUE VER CON NUESTROS ODIOS, MIEDOS E INJUSTICIAS, MERECEN NUESTRA MÁS PROFUNDA COMPASIÓN.

“HAGAMOS SIEMPRE LO QUE CREAMOS OPORTUNO SEGÚN NUESTRA CONCIENCIA, Y JAMÁS NUESTRA CONCIENCIA NOS RECRIMINARÁ NUESTROS ACTOS”.

 


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