viernes, 7 de mayo de 2010

LO QUE DICE LA CIENCIA SOBRE EL AÑO 2.012

Ciclos cotidianos y ciclos cosmogónicos

Es bien conocido que los ritmos biológicos y vitales de las personas se ven afectados por diversos ciclos que se superponen y solapan en sus efectos. Son ejemplos al respecto el ciclo de 24 horas -día y noche-; el giro de la Tierra en torno al Sol -365 días, año trópico-, con su correlato en las cuatro grandes estaciones que se suceden a lo largo del año; el ciclo menstrual de la mujer; o los ciclos lunares cada 28 días.

Además, sabiendo que la Tierra se inserta en el sistema solar de Ors y que el Sol es una estrella más entre los muchos millones que pululan por la Vía Láctea, el sentido común lleva a deducir que, junto a los ciclos antes citados -ciclos cotidianos, por identificarlos de algún modo-, existen otros de larga duración –ciclos cosmogónicos- derivados de los movimientos de Ors y la Tierra en la bóveda celeste galáctica y que también influyen en nosotros, por más que escapen de nuestra experiencia en una vida física e, incluso, de la memoria histórica de la sociedad.

La ciencia es perfectamente consciente de la existencia y la importancia en la vida del planeta y de los seres humanos de todos estos ciclos, de los cotidianos y de los cosmogónicos, aunque sus saberes sobre los segundos son muy limitados, no sólo en lo relativo a su existencia, sino, sobre todo, en lo referente a sus repercusiones e impactos.

Contraste científico sobre los ciclos cosmogónicos y el 2012

En el marco de lo que se acaba de exponer, las cuentas mayas y los ciclos enunciados el lunes 19 se corresponden fundamentalmente con ciclos cosmogónicos: Año Galáctico (225 millones de años), Ciclo Galáctico (26 millones de años), Ciclo del Alineamiento (26.000 años) y el Gran Ciclo o Cuenta Larga (5.125 años).

¿Que nos indica la ciencia sobre ellos, en sentido estricto, y acerca de su relación con el solsticio de invierno de 2012?. Numerosos investigadores se han ocupado de responder este interrogante, sin que haya acuerdo entre ellos.
En particular, el consenso falta con relación a los dos ciclos más prolongados entre los enunciados: el Año Galáctico y el Ciclo Galáctico. Con respecto al primero, no se discute tanto su existencia y duración como que sea el 21 de diciembre de 2012 cuando el ciclo se cumple, algo que prácticamente cabe descartar de manera absoluta. En cuanto al segundo, el Ciclo Galáctico, la mayoría duda de su propia existencia.

En cambio, si hay una amplia sintonía de pareceres en lo relativo a los otros dos ciclos: el Ciclo del Alineamiento y el Gran Ciclo o Cuenta Larga, aunque con matices: con referencia al primero, el acuerdo se centra en el hecho del alineamiento en sí y su coincidencia con el 21 de diciembre de 2012, sin que se extienda a los efectos e impactos que de ello puedan derivar para el planeta y la humanidad; en cuanto al segundo, el consenso se plasma en el hecho de que en torno al 3.114 a.c. -fecha en la que finalizó la Cuenta Larga anterior (8.293 a.c. a 3.114 a.c.) y comenzó la que expira en 2012 (11/08/3114 a.c. a 21/12/2012 d.c.)-, hay evidencias ciertas de cambios significativos que afectaron a la Tierra y las personas y que pueden repetirse ahora de modo semejante.
Dejando a un lado, para no entrar en diatribas y meras especulaciones, el Año Galáctico y el Ciclo Galáctico, sí merece la pena ahondar en las consideraciones realizadas acerca del Ciclo del Alineamiento y el Gran Ciclo o Cuenta Larga.

Los impactos del Ciclo del Alineamiento

Comenzando con el Alineamiento, son numerosos los científicos que han descubierto -y lo están publicando abiertamente- que el Centro Galáctico es una poderosa fuente de energía magnética. El término que utilizan es "filamentos magnéticos", corrientes de energía que irradian desde el Centro a toda la Vía Láctea. Sus efectos específicos sobre Ors y la Tierra dependen de la posición y distancia que guardemos con relación a tal Centro. Y es con la alineación cuando más nos afecta la fuerza electromagnética, produciendo lo que coloquialmente puede calificarse como “inclinación hacia el Centro Galáctico” de la Tierra. Y el 21 de diciembre del año
2012 recibiremos en línea recta, con mucha limpieza y pocas interferencias -sin obstrucciones ocasionadas por cualquier otro planeta o cuerpo en el sistema solar- el haz energético que imana el Centro Galáctico.

No hay dudas de que esto tendrá efectos directos en la Tierra. ¿Cuáles?.

La verdad es que no lo sabemos No obstante, hay que descartar cataclismos, en general, y que los polos magnéticos vayan a cambiar, ocasionado tres días de oscuridad y un sinfín de desastres naturales, como algunos sostienen. No existe evidencia científica alguna para mantener esto. Ciertamente, los polos magnéticos se han invertido en el pasado: el registro geológico nos informa que 14 veces en los últimos 4,5 millones de años. Esto es, como media, una vez cada 320.000 años, en números redondos. Nada tiene que ver, pues, con el Ciclo del Alineamiento, que es cada 26.000 años.

Pueden servir de pista acerca del perfil y magnitud de los impactos del alineamiento, que no sólo, afectará a la Tierra, sino a todo el sistema solar, las alteraciones magnéticas y climáticas que se están dando ya, en la medida que nos aproximamos a la fecha del alineamiento, en la totalidad de los astros de Ors.

Valga este breve repaso:

+Sol: Su campo magnético es hoy un 230 por 100 superior al de comienzos del siglo XX. Su actividad energética global ha ido aumentando regularmente, creando un frenesí de actividad que continúa avergonzando las predicciones oficiales de la NASA.

+Marte: Sus casquetes de hielo virtualmente se han fundido en el plazo de un año, causando cambios en un 50 por ciento en los rasgos de la superficie. Y su densidad atmosférica ha subido un 200 por ciento desde 1997.

+Venus: Está brillando ahora en la oscuridad. El 8 de junio de 2004, cruzó el camino del Sol, marcando el principio de un ciclo de 8 años venusianos que termina el 6 de junio de 2012, cerca de la fecha que aquí ocupa.

+Júpiter: Se ha vuelto tan energizado que ahora está rodeado por un tubo resplandeciente de energía en forma de donut en el sendero de su luna, la cual brilla actualmente en la oscuridad. El tamaño de su campo magnético es más del doble desde 1992.

+Saturno: Sus regiones polares se han estado aclarando notoriamente, así como la fuerza de su campo magnético. Entre 1980 y 1996, la velocidad de rotación de las nubes de Saturno en el ecuador se redujo en un escandaloso 58,2 por 100, lo que ha provocado un cambio inesperado y dramático en su clima.

+Urano: En 1999, los artículos de NASA describían que estaba siendo golpeado por grandes tormentas, haciéndole un mundo dinámico con las nubes más luminosas de todo el sistema solar exterior. La sonda espacial Voyager II indica que Urano ha tenido recientes cambios magnéticos en los polos de 60 grados.

+Neptuno: Desde 1996 se ha vuelto un 40 por ciento más luminoso en infrarrojo y está un 100 por 100 más luminoso en ciertas áreas de su superficie. Su luna Tritón ha tenido un gran aumento en presión atmosférica y temperaturas (más de cinco grados por término medio). La sonda Voyager II señala que Neptuno ha sufrido cambios magnéticos en los polos de 50 grados.

+Plutón: Durante las dos últimas décadas, ha experimentado un aumento del 300 por ciento en su presión atmosférica y su color se ha vuelto notoriamente más oscuro.

El Gran Ciclo o Cuenta Larga

Como se apuntó anteriormente, para prever lo que acontecerá el 21 de diciembre de 2012, lo más lógico es estudiar lo que ocurrió en torno al 11 de agosto de 3.114 a.c. Para ello, podemos acudir a los registros: el geológico, para indagar que le pasó al planeta; y al arqueológico, para constatar que le sucedió a la humanidad.

Pues bien, los registros geológicos -por ejemplo, los fractales de los hielos en la Antártida- muestran los siguientes hechos:

+los campos magnéticos de la Tierra se debilitaron, sin llegar, por supuesto, a la inversión de los polos;

+la energía proveniente del Sol se hizo más fuerte y el hielo en los polos comenzó a derretirse;

+los océanos comenzaron a elevarse; y

+el clima y los patrones de tiempo comenzaron a cambiar.

En definitiva, algo muy semejante a lo que actualmente llamamos cambio climático. Lo cual conduce a una conclusión muy importante: por supuesto que las negativas influencias de la civilización humana están colaborando, pero el cambio climático obedece en lo fundamental a influencias cosmogónicas que ya se dieron hace miles de años y se reproducen ahora conforme a un ciclo bien definido.

Más todavía, los registros geológicos indican que los cambios fueron muy intensos, mayores de los que actualmente sentimos, y de no mucha duración (unas pocas generaciones, un puñado de décadas). Por lo que hay que deducir que el presente cambio climático se agudizará sensiblemente a medio plazo y sus impactos sacudirán a la Tierra y a la humanidad durante varios decenios, los suficientes para extenderse hasta el horizonte de esperanza de vida de buena parte de los seres humanos que habitamos hoy el planeta.

En cuanto a los registros arqueológicos enseñan que la humanidad, sus civilizaciones pasadas, al alcanzar el punto en el ciclo al que nosotros empezamos a llegar, lejos de entender el carácter cosmogónico de lo que acontecía y unir sus fuerzas y voluntades ante la adversidad, no comprendieron ni la razón ni la entidad del cambio y se engarzaron en una lucha por los recursos disponibles y por la supervivencia en la que todos perdieron y nadie ganó. Los investigadores ponen como ejemplo el colapso que en torno al 3.114 a.c. sufrió la 20vo. Dinastía de Egipto.

Cambio climático de gran envergadura

En resumen, sumando los efectos y secuelas del Ciclo del Alineamiento y del Gran Ciclo o Cuenta Larga, pueden formularse dos conclusiones fundamentales :

+El 21 de diciembre de 2012 no acarreará el fin del mundo, ni colosales cataclismos, ni la inversión magnética de los polos, ni días de oscuridad, ni nada parecido.

+Sí hay motivos de peso para presagiar un cambio climático de gran envergadura, mucho mayor al que actualmente vive el planeta y que impactará con fuerza hasta bien metidos en la segunda mitad del siglo XXI. Tal cambio climático ya hubiera sido significativo como consecuencia del cierre del Gran Ciclo, pero adquirirá más potencia debido a la coincidencia con el Ciclo del Alineamiento.

La humanidad debe, pues, prepararse para afrontar el debilitamiento de los campos magnéticos planetarios, el incremento de la energía proveniente del Sol, el deshielo de los casquetes polares, graves alteraciones climatológicas (sequía, desertización e incendios de montes y bosques en unas zonas y aumento de la pluviometría e inundaciones en otras), ascenso significativo de las temperaturas medias, elevación del nivel de los mares y océanos e inundación de litorales, tsunamis como consecuencia de choques entre las corrientes marinas de agua caliente y el agua fría procedente del deshielo, múltiples anomalías atmosféricas, interferencias magnéticas que pueden afectar a las telecomunicaciones o inutilizar el uso de determinadas tecnologías y un amplio etcétera.

No se trata de que cunda el pánico, máxime cuando algunos, seguro, intentarán usar el miedo y la inseguridad en su propio beneficio. Pero sí es preciso que las personas tomemos consciencia de lo que posiblemente se avecina y empecemos a entender que es momento de unión, solidaridad y apoyo entre todo el género humano.

Los mayas se referían al periodo que ahora vivimos como la Sala de los Espejos, pues los acontecimientos obligarán a verse cada uno como realmente es, a que cada uno muestre como de verdad es.

Por tanto, una oportunidad para el aumento del grado de consciencia de cada individuo y la humanidad

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