lunes, 4 de noviembre de 2013

LA SOMBRA UN CAMINO DE CRECIMIENTO

ALICIA SCHMOLLER: ECHAR LUZ SOBRE NUESTRA PROPIA SOMBRA. 

Psicóloga y autora de "La sombra. Cómo iluminar nuestros aspectos ocultos", Alicia Schmoller asegura que nuestra parte oscura se transforma en positiva cuando aprendemos a escuchar al otro y evitamos proyectarnos en él. 

“Una mujer se encuentra a tomar un café con una amiga. Habla ininterrumpidamente durante media hora, relatando extensa y detalladamente todo lo que le sucede, y luego le dice: Bueno, ya he hablado demasiado. Ahora te toca a ti. ¿Qué piensas de lo que te conté? Deseamos ser escuchados y comprendidos, pero no nos detenemos a escuchar y comprender al otro”, ríe la psicóloga Alicia Schmoller. 

Entre 1977 y 1985, Schmoller vivió en Nueva York, donde se especializó en Psicología Transpersonal. Es autora de La sombra. Cómo iluminar nuestros aspectos ocultos, donde estudia la teoría de Carl Gustav Jung sobre la sombra, la parte de nuestra psique donde escondemos lo que socialmente nos resulta inconfesable, nuestra parte oscura. 

 “Pero la sombra nos asusta porque creemos que está compuesta únicamente por aspectos negativos, sin embargo, la sombra tiene un lado negativo, pero también otro positivo porque contiene todo lo que es desconocido para nuestra conciencia, e incluye talentos y dones sin desarrollar. Nos cuesta admitir que somos un mix, aclara. 

“La comunicación es un aspecto básico de toda relación. Cuando nos comunicamos -ya sea de manera verbal o no verbal-, se produce un intercambio de energía, y para que ésta fluya es preciso que las personas que están interactuando se expresen plena y auténticamente. Sin embargo, en muchos casos, esto no suele ser así. Es preciso distinguir entre hablar y comunicar, ya que emitir palabras no implica necesariamente comunicar: se puede hablar mucho sin decir lo que realmente está ocurriendo.” ¿

CUÁLES SERÍA LOS INGREDIENTES DE UNA BUENA COMUNICACIÓN? 

 Son la capacidad para expresarnos con honestidad, y la capacidad para escuchar realmente. Sin comunicación auténtica no es posible tener una relación plena. Sin embargo, la mayoría de las personas no se comunica verdaderamente. Con frecuencia, tendemos a hablar focalizándonos casi con exclusividad en lo que nosotros deseamos decir. Es como si nos estuviéramos escuchando a nosotros mismos. 

Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) sostenía que “comunicarse es natural; aceptar lo que nos comunican es un arte adquirido.” 

 Comunicarnos no implica estar de acuerdo, y dado que somos individuos diferentes en muchos niveles, necesitamos tener en cuenta que los desacuerdos surgen en toda relación, y que necesitamos aprender a resolverlos.

¿CÓMO? 

Reconociendo y aceptando las proyecciones: lo que me irrita en el otro es un espejo de características propias. Lo mismo sucede con lo que admiro. Tomar conciencia de mi sombra, de mis aspectos proyectados, me permite conocerme más plenamente, y a la vez, dejar de depender de otros que encarnan, supuesta o realmente, cualidades que no reconozco en mí. Desarrollar la capacidad de oír lo que la otra persona siente, y mantener la conexión emocional, aun cuando lo que se exprese se relacione con algún descontento, es sumamente sanador para el vínculo. Sin embargo, suele ser difícil, dado que generalmente se activa nuestro ego, y nos ponemos a la defensiva. Hay dos temores básicos en los vínculos que debemos tener en cuenta: miedo a ser “invadidos, tragados”, y miedo al abandono. En el primer caso, se reprime el miedo y se manifiesta irritabilidad, susceptibilidad, enojo, mientras que en el segundo, se reprime el enojo y se expresa el temor bajo la forma de sometimiento, dependencia, intentos constantes de complacer a la otra personal.

¿ALGO MÁS PARA RECORDAR? 

Cuando nos expresamos, es preciso recordar que no se trata de tener razón, sino de tener una interacción que conduzca a la comprensión mutua. Aunque se “gane” durante una discusión, esto no es una solución y el problema persistirá -en realidad, pierden ambos-. Tendemos a tomar los desacuerdos como si se tratara de un ataque personal. Queremos tener razón y ganar; en tales casos, resulta más importante nuestro argumento que el vínculo. Defender a rajatabla nuestro punto de vista no permite resolver los conflictos; por el contrario, los perpetúan, conduciendo a la competencia y al resentimiento.

¿QUÉ OCURRE CUANDO HAY UNA SOBRECARGA EMOCIONAL?

Cuando existe una sobrecarga emocional no es aconsejable intentar un diálogo; en realidad, en esos momentos no estamos demasiado interesados en el punto de vista de la otra persona. Las emociones intensas son contagiosas e inducen en la otra persona una energía afín; basta con observar lo que ocurre en las manifestaciones o las marchas cuando una persona comienza a actuar de manera violenta, generando a menudo un efecto dominó. Por otra parte, las reacciones emocionales intensas generalmente indican que se ha activado algún dolor pasado no resuelto. La reflexión personal previa no sólo nos permite expresarnos luego de manera tal que la otra persona nos pueda escuchar, sino también descubrir aspectos propios en nuestra sombra. 

¿UNA REFLEXION FINAL? 

Voy a recordar un sabio relato sufi. Un sultán soñó que había perdido todos sus dientes. 
Al despertar, ordenó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.
 - ¡Qué desgracia, mi Señor! -exclamó el sabio-. 
Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra Majestad. 
- ¡Qué insolencia! -gritó el Sultán-. ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? 
¡Fuera de aquí! Llamó a su guardia y encargó que le dieran al sabio cien latigazos. 
Más tarde, ordenó que le trajesen a otro sabio y éste, después de escuchar atentamente al Sultán, le dijo: 
- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. 
El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes. Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa, y ordenó que dieran al sabio cien monedas de oro. 
 Cuando abandonó el palacio, uno de los cortesanos le dijo, admirado: 
- ¿Cómo es posible? La interpretación que habéis hecho del sueño es la misma que el primer sabio. 
 - Recuerda bien, amigo mío -respondió el segundo sabio-, que todo depende de la forma en que se dicen las cosas. 

 "Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. 

La verdad debe ser única en cualquier situación, de esto no cabe la menor duda, más la forma en que es comunicada es la que provoca, en algunos casos, grandes problemas. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será recibida con agrado”, concluye Alicia.

AMIGARNOS CON NUESTRAS EMOCIONES EN LUGAR DE PROYECTARLAS 

"La solución de los conflictos sólo es posible cuando está basada en la cooperación (obrar en conjunto), y en la predisposición para encontrar soluciones. 

 No se trata someterse a la otra persona, sino de ciertas renuncias que beneficien a la relación. Y a veces, uno de los dos debe ser el primero en buscar soluciones…" 

 "LAS PERSONAS SABIAS BUSCAN SOLUCIONES, LOS IGNORANTES SE LIMITAN A CULPAR." (TAO 79)

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