SON TIEMPOS DIFÍCILES, DONDE
HAY UN GRAN NUMERO DE SERES HUMANOS QUE, POR DISTINTOS MOTIVOS, LO ESTÁN
PASANDO MUY MAL, TANTO A NIVEL AFECTIVO COMO A NIVEL MATERIAL.
ES MUY DIFÍCIL PODER
COMPRENDER, EN SITUACIONES DE MUCHO DOLOR EL DAÑO PUEDE PROVOCARNOS CUANDO SE
UNE EL DOLOR FÍSICO CON EL DOLOR DEL ALMA.
LA SERENIDAD es la única
opción, el único remedio que puede aliviar vidas, que a veces están
terriblemente frustradas y desesperanzadas, para devolverlas la ilusión por
vivir.
Cuando nuestro cuerpo se
estresa o se agita, se activa automáticamente, generando adrenalina. Esta
hormona nos prepara para defendernos, pero también nos predispone
especialmente para atacar. CUANTO MAYOR SEA LA ANSIEDAD, LA ANGUSTIA
O EL MIEDO, MENOS CONTROL TENDREMOS para mantenernos (física y
mentalmente) serenos y templados. No solo eso, sino que, como si de una fórmula
matemática se tratara, mayor será la tendencia a precipitarnos, a violentarnos
y a estallar al llegar al límite de nuestra tolerancia.
“LA CONDICIÓN ESENCIAL DEL
DOMINIO ES LA SERENIDAD, QUE PERMITE VER LAS COSAS EN SU ASPECTO VERDADERO Y
NOS IMPIDE DORARLAS Y ENSOMBRECERLAS SEGÚN SEA NUESTRO HUMOR” -Yoritomo
Tashi-
La tranquilidad, la
serenidad y la calma, nos ayudarán a conseguir el beneficioso lujo de
acumular sosiego. Y el sosiego nos ayudará a prestar y prestarnos
atención, a reflexionar, a meditar de forma introspectiva, observándonos hacia
adentro, evaluando nuestro comportamiento. También ayudará a pensar de forma
contemplativa, es decir, valorando y apreciando el mundo exterior que nos rodea
y sus circunstancias.
De cualquier manera, el
sosiego y la serenidad nos obligarán a estar en CONEXIÓN con nosotros
mismos. Nos invitan a MEDITAR lo que hará que nos conozcamos mejor,
a VIGILAR la cantidad y el sobrepeso que acumulamos de miedos, culpas, ofensas,
etc y que tanto daño nos producen inconscientemente a lo largo de
nuestra vida.
De manera
irremediable, meditar y reflexionar nos obliga a empaparnos de la
serenidad necesaria para apreciar la vida de una manera ecuánime, a considerar
nuestras relaciones de forma lucida y a mantener nuestra actitud y pensamiento
libres de elementos nocivos.
De manera progresiva, nuestro
comportamiento y también nuestra intención se alejarán de conflictos
innecesarios. Pero hay algo más importante aún: una vez que seamos capaces
de asociar «el dominio de la serenidad» a la capacidad de soportar como
compañía nuestra soledad sin dramas, sin escaparnos de nosotros mismos, sin
provocar ruidos ajenos con nuestros miedos, entonces tendremos un gran terreno
ganado.
ES ASÍ PORQUE QUIEN SEA
CAPAZ DE APRECIAR Y CONVIVIR CON SU SOLEDAD NO
DEPENDERÁ DEL REFLEJO DE OTROS, NI NECESITARÁ PERDER SU AUTOESTIMA PARA QUE LE
RECONOZCAN LO VALIOSO DE SU PERSONA. SIMPLEMENTE HABRÁ APRENDIDO A RESPETAR Y
RESPETARSE A SÍ MISMO.
TRABAJAR
LA SERENIDAD
Detengámonos, meditemos unos
minutos diarios para ejercitar la calma, la quietud, la paz. Porque la
serenidad a veces necesita práctica para que nuestra vida, y la de todos
quienes nos rodean, también se contagien de los beneficios de vivir en armonía
y sosiego.
«UN HOMBRE NO TRATA DE VERSE
EN EL AGUA QUE CORRE, SINO EN EL AGUA TRANQUILA, PORQUE SOLAMENTE LO QUE EN SÍ
ES TRANQUILO PUEDE DAR TRANQUILIDAD A OTROS.» -Confucio-
Pero ¿Cómo conseguir esa
serenidad que nos ayude a reflexionar? La respiración es un gran aliado
para escapar del estrés. Respiraciones profundas, desde el abdomen,
inhalando por la nariz y exhalando con calma por la boca. Otras técnicas
como la meditación, el yoga o el taichi también pueden contribuir a alcanzar
ese nivel de relajación tan necesario, a nivel físico y también mental.
LA SERENIDAD
DEL ALMA PERMITIRÁ VER Y ENTENDER DE UNA MANERA MUCHO MÁS CLARA
LO QUE HA SUCEDIDO Y SUCEDE EN NUESTRAS VIDAS Y LO QUE ESTA AUN POR
SUCEDER. ALEJARÁ LA IRA Y EL ENFADO QUE A VECES NOS CIEGAN Y NOS AYUDARÁ A
CAMINAR HACIA LA PLENITUD Y LA FELICIDAD.
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