SIGNIFICA EJERCER UNA
CRÍTICA FEROZ Y EXAGERADA DE TODO LO QUE HACEMOS. SIGNIFICA EVITAR
CUALQUIER OPORTUNIDAD QUE NOS HAGA FELICES O NOS HAGA SENTIR MEJOR.
A nadie se le escapa que
estamos viviendo momentos muy difíciles y únicos a todos los niveles, local
regional nacional y mundial y en estas grandes crisis, es cuando cada ser
humano necesita de todos sus valores y potencial para poder salir de dicha
crisis y uno de los valores necesarios para ello es …… “el amor propio”
Y que es el amor propio
pues: “EL AMOR PROPIO ES LA ACEPTACIÓN, EL RESPETO, LAS PERCEPCIONES, EL
VALOR, LOS PENSAMIENTOS POSITIVOS Y CONSIDERACIONES QUE TENEMOS HACIA NOSOTROS
MISMOS Y QUE PUEDE SER APRECIADO POR QUIENES NOS RODEAN”.
Cuando los seres humanos
reconocemos en nosotros mismos, el amor propio, es porque se ha alcanzado un equilibrio
entre el estado anímico y nuestra autoestima. Dicho equilibrio se proyecta al
exterior como un sentimiento de bienestar.
No hay amor sin odio, así
como no hay odio sin amor. Estos dos sentimientos son como el
día y la noche: dos caras de la misma moneda. Incluso los afectos más
tiernos y sinceros tienen vislumbres de odio, debido al hecho de que cada
forma de amor implica una cierta cantidad de insatisfacción. NO HAY AMOR
PERFECTO, YA QUE NO HAY SERES HUMANOS PERFECTOS.
AMAMOS Y SOMOS AMADOS EN MODO
IMPERFECTO. Este concepto también se aplica al amor que
sentimos por nosotros mismos: nunca somos tan completos como para hacer
desaparecer cualquier defecto o duda.
CUANTO MÁS CONSISTENTE ES EL
AMOR PROPIO, MÁS AMOR PODEMOS SENTIR POR LOS DEMÁS.
Pero, ¿qué sucede cuando, en
lugar de amarnos, nos odiamos? ¿Qué sucede cuando actuamos como si
fuéramos nuestro peor enemigo?
Buda decía: “Ni siquiera tu
peor enemigo puede lastimarte más de lo que lo hacen tus pensamientos
negativos”.
LA GRAN PREGUNTA QUE DEBEMOS
HACERNOS ES ¿POR QUÉ NOS HACEMOS ENEMIGOS DE NOSOTROS MISMOS?
Sería lógico que cada uno de
nosotros al menos contara con dicho amor propio, para avanzar en la vida, pero
las cosas no siempre salen así: a menudo, somos nosotros quienes convertimos
nuestra vida en un infierno.
LO QUE NOS LLEVA A ESTA
TREMENDA CREENCIA ES LA PRESENCIA DE UNA FIGURA QUE NOS HACE CREER TODAS ESTAS
COSAS. Puede ser una persona amada y fundamental durante nuestro
crecimiento, como un padre, una madre o ambos. A veces es toda
la estructura familiar o alguien de quien dependemos.
Lo que es seguro es que esta
figura o estructura es incapaz de acoger con cariño a un nuevo ser. En general, hay
una cadena de “FALTA DE AMOR”: los padres o la familia repiten lo que ellos
mismos experimentaron durante su infancia.
Es casi seguro que han
vivido relaciones en las que la indiferencia prevaleció antes que las
necesidades de los demás, antes de la tristeza, la vergüenza y la
agresión. Siendo testigos de infinitos gestos de abandono (o amenaza de
abandono) y rechazo.
Pesados silencios,
negación de
sentimientos. Rechazo
y castigo ante la autoafirmación. Gravedad en los juicios y represión de las emociones. EN TAL AMBIENTE, ES DIFÍCIL TENER LAS CONDICIONES
PARA CONSTRUIR UN SENTIDO SALUDABLE DE APRECIACIÓN DE UNO MISMO Y DE LOS DEMÁS.
El autodesprecio se
desarrolla consciente e inconscientemente. Llevando dentro de sí mismo un
componente de instintos autodestructivos, que crecen y se fortalecen cuando el
entorno les alimenta.
Lo que sigue es obviamente
una historia difícil: el niño se convierte en adolescente y luego en
adulto, y su vida está invadida perpetuamente por sentimientos de tristeza, ira
y culpa. La peor parte es que estos sentimientos son muy indefinidos: la
tristeza, la ira y la culpa pueden
surgir de cualquier circunstancia y pueden dirigirse hacia todo y nada.
En este punto, surgen
algunos pensamientos en el propio pensamiento: “No puedo”, “No soy capaz”,
“Tengo miedo”, “No sirvo para nada”, “A nadie realmente le importo”. Estos
pensamientos también afectan la opinión de los demás: “no pueden”, “no
son capaces”, “tienen miedo”, “no sirven para nada”, “a nadie le importan”.
POR LO TANTO, SE CREA UN CÍRCULO
VICIOSO EN EL QUE LA RELACIÓN PERJUDICIAL CON UNO MISMO SE TRANSFORMA EN
UNA RELACIÓN DESTRUCTIVA CON LOS DEMÁS. Esto
genera experiencias que alimentan la idea de ser personas malas o indignas.
En esta falta de amor
propio, existe un mecanismo llamado “IDENTIFICACIÓN CON EL AGRESOR”: esto
significa que la “víctima” individual termina pareciéndose a las personas que
lo han dañado. Obviamente, es un mecanismo inconsciente.
Cuando eras niño, querías
amor, aprecio y respeto, pero tal vez recibiste lo contrario. Sin embargo,
en lugar de reflexionar y mejorar, terminas copiando los comportamientos de
aquellos que te han rechazado, abandonado o atacado.
TERMINAS ATRAPADO EN UN
ESPEJO, PARA SEGUIR REPRODUCIENDO LA MIRADA NEGATIVA QUE HAS RECIBIDO, PARA
INTERNALIZAR EL ODIO Y EL RECHAZO DEL QUE HAS SIDO VÍCTIMA, PARA ACEPTAR ESTOS
SENTIMIENTOS.
LAS HISTORIAS DE ESTE TIPO
SON LA RAÍZ DE MUCHOS PROBLEMAS COMUNES, COMO LA DEPRESIÓN.
EN ÉL, LA AUSENCIA DE
OBJETIVIDAD PERMANECE DURANTE EL ANÁLISIS DE LO QUE SE NOS DICE O HACE Y,
POR LO TANTO, ACEPTAMOS PASIVAMENTE EL HECHO DE QUE MERECEMOS TODO
ESTO. ASÍ ES COMO TERMINAMOS SOPORTANDO UN PESO QUE NO
DEBERÍAMOS SOPORTAR.
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