NADA SE REPITE, ES UNA ILUSIÓN PSICOLÓGICA DE NUESTRA MENTE, PORQUE CADA MOMENTO ES ÚNICO E IRREPETIBLE Y AUNQUE REPITAMOS UNA MISMA ACCIÓN NUNCA OBTENDREMOS EL MISMO RESULTADO, AUNQUE A VECES NOS LO PAREZCA.
Cuando leí a la poeta polaca Wislawa Szymborska (Premio Nobel de Literatura en 1996) se me quedo grabado lo que ella decía sobre este tema y lo comparto con todos vosotros:
“Nada ocurre dos veces y no ocurrirá. Por esta razón nacimos sin práctica y moriremos sin rutina. Aunque fuéramos los más torpes alumnos en la escuela del mundo no repetiríamos ningún invierno ni verano. Ningún día se repetirá, no hay dos noches parecidas dos besos iguales ni dos miradas idénticas en los ojos”
Los procesos de evolución de la conciencia generalmente requieren que hagamos periódicamente un alto en el camino, evaluemos con honestidad la ruta que seguimos y miremos dentro de nosotros para comprobar el nivel de felicidad que dicho caminar nos aporta.
A veces somos crueles al evaluarnos, nos miramos y creemos repetirnos infinitamente. Aquello en lo que aún somos torpes, aquello en lo que la sagacidad aún no se ha despertado del todo, se nos presenta como inmutable, inmodificable, y caemos en el auto reproche: “Siempre lo mismo”, “Nunca aprendo”, “Es inútil todo lo que haga”. La palabra “reproche” viene de “reprobación”, “echar en cara”. Y, para crear un buen vínculo con uno mismo, es indispensable revisar y ajustar la máquina de reprochar que llevamos dentro. Porque suele funcionarle mal un dispositivo EL DE LA PERSPECTIVA.
Como decía pensamos que nos repetimos continuamente, pero si trabajamos con eso que se repite, nos damos cuenta de que no hay tan exacta repetición.
COMO DICE CARL GUSTAV JUNG, HAY REGRESIONES AL SERVICIO DE LA PROGRESIÓN, RETROCEDEMOS EN APARIENCIA PARA VER CON MÁS CLARIDAD LOS VIEJOS MECANISMOS, VOLVIENDO A ELLOS CON MAYOR CONCIENCIA QUE LA ÚLTIMA VEZ.
Y en ese aparente retroceso, en ese aparente estancamiento, si analizamos con atención el proceso y no nos juzgamos con excesiva severidad, observaremos que no estamos caminando en círculo, sino en espiral ascendente. Que cada vez que repetimos una situación nos damos cuenta de más cosas, que empezamos a prever y que, como desarrollamos la habilidad de pre-verlo y de verlo, los resultados tienen menor repercusión negativa.
Hasta que un día sucede la circunstancia “de siempre” se presenta pero nos sorprendemos reaccionando de una manera diferente, ese trabajo con uno mismo abre ante nosotros la alternativa de actuar con una conducta interna o externa nueva que nos asombra y nos decimos: “No parezco yo” Sin embargo... ese “yo” es más “nosotros mismos” que el “yo” que antes éramos.
Y eso no es todo, en todo ese proceso de repeticiones y transformación, lo que estamos haciendo, a partir de la auto-observación, es modificar circuitos en nuestro cerebro.
Tenerse paciencia es una actitud que necesitamos aprender y entrenar. ES PARTE DEL ARTE DE SABER ESPERAR. “SABER ESPERAR-SE”. Es decir dar tiempo a que el conocimiento que vamos adquiriendo de sus resultados al llevarlo a la práctica. La paciencia (que es un árbol de raíces amargas, pero frutos muy dulces) bien entendida debe empezar con uno mismo.
SUPEREMOS EL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD ACERCA DEL “REPETIRNOS”. PONGAMOS EN PRÁCTICA EL CONOCIMIENTO ADQUIRIDO, CONFIEMOS EN NUESTRO TRABAJO Y DISFRUTEMOS DE LOS LOGROS Y PROGRESOS DE TENER PACIENCIA CON UNO MISMO.
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