CUANDO NO EXPRESAMOS EL DOLOR, CUANDO LO RETENEMOS DENTRO DE NOSOTROS, TARDE O TEMPRANO ACABA CAUSÁNDONOS GRAVES HERIDAS EMOCIONALES, QUE COMO SABEMOS SON LAS MÁS DIFÍCILES DE SANAR.
Pero cuando podemos gritarlo, el dolor duele menos. Se comparte, alguien lo escucha y posiblemente, alguien nos consuele.
El peor de todos los dolores es aquel que ni siquiera puede salir resbalando con las lágrimas.
El que se queda enquistado en la mirada. El que se retuerce dentro sin que parezca que pasa nada. Aquel que planta su bandera en el centro de la esperanza y poco a poco acaba con ella.
En ocasiones, hay dolores que ni siquiera se acercan a la garganta. Dolores secos, ciegos y mudos. Dolores que por mucho que nos cubran con sonrisas no cesan en su empeño de continuar anclados en nuestro interior.
Nos engañamos muchas veces. Creemos que no volverán. Que se han marchado para siempre. Que les dijimos adiós hace mucho. Y sin embrago, nos los volvemos a encontrar merodeando cerca de nuestro corazón. Ahí, esperando que sigamos rindiéndonos ante su dominio y su paciencia.
LLEGAN A SER NUESTROS AMIGOS. TAN CERCA ESTÁN DE NOSOTROS QUE PERDERLOS NOS DEJARÍA UN INMENSO HUECO DIFÍCIL DE LLENAR. SON PARTE DE NUESTRA HISTORIA. BIOGRAFÍA EN ESTADO PURO. IDENTIDAD CON NOMBRES Y APELLIDOS.
Nuestros dolores han parido muchas veces. Han crecido, han engordado, se han hecho viejos. Son parte de nuestro álbum de fotos, de nuestro armario, de lo pequeño que guardamos en una caja, de fechas en el calendario.
Y son fuertes. Tienen la capacidad de dejarnos paralizados. Incluso a veces, ya no somos capaces de vivir sin su presencia, así es el ser humanos, en numerosas ocasiones vive enganchado al dolor, durante toda su vida.
Estoy convencido de que el mejor camino para llevarnos bien con el dolor que no cesa, es hacernos amigos de él. Conversar frente a frente, averiguar la causa, la raíz de ese dolor, solo de esa forma podremos eliminarlo de nuestra vida.
El camino para eliminar el dolor sea el que sea en nuestra vida, es un camino de dos direcciones y casi siempre pasa por perdonar y sobre todo perdonarnos. Tomando conciencia aunque sea duro de entender que el dolor siempre nos lo causamos nosotros, no nos duele lo que nos sucede o lo que nos hacen, sino la interpretación subjetiva que hacemos de ello.
El dolor es maestro. Nos enseña. Nos impone el aprendizaje si no queremos repetirlo. Nos recuerdan lo posible y lo imposible. Lo que fue y lo que no será.
RECUERDEN SOLO HAY DOS CAMINOS PARA APRENDER, POR CONCIENCIA O POR DOLOR.
Por eso es tan importante el conocimiento y sobre todo el conocimiento de uno mismo, porque el conocimiento genera conciencia y sabido es que a mayor grado de conciencia……..menos dolor.
NOS AYUDA A VER MÁS ALLÁ LO DE MÁS ACÁ. NOS COLOCA EN LA POSICIÓN DE VALORAR MÁS LA FELICIDAD CUANDO LLEGA. NOS AYUDA A SENTIR MÁS. NOS DEDICA LA MEJOR VERSIÓN DE LO QUE NO QUEREMOS SER Y NOS INDICA EL LUGAR DONDE NUNCA QUEREMOS ESTAR.
POR ESO, EL DOLOR SI SABEMOS TRATARLO HASTA NO ES TAN MALO. PORQUE EN REALIDAD, SIEMPRE HAY ALGO BUENO HASTA EN LO PEOR
NADA ES ABSOLUTO, HASTA EN EL DOLOR HAY ALGO DE BUENO, IGUAL QUE EN LO BUENO HAY ALGO DE DOLOR.
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