LA NATURALEZA APARENTEMENTE ESCURRIDIZA DEL AMOR EMPIEZA A COBRAR FORMA Y COLOR CUANDO CAMBIAMOS NUESTRA PERSPECTIVA Y REORIENTAMOS NUESTRA ATENCIÓN HACIA NOSOTROS/AS MISMOS/AS Y VEMOS MÁS ALLÁ DE LA SUPERFICIE DE NUESTRA FACHADA Y DE NUESTRO CUERPO Y TE AMAS A TI MISMA POR ENCIMA DE TODO.
Y si nadie más en el mundo ama tus ojos, ama tu rostro, ama tu cuerpo, si nadie más que tú lo ama, con eso es suficiente. Entonces serás la más apreciada de las joyas. Cuando desarrolles quien eres, serás más hermosa de lo que nunca hayas sido, y no podrás ser comparada, y no podrás ser adulada, y no podrás ser vendida… ¿Entiendes? Todo lo que tienes que hacer es ser el núcleo de lo que verdaderamente eres, tú misma.
La verdadera belleza no tiene que ver con el cuerpo. Es la originalidad del Espíritu, tus ojos danzantes y la mente rápida, un Espíritu que conoce y entiende los desafíos de la vida, que no depende de los demás. “UNA MUJER ESPIRITUAL ES, VERDADERAMENTE, UNA COSA IMPRESIONANTE DE CONTEMPLAR, Y ES ADMIRABLE, Y MÁS RARO QUE VER DOS LUNAS”.
Y EL MÁS HERMOSO DE LOS HOMBRES ES AQUEL QUE ES IMPECABLE CON SU YO ESPIRITUAL, QUE SE AMA A SÍ MISMO NO POR EL REFLEJO EN EL ESPEJO, SINO POR LO QUE SALE DE SUS OJOS, POR LO QUE SALE DE SUS LABIOS, POR LO QUE SIENTE EN LAS LÁGRIMAS QUE DERRAMA.
Cuando te amas a ti misma/o, perfeccionas tus pensamientos, perfeccionas tus acciones, perfeccionas tus sueños, y de repente tu núcleo central no es otra cosa que tú misma. El centro de la alegría no es otra cosa que tú misma y eso es amor.
Todos tenemos un profundo anhelo de amor. Es un misterio. Pero una vez que hallamos el misterio, es algo multi-esplendoroso. Es la base de la vida misma, porque, en la visión mayor, nacemos del amor, conocemos la vida a través del amor. Somos amados/as por un orden superior que está tan apasionadamente implicado/a con nosotros/as que si no fuera por esa pasión, literalmente no seríamos nada: ni recuerdos, ni pasado, ni presente, ni futuro, ni esperanza. Seríamos una nada.
Amor es esa elevada existencia dorada que trasciende el deseo carnal, pero que, una vez que lo encontramos, incluye el deseo en forma de unidad apasionada, una unidad que es compartida no sólo sexualmente, sino también espiritualmente.
El amor es algo multi-esplendoroso. Y no es algo que comience entre tus piernas. Es algo que comienza en nuestras almas, y sólo allí. Es algo que permite, como el más pulido y perfecto, un reflejo de nosotros/as mismos/as. El esplendor de ser capaces de interactuar en un espejo perfecto que es la pareja. Cuando nos miramos en ese espejo, encontramos que ese reflejo es precioso, satisfactorio, desafiante, excitante. Nos enamoramos del reflejo que contiene en sus ojos la promesa de un nuevo desarrollo, de nuestras aventuras, de una nueva conciencia. Si miramos dentro de ese espejo y tocamos el espejo, el reflejo sale a encontrarse con nuestro tacto, y si movemos el dedo, el espejo se mueve con nosotros; si nos damos la vuelta, él o ella se da la vuelta, pero sólo para volverse y asegurarse de que estamos mirando… El amor es algo multi-esplendoroso.
Tanto si el espejo es de cobre o de plata, tanto si es de mercurio como de azul medianoche, tiene un reflejo.
Y el reflejo del amor es el reflejo de nuestro yo, y cuando miramos a ese espejo, estamos mirando a otra persona, para que sonría y sonriamos, para que sus ojos dancen y nuestros ojos dancen. Amar a otra persona significa inequívocamente amarte a ti misma.
Cuando nos encanta lo que vemos y empezamos a preguntarnos: ¿es el espejo, o soy yo?, cuando estamos así de cerca, hemos encontrado el amor, porque en eso encontramos nuestro deleite, nuestra desnudez, nuestra gloria, nuestra belleza, nuestra felicidad.
El mayor amor es esa de la persona que nos conmueve –nos conmueve- de un modo que nunca antes hemos sido conmovidos, que ronda nuestra mente, que es nuestro ideal. Es una persona que por mucho que abracemos y por más hondo que vayamos, nunca toca fondo. Y parece como si quisiéramos perdernos en ella, y que su momento sea nuestro momento, y que cuando estamos separados, el esplendor del encuentro eufórico siempre está allí. Verdaderamente hemos encontrado un compañero o compañera al nivel más elevado. Eso es amor.
Y el reflejo saca lo mejor de nosotros, no lo peor.
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