CONOCER LAS LEYES NATURALES QUE RIGEN LOS FENÓMENOS DE LA VIDA, CONSTITUYE UNA NOBLE PREOCUPACIÓN DEL SER HUMANO QUE HA DADO LUGAR A LA CONQUISTA DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y A LA FORMULACIÓN DE IDEALES, EN ENCUENTRO CONSCIENTE CON SU DESTINO Y POSIBILIDADES.
En tal empresa el individuo se ha pronunciado definitivamente por el método científico descubriendo y enunciando las leyes que rigen muchos fenómenos naturales.
Pero integrando el cuadro de las leyes naturales de las cuales conocemos algunas, se perfilan las leyes morales, cuyo descubrimiento también exige estudio, experimentación y meditación.
Estas leyes superiores, tan inmanentes y perfectas como las de la materia que rigen el equilibrio universal, reflejan también la obra de la creación y su magnificencia en el universo de la vida.
Este conjunto de leyes que podríamos integrarlas en una ley natural, son las que guían la armonía del universo material y moral. Aquí se incluyen las leyes físicas que regulan el movimiento y las relaciones de la materia y las leyes morales que comprenden al ser humano, su relación con el creador y sus semejantes.
DESDE LA PARTÍCULA MÁS ELEMENTAL HASTA EL HOMBRE EN SU NATURALEZA FÍSICA Y ESPIRITUAL, EL PROCESO EVOLUTIVO SE INTEGRA EN UN TODO Y HACIA UN MISMO OBJETIVO: EL PROGRESO.
Si observamos que la ley, por definición, es la forma en que las cosas se realizan de acuerdo a sus propiedades esenciales, podemos advertir que la misma está impresa en la naturaleza y el espíritu humano desde su origen.
El poder descubrirlas, asimilarlas, comprenderlas e indagar sobre su funcionamiento y trascendencia en nuestra existencia, es lo que nos permitirá ser libres al estar en armonía con las mismas, de la misma manera que el conocimiento de las leyes físicas, permite obrar en armonía con el desenvolvimiento de las acciones humanas.
En la concepción evolucionista del Conocimiento Espiritual, este proceso de asimilación se va reflejando en el ser gradualmente en la medida que se reconoce como espíritu, ente esencial, imperecedero, inteligente y perfectible que a partir de su voluntad y libre albedrío dirige las alternativas de sus sucesivas existencias en un proceso continuo de aprendizaje.
Desde este punto de vista, no existe el mal absoluto en la evolución del ser humano. Este no puede ser el resultado de la voluntad o de la imprevisión de un creador responsable o un ser destinado a perpetuidad para practicarlo.
Lo que denominamos como el mal, no es más que la medida de la inferioridad de los seres que lo ejecutan en su ignorancia y por lo tanto tiene una existencia subjetiva. El dolor y las adversidades individuales y sociales son muchas veces el compañero inevitable en el despertar de la conciencia.
ASÍ, DE LA DUDA NACE EL ESTUDIO; DEL DESENGAÑO, LA EXPERIENCIA; DE LAS INJUSTICIAS SOCIALES, LA NECESIDAD DE UN ORDEN SOCIAL MÁS JUSTO; DE LA GUERRA, EL ANHELO POR EL BIENESTAR DE LA PAZ.
PERO EL ESPÍRITU ES EN SÍ UN GERMEN QUE CONTINUAMENTE SE DESARROLLA, CUYOS ESTADOS SON VARIABLES Y CUYOS ACTOS SON REPRESENTACIONES DEL ESTADO DE PROGRESO EN EL QUE SE ENCUENTRA.
En su aprendizaje por la experiencia, descartando ideas punitivas acerca de la vida, el individuo procura niveles vivenciales cada vez mejores donde pueda encontrar su propio equilibrio, se sienta partícipe, creativo, expandiendo su emotividad, cultivando aquellos valores que se combinan con la ley. Ella está en la conciencia, donde cada individualidad espiritual debe no sólo internalizarla conscientemente sino comprender su aplicación en la dinámica de la vida.
LA LEY ES EN SÍNTESIS, LA EXPRESIÓN UNIVERSAL DE LA VOLUNTAD DE TODA LA CREACIÓN, EN CUYO PENSAMIENTO ESTAMOS SUMERGIDOS Y QUE ESTABLECE LOS PRINCIPIOS DE EQUILIBRIO, RECIPROCIDAD Y COMPENSACIÓN EN QUE CADA UNO Y TODOS PRECISAMOS VIVIR, ALCANZANDO LA PLENITUD INTERIOR, ES DECIR, LA FELICIDAD.
Comparto otro nuevo video que seguro lo disfrutaran:
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