jueves, 29 de agosto de 2013

LA FE Y LA RAZÓN

LA FE ENCIERRA UN SIGNIFICADO MUY IMPORTANTE PARA LA VIDA DE MUCHAS PERSONAS. INVOLUCRA LA FORTALEZA QUE POSEE EL SER HUMANO PARA LLEVAR A CABO LO QUE SE PROPONGA.

PORQUE FE ES CONFIANZA, CONFIANZA EN SÍ MISMO, EN SU CAPACIDAD DE TRABAJO PARA CONSEGUIR UN OBJETIVO O DE LUCHA PARA ENFRENTAR SUS PROBLEMAS CON LUCIDEZ, SENTIDO COMÚN Y AMOR POR LA VIDA.

Este amor por la vida que aporta el entusiasmo para perseverar con dinamismo aún en los momentos más difíciles, rescatando el factor positivo de las experiencias vividas.

La fe es el sentimiento íntimo que relaciona al hombre con su Creador y lo impulsa a mantener una vida interior donde conviven la valoración de los momentos felices y la aceptación de las adversidades como un estímulo a su capacidad de trabajo, a su inteligencia y a su creatividad.

Nos permite comprender que el dolor no constituye un castigo Divino sino una herramienta evolutiva para llegar a mayores niveles de sensibilidad y solidaridad con nuestros semejantes. Esta concepción de la fe nos permite acercar la vida en sus diferentes matices, rescatando en cada circunstancia de la misma, feliz o dolorosa, el mensaje que pretende dejarnos.

La fe en nosotros mismos no debe confundirse con la autosuficiencia que se acerca más a la soberbia que a la propia confianza. Por el contrario, debe tener el sello de la humanidad, que le da al hombre la convicción de que, más allá de lo que puede o no comprender, están las leyes universales rigiendo la evolución de los seres.

La humildad predispone a la intuición y a la lucidez que son necesarias para resolver cada problema en su momento oportuno.

Cuando el ser agota los medios para superar las dificultades es cuando debe elevar su pensamiento a Dios y sin claudicar en la lucha y en el esfuerzo, entregar su sentimiento de aceptación y fe. Una fe vigorosa en la lógica de los procesos otorga perseverancia, energía y los recursos que permiten salvar los obstáculos, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes empresas.

La hipertrofia de la fe asentada sobre un fanatismo religioso ha llevado a la humanidad a un sinnúmero de conflictos desdibujando su significado altruista y universal. Este abuso a la libertad de pensamiento hizo prevalecer la razón suponiendo que ambos conceptos, fe y razón, serían irreconciliables.

Sin embargo, es posible armonizarlos para el progreso de la humanidad, a partir de una fe lúcida, orientada por la razón y no ciega y sin que el hombre deba abdicar de una de sus más valiosas facultades: el razonamiento, la libertad de pensamiento y su libre albedrio.

SÓLO ES INQUEBRANTABLE AQUELLA FE QUE SE BASA EN LA COMPRENSIÓN, EL DISCERNIMIENTO Y LA INTERPRETACIÓN DE LOS HECHOS, AQUELLA QUE PUEDE MIRAR FRENTE A FRENTE A LA RAZÓN EN TODAS LAS EDADES DE LA HUMANIDAD.

Y ESTO ES POSIBLE, ADOPTANDO UNA ACTITUD ABIERTA DE ESTUDIO Y ANÁLISIS EN LA BÚSQUEDA DE NUEVOS CONOCIMIENTOS, AMPLIANDO NUESTRO CRITERIO PARA UNA MEJOR EVALUACIÓN DE LOS MISMOS. ESTA HA SIDO LA ACTITUD DE MUCHOS HOMBRES DE LA FILOSOFÍA Y DE LA CIENCIA QUE CONTRIBUYERON AL PROGRESO DE LA HUMANIDAD.

LA RAZÓN NO ESTÁ REÑIDA CON LA FE. PORQUE MIENTRAS LA PRIMERA ESTIMULA NUESTRO INTELECTO, LA SEGUNDA ANIDA EN EL CORAZÓN DEL SER HUMANO Y LO IMPULSA AL CALOR DE LA ESPIRITUALIDAD, POSIBILITANDO UN ÍNTIMO ACERCAMIENTO CON DIOS. AMBAS SON NECESARIAS Y SE COMPLEMENTAN EN EL TRAYECTO EVOLUTIVO DEL ESPÍRITU.

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