DOSSIER. Ante una previsible tormenta solar de gran intensidad. Teoría, posibilidades y medidas cautelares
Siempre: serenidad, información libre y consciencia
En toda situación en que organismos o institutos oficiales de carácter nacional o internacional -como la NASA, en Estados Unidos- crean o tratan de crear, junto con los mass media, un clima de temor generalizado ante posibles o hipotéticos desastres o catástrofes naturales (lo mismo que con ataques terroristas), hemos de analizar friamente la cuestión concernida, para discernir cuánto hay de verdad y cuánto de manipulación en todo ello; y sobre todo, hemos de elevarnos por encima de todo temor o ansiedad, pues esto -aparte de no arreglar nada- ha sido y es utilizado astuta y sistematicamente por el poder global establecido, como una herramienta para provocar en última instancia la cesión y entrega por parte de la población de derechos, libertades y soberanía.
Tal situación no podría producirse de no mediar el clima social (a veces de terror, a veces de shock) propicio para ello, forzado por “amenazas, riesgos y calamidades” que en muchos casos los mismos poderes en la sombra -manejando gobiernos, instituciones, organismos y mass media- han diseñado, creado y ejecutado, usando sus resortes ocultos y discretos, valiéndose de tapaderas, “accidentes” o “ataques” de bandera falsa.
De igual modo, situaciones reales como el cambio climático (no antropogénico) y otros, son instrumentalizados por el sistema a su conveniencia, confeccionando versiones oficiales a su medida para facilitar sus planes y objetivos de mayor control sobre la población, los recursos y las naciones del planeta.
Por tanto, estimado lector, con serenidad infórmate bien y aplica tu discernimiento, recordando siempre que el auténtico conocimiento de tu ser y de la realidad que te rodea, junto a la aplicación y experiencia práctica de lo aprendido, es la mayor y mejor inversión que puedes hacer, pues te brindará crecientes niveles de salud, fuerza y paz. La información relativa a ello no te la ofrecerán en la televisión o en los periódicos, sino que habrás de indagarla por tu cuenta y, sobre todo, practicarla.
¿ESTÁS PREPARADO PARA UNA TORMENTA SOLAR?
¿Estás al corriente de la actividad solar?, ¿has escuchado, leído o visto en algún medio que el Sol está incrementando su actividad muy rápidamente y que podría afectar a la vida en el Planeta? Aquí te ofrezco alguas informaciones, enlaces y videos para que puedas estar al corriente. Mi intención también es plantear algunas cosas que SE PUEDEN HACER.
¿QUÉ OCURRE CON EL SOL?
El actual ciclo de 11 años de tormentas solares empezó en marzo de 2008 y tendrá un pico a finales de 2011 o mediados de 2012 – más de un año más tarde de lo esperado — de acuerdo con una predicción realizada por en Centro de Entorno Espacial NOAA en coordinación con un panel internacional de expertos solares. El Centro de Entorno Espacial NOAA lidera el panel de predicción y presentó su predicción en su Taller de Clima Espacial en Boulder, Colorado.
El primer aviso de que el Sol había comenzado a activarse se produjo el pasado enero del 2010, cuando el observatorio espacial ruso Tesis registró la mayor llamarada de los últimos dos años y medio, según informó el Instituto de Física «Lebedev». El fenómeno duró casi dos horas. Esta fue la mayor explosión, pero no la única: los equipos de medición de Tesis registraron un máximo histórico de llamaradas solares, la cifra más alta de los últimos cinco años y equiparable al total de explosiones solares que se observaron en 2009. El pasado 22 de enero, el Sol pilló su mayor rabieta en cinco años. Después de un período de tranquilidad que comenzó a principios de 2008, nuestra estrella se ha despertado de su letargo y ha comenzado una fase de actividad con picos jamás conocidos hasta la fecha. Los científicos advierten de que estos movimientos en el astro rey no presagian nada bueno para un mundo cada vez más dependiente de la navegación por satélite.
¿QUÉ ES UNA TORMENTA SOLAR?
Durante un periodo de actividad solar, se producen con mayor asiduidad erupciones violentas en el Sol. Las llamaradas solares y vastas explosiones, conocidas como eyecciones de masa coronal, lanzan fotones de alta energía y materia altamente cargada hacia la Tierra, sacudiendo la ionosfera del planeta y el campo geomagnético. Según Baker, experto en clima espacial de la Universidad de Colorado, es difícil concebir que el Sol pueda enviar hasta la Tierra la energía necesaria para provocar este desastre. Difícil, pero no imposible.
La superficie misma de nuestra estrella es una gran masa de plasma en movimiento, cargada con partículas de alta energía. Algunas de estas partículas escapan de la ardiente superficie para viajar a través del espacio en forma de viento solar. Y de vez en cuando ese mismo viento se encarga de impulsar enormes globos de miles de millones de toneladas de plasma ardiente, enormes bolas de fuego que conocemos por el nombre de eyecciones de masa coronal. Si una de ellas alcanzara el campo magnético de la Tierra, las consecuencias serían catastróficas. Ver simulación de la NASA
La intensidad del ciclo solar se mide en número máximo de manchas solares – manchas oscuras en el Sol que marcan las áreas de actividad magnética incrementada. Cuantas mayores manchas solares, más posibilidades de que tenga lugar una gran tormenta solar. El Sol está variando constantemente en ciclos, a través de períodos de aumento y disminución de intensidad. Los científicos controlan el ciclo de aproximadamente 11 años a través del seguimiento de las manchas solares. Durante las épocas punta de emisiónes (llamadas máximos solares) existe una posiblilidad mucho mayor para la ocurrencia de fenómenos tales como las Eyecciones de Masa Coronal (CMEs), las cuales son intensas tormentas de viento solar. Las CMEs solares arrojan erupciones de hasta cien mil millones de toneladas de gas electrificado hacia la Tierra a altísimas ¡¡Velocidades de hasta 2.000 kilómetros por segundo!!
¿QUIÉN LO ADVIERTE?
Un informe extraordinario financiado por la NASA y publicado hace menos de un año por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (NAS), advierte de las terribles consecuencias que podría tener para la civilización sobre la Tierra. Y resulta que, según el citado informe, son precisamente las sociedades occidentales las que, durante las últimas décadas, han sembrado sin quererlo la semilla de su propia destrucción. «Nos estamos acercando cada vez más hasta el borde de un posible desastre», asegura Daniel Baker, un experto en clima espacial de la Universidad de Colorado en Boulder y jefe del comité de la NASA que ha elaborado el informe.
La agencia espacial de Estados Unidos planea una reunión este 8 de junio del 2010 para preparar una estrategia preventiva, en el foro de “Space Weather Enterprise”.
¿QUÉ SIGNOS NOS AVISARÍAN?
El cielo, de repente, aparece adornado con un gran manto de luces brillantes que oscilan como banderas al viento. Da igual que no estemos cerca del Polo Norte, donde las auroras suelen ser comunes. Podría tratarse perfectamente de Nueva York, Madrid o Pekín. Uno de los efectos secundarios de una tormenta así podrían ser auroras más cerca de los trópicos, aquí una simulación de una aurora en Nueva York. Pasados unos segundos, las bombillas empiezan a parpadear, como si estuvieran a punto de fallar. Después, por un breve instante, brillan con una intensidad inusitada… y se apagan para siempre.
¿QUÉ INSTRUMENTOS EXISTEN HOY PARA PREDECIR Y OBSERVAR AL SOL?
La NASA lanzó en febrero del 2010 desde Florida el Observatorio de Dinámica Solar (Solar Dynamics Observatory, SDO), una sonda que emprenderá «una misión sin precedentes» para proporcionar a los científicos los datos más extraordinarios y desconocidos sobre el comportamiento del Sol. Durante cinco años, la sonda, equipada con unos extraordinarios telescopios, rastreará de forma incansable las manchas y llamaradas solares. Su objetivo final es desentrañar, entre otros misterios, cómo el campo magnético de nuestra estrella afecta al resto de nuestro sistema solar.
¿Tenemos un sistema de alertas que nos avise a tiempo? Los expertos de la NASA opinan que no. Actualmente, las mejores indicaciones de una tormenta solar en camino proceden del satélite ACE (Advanced Composition Explorer). La nave, lanzada en 1997, sigue una órbita solar que la mantiene siempre entre el Sol y la Tierra. Lo que significa que puede enviar (y envía) continuamente datos sobre la dirección y la velocidad de los vientos solares y otras emisiones de partículas cargadas que tengan como objetivo nuestro planeta.
ACE, pues, podría avisarnos de la inminente llegada de un chorro de plasma como el de 1859 con un adelanto de entre 15 y 45 minutos. Y en teoría, 15 minutos es el tiempo que necesita una compañía eléctrica para prepararse ante una situación de emergencia. Sin embargo, el estudio de los datos obtenidos durante el evento Carrington muetran que la eyección de masa coronal de 1859 tardó bastante menos de 15 minutos en recorrer la distancia que hay desde el ACE hasta la Tierra. Por no contar, además, que ACE tiene ya once años y que sigue trabajando a pesar de haber superado el periodo de actividad para el que había sido diseñado. Algo que se nota en el funcionamiento, a veces defectuoso, de algunos de sus sensores, que se saturarían sin remedio ante un evento de esas proporciones. Y lo peor es que no existen planes para reemplazarlo.
Para Daniel Baker, experto en clima espacial de la Universidad de Colorado, que formó parte de una comisión que hace ya tres años alertó de los problemas de este satélite, «no tener una estrategia para sustituirlo cuando deje de funcionar es una completa locura». De hecho, otros satélites de observación solar, como SOHO, no pueden proporcionarnos alertas tan inmediatas ni tan fiables como las de ACE. Para Baker y los demás investigadores que han elaborado el informe, el mundo probablemente no hará nada para prevenirnos de los efectos de una tormenta solar devastadora hasta que ésta, efectivamente, suceda. Parte del éxito de la prevención de una devastadora tormenta solar depende de la coordinación entre la NASA y NOAA, utilizando la información de los exploradores espaciales STEREO, SDO y ACE.
¿SEGÚN LAS PREVISIONES CIENTÍFICAS, CUÁNDO SE ESPERA QUE OCURRA?
Según el informe, podría ocurrir mucho antes de lo que nadie imagina. La «tormenta solar perfecta», de hecho, podría tener lugar durante la primavera o el otoño de un año con alta actividad solar (como lo será 2012). Y es precisamente en esos periodos, cerca de los equinoccios, cuando serían más dañinas para nosotros, ya que es entonces cuando la orientación del campo magnético terrestre (el escudo que nos proteje de los vientos solares), es más vulnerable a los bombardeos de plasma solar.
¿QUÉ CONSECUENCIAS TENDRÍA?
Un reporte de la NASA, “Severe Space Weather Events—Societal and Economic Impacts”, indica que tanto los sistemas eléctricos, la navegación GPS, el transporte áerero, los sistemas financieros y las comunicaciones de emergencia por radio serían interrumpidos. Se trata de nuestra actual forma de vida, dependiente en todo y para todo de una tecnología cada vez más sofisticada. Una tecnología que, irónicamente, resulta muy vulnerable a un peligro extraordinario: los enormes chorros de plasma procedentes del Sol. Un plasma capaz de freir en segundos toda nuestra red eléctrica (de la que la tecnología depende), con consecuencias realmente catastróficas.
El informe subraya la existencia de dos grandes problemas de fondo: El primero es que las modernas redes eléctricas, diseñadas para operar a voltajes muy altos sobre áreas geográficas muy extensas, resultan especialmente vulnerables a esta clase de tormentas procedentes del Sol.
El segundo problema es la interdependencia de estas centrales con los sistemas básicos que garantizan nuestras vidas, como suministro de agua, tratamiento de aguas residuales, transporte de alimentos y mercancías, mercados financieros, red de telecomunicaciones… Muchos aspectos cruciales de nuestra existencia dependen de que no falle el suministro de energía eléctrica.
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Ni agua ni transporte: irónicamente, y justo al revés de lo que sucede con la mayor parte de los desastres naturales, éste afectaría mucho más a las sociedades más ricas y tecnológicas, y mucho menos a las que se encuentran en vías de desarrollo. Según el informe de la Academia Nacional de Ciencias norteamericana, una tormenta solar parecida a la de 1859 dejaría fuera de combate, sólo en Estados Unidos, a cerca de 300 de los mayores transformadores eléctricos del país en un periodo de tiempo de apenas 90 segundos. Lo cual supondría dejar de golpe sin energía a más de 130 millones de ciudadanos norteamericanos.
Lo primero que escasearía sería el agua potable. Las personas que vivieran en un apartamento alto serían las primeras en quedarse sin agua, ya que no funcionarían las bombas encargadas de impulsarla a los pisos superiores de los edificios. Todos los demás tardarían un día en quedarse sin agua, ya que sin electricidad, una vez se consumiera la de las tuberías, sería imposible bombearla desde pantanos y depósitos. También dejaría de haber transporte eléctrico. Ni trenes, ni metro, lo que dejaría inmovilizadas a millones de personas, y estrangularía una de las principales vías de suministro de alimentos y mercancías a las grandes ciudades.
Los grandes hospitales, con sus generadores, podrían seguir dando servicio durante cerca de 72 horas. Después de eso, adiós a la medicina moderna. Y la situación, además, no mejoraría durante meses, quizás años enteros, ya que los transformadores quemados no pueden ser reparados, sólo sustituidos por otros nuevos. Y el número de transformadores de reserva es muy limitado, así como los equipos especializados que se encargan de instalarlos, una tarea que lleva cerca de una semana de trabajo intensivo. Una vez agotados, habría que fabricar todos los demás, y el actual proceso de fabricación de un transformador eléctrico dura casi un año completo…
El informe calcula que lo mismo sucedería con los oleoductos de gas natural y combustible, que necesitan energía eléctrica para funcionar. Y en cuanto a las centrales de carbón, quemarían sus reservas de combustible en menos de treinta días. Unas reservas que, al estar paralizado el transporte por la falta de combustible, no podrían ser sustituidas. Y tampoco las centrales nucleares serían una solución, ya que están programadas para desconectarse automáticamente en cuanto se produzca una avería importante en las redes eléctricas y no volver a funcionar hasta que la electricidad se restablezca.
Sin calefacción ni refrigeración, la gente empezaría a morir en cuestión de días. Entre las primeras víctimas, todas aquellas personas cuya vida dependa de un tratamiento médico o del suministro regular de sustancias como la insulina. «Si un evento Carrington sucediera ahora mismo -asegura Paul Kintner, un físico del plasma de la Universidad de Cornell, de Nueva York- sus efectos serían diez veces peores que los del huracán Katrina». En realidad, sin embargo, la estimación de este físico se queda muy corta. El informe de la NASA cifra los costes de un evento Carrington en dos billones de dólares sólo durante el primer año (el impacto del Katrina se estimó entre 81 y 125 mil millones de dólares), y considera que el periodo de recuperación oscilaría entre los cuatro y los diez años.
Por supuesto, el informe no se limita a describir escenarios de pesadilla sólo en los Estados Unidos. Tampoco Europa, o China, se librarían de las desastrosas consecuencias de una tormenta geomagnética de gran intensidad.
¿EXISTEN PRECEDENTES?
Nuestras redes eléctricas no están diseñadas para resistir esta clase de súbitas embestidas energéticas. Y que a nadie le quepa duda de que esas embestidas se producen con cierta regularidad. Desde que somos capaces de realizar medidas, la peor tormenta solar de todos los tiempos se produjo el 2 de septiembre de 1859. Conocida como «El evento Carrington», por el astrónomo británico que lo midió, causó el colapso de las mayores redes mundiales de telégrafos. Se sucedieron 9 días de severo clima espacial; auroras fueron vistas hasta en latitudes ecuatoriales; el evento fue descrito como “ la primera vez en la que el hombre comprobó que no estaba solo en el universo” y como “el nacimiento de la astronomía moderna”. En aquella época, la energía eléctrica apenas si empezaba a utilizarse, por lo que los efectos de la tormenta casi no afectaron a la vida de los ciudadanos. Pero resultan inimaginables los daños que podrían producirse en nuestra forma de vida si un hecho así sucediera en la actualidad. De hecho, y según el análisis de la NASA, millones de personas en todo el mundo no lograrían sobrevivir. En ese entonces fue solamente un espertáculo transceleste inigualable, o una experiencia mística para los observadores, hoy en día con nuestro andamiaje eléctrico esto podría ser una tragedia.
¿QUÉ PODEMOS HACER EN CASO DE QUE OCURRIESE ALGO ASÍ?
Es importante plantearse varios escenarios teniendo en cuenta que es posible que no haya electricidad. Si no hay electricidad no hay de muchas cosas: luz, calefacción, gas, comunicaciones, electricidad para electrodomésticos y aparatos varios, agua y comida. A partir de aquí, hay que plantearse que uno necesita comida y agua para poder sobrevivir, al menos, durante el tiempo que se restablezca el orden.
• Estar al tanto de lo que ocurre con la actividad solar (Space Weather & Space Weather Prediction Center
• Guardar comida en lata o conservas que caduque de 2 a 3 años vista, para varios meses hasta que se reestablezca el orden.
• Localizar agua potable o no, encontrar sistemas para purificarla. Otra manera es poder guardar el agua de lluvia en bidones, sobretodo si se vive fuera de la ciudad.
• Buscar sistemas de energía alternativos (solar, eólica, magnética, butano, etc.)
• Tener presente que las ciudades serán un caos, y por tanto será necesario salir de ellas e identificar lugares en el campo donde haya agricultura y agua para acudir y alojarse.
• Tener medios de transporte como bicicletas para poderse mover si no funcionan los coches.
• Investigar cómo proteger los aparatos eléctricos importantes y útiles creando cajas de Faraday bajo tierra, para cuando pase la tormenta.
• Equiparse con material de supervivencia básico.
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