UNA PREGUNTA QUE DEBEMOS RESPONDERNOS EN NUMEROSAS OCASIONES A LO LARGO DE NUESTRA VIDA ES COMO ESTAMOS: ¿CANSADOS O TRISTES?
¿A VECES NOS SENTIMOS PERDIDOS,
SIN FUERZAS, ATRAPADOS EN UNA VIDA COTIDIANA DE GRISES Y BLANCOS, VACÍA Y SIN
SENTIDO, ¿Y SI SE NOS PREGUNTA QUÉ NOS PASA? DECIMOS QUE ESTAMOS CANSADOS, SOLO
ESTO Y NADA MÁS.
Sin embargo, esta fatiga sin
forma ni razón esconde la tristeza, “esa amiga negativa” que se instala sin
permiso en la mente y el corazón para llenarnos de apatía y soledad.
Esa emoción pegajosa,
lánguida y profunda, llamada tristeza, se agrega a la fatiga, y términos como
“depresión”, “anemia”, “hipotiroidismo” aparecen ante nosotros.
Cuando la tristeza se instala, al inicio la vemos como algo incorrecto, una
patología que debemos eliminar de inmediato, como alguien que tiene que quitar
el polvo o la suciedad de la ropa. Nos consume y queremos defendernos de
ella sin parar, para comprenderla más profundamente.
A veces olvidamos que
la TRISTEZA NO ES UN TRASTORNO, QUE LA TRISTEZA Y LA DEPRESIÓN NO SON
SINÓNIMOS. Siempre que esta emoción no se extienda en el tiempo y no
interfiera continuamente con nuestro estilo de vida, es una oportunidad,
por más paradójico que parezca, de avanzar y crecer.
Es muy importante que cuando
nos sentimos cansados nos preguntemos si ese cansancio puede ocultar algo más.
A veces pasamos períodos así
cuando nos vamos a dormir cansados y
nos despertamos de la misma manera. Podemos
ir al médico, sin embargo, los resultados de los análisis nos dirán
que no hay ningún problema hormonal, ni anemia u otra patología de origen
orgánico.
Lo más probable es que el
médico nos explique que a veces este cansancio se debe a cambios estacionales,
una leve distimia típica del otoño o la primavera. Un efecto leve que
puede resolverse con una cura farmacológica.
Aun así, hay algunos estados
emocionales que no necesitan la ayuda de las drogas para resolverse
en absoluto.
Sin embargo, cuando sentimos su impacto psicosomático en nuestro cuerpo, es
lógico tener miedo y, en consecuencia, cometemos el error de tratar este
síntoma sin centrarnos en el núcleo del problema: LA TRISTEZA.
LA CLAVE ES ENCONTRAR LA
RESPUESTA A LA GRAN PREGUNTA DE: ¿POR QUÉ PENSAMOS QUE ESTAMOS CANSADOS CUANDO
ESTAMOS TRISTES?
Vamos a verlo más
detalladamente. La tristeza genera una reducción
significativa de la energía en nuestro cuerpo. Sentimos la necesidad de
evitar las relaciones interpersonales, nos hacen sentir incómodos, incluso el
sonido puede molestarnos, incluso los ruidos de nuestro entorno nos perturban y
preferimos el rincón de la soledad.
Es interesante saber
que LA ESTRUCTURA QUE TOMA EL CONTROL EN NUESTRO CEREBRO ES
LA AMÍGDALA , pero solo una parte de ella, en particular, la parte correcta.
Esta pequeña área del
cerebro causa esta sensación de incomodidad, pereza, fatiga física … Esta
reducción de energía tiene en sí un propósito específico: FOMENTAR LA
INTROSPECCIÓN.
La tristeza también reduce
nuestra capacidad de prestar atención a todos los estímulos externos que nos
rodean. ESTO SUCEDE PORQUE EL CEREBRO TRATA DE INDICAR
QUE HA LLEGADO EL MOMENTO DE DETENERSE Y PENSAR, PARA REFLEXIONAR SOBRE CIERTOS
ASPECTOS DE NUESTRA VIDA.
Debemos de tener en cuenta, los estados ocasionales asociados con la tristeza. No debemos ignorar la tristeza ocasional, la que nos acompaña durante unos días y que nos cansa, agota y desconecta de nuestra realidad.
Tratar los síntomas, resolver nuestro cansancio tomando vitaminas o curando nuestro dolor de cabeza con analgésicos es inútil si no llegamos a la raíz real del problema.
Es muy importante Reflexionar. Si no lo hacemos, si no nos detenemos a comprender qué nos está causando un cierto malestar, de dónde viene nuestra preocupación, es posible que este sentimiento de tristeza empeore.
Puede ser útil para nosotros
reflexionar sobre una serie de aspectos relacionados con esta emoción, que
seguramente podrán ayudarnos a entender algunos pequeños detalles.
Las tres “VIRTUDES” sobre la tristeza que debemos conocer.
Explicamos anteriormente, la pérdida de energía, la sensación de estar
cansado y la falta de energía mental para enfrentar nuestra vida diaria son
solo los síntomas de un problema que debemos resolver.
A veces, el cerebro mismo
nos da señales sobre algo que nuestra mente consciente no puede asumir: “es
hora de cerrar esta relación”, “esa meta que tienes en mente no se hará realidad”,
“no estás contento con este trabajo, te equivocas, te están explotando: quizás
tengas que irte “…
Estos datos son extraños y debemos recordarlos: a veces la tristeza nos
invita a “detenernos”, a desconectarnos temporalmente de nuestra
realidad. Es muy común, por ejemplo, ser víctimas de desilusión, en este
caso lo más saludable es parar y pensar por nosotros mismos durante unos días,
para que podamos salvaguardar nuestra autoestima, nuestra integridad …
EN CONCLUSIÓN, COMO HEMOS NOTADO, HAY ALGUNOS PERÍODOS DE NUESTRA VIDA DURANTE LOS CUALES LA FATIGA ES DE NATURALEZA EMOCIONAL Y NO FÍSICA. NO DEBEMOS CONSIDERARLO UN TRASTORNO A TRATAR, SINO UNA VOZ INTERNA A LA QUE PRESTAR ATENCIÓN, UNA EMOCIÓN PRECIOSA Y ÚTIL QUE CONSTITUYE UN ELEMENTO ESENCIAL PARA EL CRECIMIENTO DEL SER HUMANO.
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