lunes, 10 de agosto de 2020

ES FÁCIL CONFUNDIR LA TRISTEZA CON EL CANSANCIO


UNA PREGUNTA QUE DEBEMOS RESPONDERNOS EN NUMEROSAS OCASIONES A LO LARGO DE NUESTRA VIDA ES COMO ESTAMOS: ¿CANSADOS O TRISTES?

¿A VECES NOS SENTIMOS PERDIDOS, SIN FUERZAS, ATRAPADOS EN UNA VIDA COTIDIANA DE GRISES Y BLANCOS, VACÍA Y SIN SENTIDO, ¿Y SI SE NOS PREGUNTA QUÉ NOS PASA? DECIMOS QUE ESTAMOS CANSADOS, SOLO ESTO Y NADA MÁS.

Sin embargo, esta fatiga sin forma ni razón esconde la tristeza, “esa amiga negativa” que se instala sin permiso en la mente y el corazón para llenarnos de apatía y soledad.

Esa emoción pegajosa, lánguida y profunda, llamada tristeza, se agrega a la fatiga, y términos como “depresión”, “anemia”, “hipotiroidismo” aparecen ante nosotros.

       
Cuando la tristeza se instala, al inicio la vemos como algo incorrecto, una patología que debemos eliminar de inmediato, como alguien que tiene que quitar el polvo o la suciedad de la ropa. Nos consume y queremos defendernos de ella sin parar, para comprenderla más profundamente.

A veces olvidamos que la TRISTEZA NO ES UN TRASTORNO, QUE LA TRISTEZA Y LA DEPRESIÓN NO SON SINÓNIMOS. Siempre que esta emoción no se extienda en el tiempo y no interfiera continuamente con nuestro estilo de vida, es una oportunidad, por más paradójico que parezca, de avanzar y crecer.

Es muy importante que cuando nos sentimos cansados nos preguntemos si ese cansancio puede ocultar algo más.

A veces pasamos períodos así cuando nos vamos a dormir cansados ​​y nos despertamos de la misma manera. Podemos ir al médico, sin embargo, los resultados de los análisis nos dirán que no hay ningún problema hormonal, ni anemia u otra patología de origen orgánico.

Lo más probable es que el médico nos explique que a veces este cansancio se debe a cambios estacionales, una leve distimia típica del otoño o la primavera. Un efecto leve que puede resolverse con una cura farmacológica.

Aun así, hay algunos estados emocionales que no necesitan la ayuda de las drogas para resolverse en absoluto. 
Sin embargo, cuando sentimos su impacto psicosomático en nuestro cuerpo, es lógico tener miedo y, en consecuencia, cometemos el error de tratar este síntoma sin centrarnos en el núcleo del problema: LA TRISTEZA.

LA CLAVE ES ENCONTRAR LA RESPUESTA A LA GRAN PREGUNTA DE: ¿POR QUÉ PENSAMOS QUE ESTAMOS CANSADOS ​​CUANDO ESTAMOS TRISTES?

Debemos tener en cuenta que los mecanismos cerebrales que rigen nuestros estados emocionales son diferentes.  Si bien la alegría o los derrames desencadenan conexiones e hiperactividad en nuestras células y regiones cerebrales, la tristeza es mucho más austera y prefiere economizar en medios.  Sin embargo, lo hace por una razón muy específica. 

Vamos a verlo más detalladamente. La tristeza genera una reducción significativa de la energía en nuestro cuerpo. Sentimos la necesidad de evitar las relaciones interpersonales, nos hacen sentir incómodos, incluso el sonido puede molestarnos, incluso los ruidos de nuestro entorno nos perturban y preferimos el rincón de la soledad.

Es interesante saber que LA ESTRUCTURA QUE TOMA EL CONTROL EN NUESTRO CEREBRO ES LA AMÍGDALA , pero solo una parte de ella, en particular, la parte correcta.

Esta pequeña área del cerebro causa esta sensación de incomodidad, pereza, fatiga física … Esta reducción de energía tiene en sí un propósito específico: FOMENTAR LA INTROSPECCIÓN.

La tristeza también reduce nuestra capacidad de prestar atención a todos los estímulos externos que nos rodean. ESTO SUCEDE PORQUE EL CEREBRO TRATA DE INDICAR QUE HA LLEGADO EL MOMENTO DE DETENERSE Y PENSAR, PARA REFLEXIONAR SOBRE CIERTOS ASPECTOS DE NUESTRA VIDA.

Debemos de tener en cuenta, los estados ocasionales asociados con la tristeza. No debemos ignorar la tristeza ocasional, la que nos acompaña durante unos días y que nos cansa, agota y desconecta de nuestra realidad.         

Tratar los síntomas, resolver nuestro cansancio tomando vitaminas o curando nuestro dolor de cabeza con analgésicos es inútil si no llegamos a la raíz real del problema.    

Es muy importante Reflexionar. Si no lo hacemos, si no nos detenemos a comprender qué nos está causando un cierto malestar, de dónde viene nuestra preocupación, es posible que este sentimiento de tristeza empeore. 

Puede ser útil para nosotros reflexionar sobre una serie de aspectos relacionados con esta emoción, que seguramente podrán ayudarnos a entender algunos pequeños detalles.

Las tres “VIRTUDES” sobre la tristeza que debemos conocer.

 1.- LA TRISTEZA ES UNA ADVERTENCIA.    

Explicamos anteriormente, la pérdida de energía, la sensación de estar cansado y la falta de energía mental para enfrentar nuestra vida diaria son solo los síntomas de un problema que debemos resolver.

 2.- TRISTEZA COMO RESULTADO DEL DESAPEGO.      

A veces, el cerebro mismo nos da señales sobre algo que nuestra mente consciente no puede asumir: “es hora de cerrar esta relación”, “esa meta que tienes en mente no se hará realidad”, “no estás contento con este trabajo, te equivocas, te están explotando: quizás tengas que irte “…

 3.- LA TRISTEZA COMO INSTINTO DE CONVERSACIÓN    

Estos datos son extraños y debemos recordarlos: a veces la tristeza nos invita a “detenernos”, a desconectarnos temporalmente de nuestra realidad. Es muy común, por ejemplo, ser víctimas de desilusión, en este caso lo más saludable es parar y pensar por nosotros mismos durante unos días, para que podamos salvaguardar nuestra autoestima, nuestra integridad …

EN CONCLUSIÓN, COMO HEMOS NOTADO, HAY ALGUNOS PERÍODOS DE NUESTRA VIDA DURANTE LOS CUALES LA FATIGA ES DE NATURALEZA EMOCIONAL Y NO FÍSICA. NO DEBEMOS CONSIDERARLO UN TRASTORNO A TRATAR, SINO UNA VOZ INTERNA A LA QUE PRESTAR ATENCIÓN, UNA EMOCIÓN PRECIOSA Y ÚTIL QUE CONSTITUYE UN ELEMENTO ESENCIAL PARA EL CRECIMIENTO DEL SER HUMANO.



 

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