miércoles, 22 de julio de 2020

LA FALTA DE AMOR PROPIO…… TE CONVIERTE EN TÚ PEOR ENEMIGO

SER ENEMIGOS DE UNO MISMO SIGNIFICA TENER SENTIMIENTOS DE RECHAZO HACIA QUIENES SOMOS, A COMO PENSAMOS E INCLUSO A COMO SENTIMOS. 

SIGNIFICA EJERCER UNA CRÍTICA FEROZ Y EXAGERADA DE TODO LO QUE HACEMOS. SIGNIFICA EVITAR CUALQUIER OPORTUNIDAD QUE NOS HAGA FELICES O NOS HAGA SENTIR MEJOR.

A nadie se le escapa que estamos viviendo momentos muy difíciles y únicos a todos los niveles, local regional nacional y mundial y en estas grandes crisis, es cuando cada ser humano necesita de todos sus valores y potencial para poder salir de dicha crisis y uno de los valores necesarios para ello es …… “el amor propio”

Y que es el amor propio pues: “EL AMOR PROPIO ES LA ACEPTACIÓN, EL RESPETO, LAS PERCEPCIONES, EL VALOR, LOS PENSAMIENTOS POSITIVOS Y CONSIDERACIONES QUE TENEMOS HACIA NOSOTROS MISMOS Y QUE PUEDE SER APRECIADO POR QUIENES NOS RODEAN”.

Cuando los seres humanos reconocemos en nosotros mismos, el amor propio, es porque se ha alcanzado un equilibrio entre el estado anímico y nuestra autoestima. Dicho equilibrio se proyecta al exterior como un sentimiento de bienestar.

No hay amor sin odio, así como no hay odio sin amor. Estos dos sentimientos son como el día y la noche: dos caras de la misma moneda. Incluso los afectos más tiernos y sinceros tienen vislumbres de odio, debido al hecho de que cada forma de amor implica una cierta cantidad de insatisfacción. NO HAY AMOR PERFECTO, YA QUE NO HAY SERES HUMANOS PERFECTOS.

AMAMOS Y SOMOS AMADOS EN MODO IMPERFECTO. Este concepto también se aplica al amor que sentimos por nosotros mismos: nunca somos tan completos como para hacer desaparecer cualquier defecto o duda.

CUANTO MÁS CONSISTENTE ES EL AMOR PROPIO, MÁS AMOR PODEMOS SENTIR POR LOS DEMÁS. 

Pero, ¿qué sucede cuando, en lugar de amarnos, nos odiamos? ¿Qué sucede cuando actuamos como si fuéramos nuestro peor enemigo?

Buda decía: “Ni siquiera tu peor enemigo puede lastimarte más de lo que lo hacen tus pensamientos negativos”.  

LA GRAN PREGUNTA QUE DEBEMOS HACERNOS ES ¿POR QUÉ NOS HACEMOS ENEMIGOS DE NOSOTROS MISMOS?

Sería lógico que cada uno de nosotros al menos contara con dicho amor propio, para avanzar en la vida, pero las cosas no siempre salen así: a menudo, somos nosotros quienes convertimos nuestra vida en un infierno.

Nadie nace odiándose, por el contrario: al comienzo de nuestra vida pedimos todo y no damos nada. No tenemos dudas sobre la legitimidad de nuestras necesidades y deseos. Precisamente en la infancia, las terribles fantasías negativas sobre nosotros mismos comienzan a hervir en la olla, lo que puede marcarnos a lo largo de nuestras vidas.

LO QUE NOS LLEVA A ESTA TREMENDA CREENCIA ES LA PRESENCIA DE UNA FIGURA QUE NOS HACE CREER TODAS ESTAS COSAS. Puede ser una persona amada y fundamental durante nuestro crecimiento, como un padre, una madre o ambos. A veces es toda la estructura familiar o alguien de quien dependemos.

Lo que es seguro es que esta figura o estructura es incapaz de acoger con cariño a un nuevo ser. En general, hay una cadena de “FALTA DE AMOR”: los padres o la familia repiten lo que ellos mismos experimentaron durante su infancia.

Es casi seguro que han vivido relaciones en las que la indiferencia prevaleció antes que las necesidades de los demás, antes de la tristeza, la vergüenza y la agresión. Siendo testigos de infinitos gestos de abandono (o amenaza de abandono) y rechazo.

Pesados ​​silencios, negación de sentimientos. Rechazo y castigo ante la autoafirmación. Gravedad en los juicios y represión de las emociones. EN TAL AMBIENTE, ES DIFÍCIL TENER LAS CONDICIONES PARA CONSTRUIR UN SENTIDO SALUDABLE DE APRECIACIÓN DE UNO MISMO Y DE LOS DEMÁS.

El autodesprecio se desarrolla consciente e inconscientemente. Llevando dentro de sí mismo un componente de instintos autodestructivos, que crecen y se fortalecen cuando el entorno les alimenta.

Lo que sigue es obviamente una historia difícil: el niño se convierte en adolescente y luego en adulto, y su vida está invadida perpetuamente por sentimientos de tristeza, ira y culpa. La peor parte es que estos sentimientos son muy indefinidos: la tristeza, la ira y la culpa pueden surgir de cualquier circunstancia y pueden dirigirse hacia todo y nada.

En este punto, surgen algunos pensamientos en el propio pensamiento: “No puedo”, “No soy capaz”, “Tengo miedo”, “No sirvo para nada”, “A nadie realmente le importo”. Estos pensamientos también afectan la opinión de los demás: “no pueden”, “no son capaces”, “tienen miedo”, “no sirven para nada”, “a nadie le importan”.

POR LO TANTO, SE CREA UN CÍRCULO VICIOSO EN EL QUE LA RELACIÓN PERJUDICIAL CON UNO MISMO SE TRANSFORMA EN UNA RELACIÓN DESTRUCTIVA CON LOS DEMÁS. Esto genera experiencias que alimentan la idea de ser personas malas o indignas.

En esta falta de amor propio, existe un mecanismo llamado “IDENTIFICACIÓN CON EL AGRESOR”: esto significa que la “víctima” individual termina pareciéndose a las personas que lo han dañado. Obviamente, es un mecanismo inconsciente.

Cuando eras niño, querías amor, aprecio y respeto, pero tal vez recibiste lo contrario. Sin embargo, en lugar de reflexionar y mejorar, terminas copiando los comportamientos de aquellos que te han rechazado, abandonado o atacado.

TERMINAS ATRAPADO EN UN ESPEJO, PARA SEGUIR REPRODUCIENDO LA MIRADA NEGATIVA QUE HAS RECIBIDO, PARA INTERNALIZAR EL ODIO Y EL RECHAZO DEL QUE HAS SIDO VÍCTIMA, PARA ACEPTAR ESTOS SENTIMIENTOS.

LAS HISTORIAS DE ESTE TIPO SON LA RAÍZ DE MUCHOS PROBLEMAS COMUNES, COMO LA DEPRESIÓN

EN ÉL, LA AUSENCIA DE OBJETIVIDAD PERMANECE DURANTE EL ANÁLISIS DE LO QUE SE NOS DICE O HACE Y, POR LO TANTO, ACEPTAMOS PASIVAMENTE EL HECHO DE QUE MERECEMOS TODO ESTO. ASÍ ES COMO TERMINAMOS SOPORTANDO UN PESO QUE NO DEBERÍAMOS SOPORTAR.

 



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