martes, 22 de octubre de 2019

EDUCAR PARA ENSEÑAR A VIVIR

LA CREENCIA POPULAR MANEJA EL CONCEPTO, DE QUE FACILITAR LA EXISTENCIA, SOBRE TODO EN LOS PRIMEROS MOMENTOS DE NUESTRA VIDA, LLEVA, SI NO SE CONTROLA BIEN, AL DESASTRE DEL ADULTO EN EL QUE SE HA DE CONVERTIR EL NIÑO.

Un niño sobre protegido como es habitual en la actualidad, de mayor será un adulto lleno de miedos y con dificultad para tomar decisiones, ya que desde pequeño las tomaron por él.

Poner fáciles las cosas, en numerosas ocasiones, paradójicamente, no ayuda. Y no lo hace porque damos una visión equivocada de la vida, a quien se lo facilitamos.

El que se nos facilite todo, no nos permite tener perspectiva, no nos permite la comparación con otras situaciones peores, no valoramos, por tanto, lo que se nos da sin esfuerzo.

Es necesario pasar por las experiencias y sobre todo, por las duras. Por eso esa frase que dice: “una carretera llana y sin curvas, no hace buen conductor. Si no es así, normalizaremos la excelencia y todo lo que no se nos regale cercano a ella, no será valorado.

SOLAMENTE A TRAVÉS DE LA EXPERIENCIA SE PUEDE INTEGRAR EL CONOCIMIENTO………….EL CONOCIMIENTO TEÓRICO SOLAMENTE ES ÚTIL, SI SE LLEVA A LA PRÁCTICA.

Poner límites, saber decir no a tiempo, marcar lo que se puede y lo que se debe en la ocasión justa nos permitirá que la persona pueda hacer una valoración de lo que tiene, de lo que le falta, de lo que supone alcanzar metas y luchar por ellas.

Sin lucha no hay recompensa porque el premio se convierte en algo cotidiano sin valor.

No es fácil, la gran mayoría de veces y según que ocasiones, dirigir a nadie y con menos probabilidades aún de hacerlo bien si son tus hijos.

A nadie nos enseñan a ser padres. Tampoco a vivir. La enseñanza que se nos da, es que eso se aprende caminando con los tropiezos diarios y con el criterio heredado de los ejemplos recibidos. Pero no siempre es así. En ocasiones, repetimos modelos represores, en otras permisivos y en ninguna de las dos formas está lo correcto, para una buena educación del ser humano, una educación que le permita enfrentar la vida con garantías de éxito.

Lograr un método, una formula en la que todo fluya en su justa medida no es sencillo pero sí necesario, pues es lo que más se acerca a una educación correcta a cualquier edad.

Equilibrio es la clave, que el límite no sea insalvable para quién está bajo nuestra dirección y por supuesto que la barrera no esté tan abierta que no ofrezca ningún esfuerzo para levantarla.

Intervenir poco, pero en el momento adecuado. Dialogar, para sentar las bases que defiendan la integridad moral y los valores del que ser humano que se está educando. Ser cautos y amables, ser flexibles y justos. Porque una forma de injusticia es permitir lo indeseable. 

TENEMOS TRABAJO Y MUCHO POR DELANTE. PERO SOBRE TODO CON NOSOTROS MISMOS.

EL SENTIDO COMÚN QUE POR DESGRACIA ES EL MENOS COMÚN DE LOS SENTIDOS, NOS DICE: “QUE PARA EDUCAR A LOS DEMÁS, PRIMERO DEBEMOS EDUCARNOS Y BIEN NOSOTROS MISMOS”.


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