viernes, 4 de octubre de 2013

JUVENTUD Y ADOLESCENCIA

 "TAN PRÓXIMOS COMO HERMÉTICOS, LOS ADOLESCENTES Y JÓVENES SOPORTAN EL RIGOR QUE LA SOCIEDAD IMPRIME SOBRE LOS MAYORES, PERO NO COMPARTEN SU NOSTALGIA POR UN MUNDO PERDIDO QUE NO CONOCIERON. A ELLOS LES IMPORTAN OTRAS COSAS, ACARICIAN SUS PROPIOS SUEÑOS”.

Pero ¿qué es la juventud?, ¿cuándo empieza y cuándo acaba? Aunque las Naciones Unidas consideran jóvenes a las personas de entre 15 y 24 años, las últimas investigaciones se inclinan a estirar ese segmento hacia los 30 ó 31 años dado que las actuales condiciones económicas, sociales y educativas retrasan su incorporación al mercado laboral y su salida del hogar paterno y prolongan actitudes adolescentes,

La etapa de la juventud, años atrás definida y claramente diferenciada de la adolescencia, sin embargo, parece mezclarse y confundirse en la actualidad, no ya en su desarrollo físico, sino en sus modelos, expectativas y estilos de vida.

Una mirada a nuestra juventud actual nos muestra imágenes fragmentadas de video clips, fuerza física, movimiento permanente, sueños, algunos proyectos, pero también de algunas inseguridades, algunas conductas no deseadas y algunas soledades...

Sin embargo, si comprendemos que el ser humano es en cierta manera producto de su medio, no podemos pretender que el joven se manifieste de manera muy diferente de lo que ve a su alrededor. 

ESTAMOS SEGUROS DE QUE NO EXISTEN PROBLEMAS JUVENILES, SINO QUE HAY PROBLEMAS SOCIALES QUE SE REFLEJAN O SE CONDENSAN MAYORMENTE, POR DIFERENTES MOTIVOS, EN LOS JÓVENES. CONDENSACIÓN Y REFLEJO QUE SE DA CON RASGOS PROPIOS Y ESPECÍFICOS EN CADA GRUPO GENERACIONAL.

Según el sociólogo Josep Lozano en su libro: "DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE LOS JÓVENES", expresa que los jóvenes actuales a diferencia de los de otras épocas, no han pasado por ninguna crisis que implique el rechazo, la crítica o la reconstrucción de un sistema de valores. Esta generación ha nacido y crecido en el pluralismo y en el estallido de las cosmovisiones o sistemas de creencias. Fue educada en medio de una explosión cultural que destruyó las grandes ideologías que proponían modelos de sociedad y las pautas morales que ofrecían normas de vida.

Es decir, que afectó a todo lo que hasta ahora había servido como referente para construir la propia identidad. Hoy la identidad ya no se configura conscientemente. Por el contrario, está en suspenso y se deja en manos de las inercias y tanteos de la vida. Hoy los jóvenes parecieran no necesitar una brújula para vivir. Saben moverse, nadie lo duda, pero no con brújula, sino con radar. Van emitiendo mensajes y signos y a partir de ellos van modificando su posición. NO SE GUÍAN EN RELACIÓN CON UN NORTE, SINO CON RELACIÓN A LA POSICIÓN CON LOS DEMÁS.

De ahí la indiferencia y agresividad que manifiestan, pero también un cierto relativismo y pragmatismo. La moral del radar deja un amplio margen a la provisionalidad y al azar de las cosas tal como van viniendo. No todo es igual, pero nada puede ser estable o definitivo.

Por otro lado, la incertidumbre se instala cada día con mayor fuerza al pensar en una salida laboral, un proyecto de estudio que les garantice trabajo en un mañana. Si bien la crisis golpeó a todos los sectores de la sociedad, es en los jóvenes donde muestra sus facetas más preocupantes. Las cifras de pobreza y desempleo juvenil son significativamente superiores a la media nacional: teniendo en cuenta que los jóvenes constituyen la renovación del capital social, esta situación se torna más dramática.

AUN RECONOCIENDO ESTAS DIFICULTADES Y FRENTE AL CLIMA GENERAL DE ESCEPTICISMO Y RESIGNACIÓN, RECONSTRUIR LA CALIDAD HUMANA DEL VÍNCULO ENTRE ADOLESCENTES Y ADULTOS POR UN LADO Y DE SU INSERCIÓN EN LA SOCIEDAD POR OTRO, PUEDE SER LA LLAVE QUE ABRA NUEVAS PUERTAS, NUEVOS CAMINOS.

Los jóvenes de hoy están moldeados por los avances de la tecnología, en una época de comunicaciones, de video clips, de globalización, de falta de modelos, de fragmentarismo. Gozan de una libertad tantas veces proclamada; del conocimiento de sus derechos, y de la falta de algunos prejuicios y tabúes que condicionaron otras épocas. Pero necesitan que los adultos les enseñen a hacer uso de esa libertad para que sea responsable, necesitan del diálogo con sus padres para que estos puedan ayudarlos a conocer sus inquietudes y expectativas de vida. Requieren contención, acompañamiento en el conocimiento de su personalidad que se va formando con sus experiencias y actitudes cotidianas.

Conocedores de esta nueva adolescencia que se diferencia en muchos aspectos a la de los padres y, en otros, se asemeja, los adultos deben preocuparse de su tarea irreemplazable de educadores como formadores de una personalidad espiritual que modele lo que cada hijo, como un espíritu único, tiene en su esencia espiritual.

No puede decirse que los jóvenes no tengan criterios, valores ni referencias, pero sí que la identidad ya no la construyen en relación con los sistemas ideológicos claros. Ya no existen a la vista patrones de referencia social, porque han caído los grandes ideales y se ha cuestionado la autoridad moral de todas las instituciones: familia, escuela, estado, etc.

LOS JÓVENES SE ENCUENTRAN EN UNA SITUACIÓN EN LA QUE NECESITAN LLEGAR A LA ELECCIÓN, TOMAR UNA DETERMINACIÓN Y ESTO, A VECES, PRODUCE UN CONFLICTO QUE SE REFLEJA EN UNA TENSIÓN INTERIRO, ENTRE LO QUE "ME GUSTA Y LO QUE ME CONVIENE".

PARA UN ADOLESCENTE, DEFINIR EL FUTURO NO ES SÓLO DEFINIR QUÉ HACER, SINO FUNDAMENTALMENTE QUIÉN SER Y AL MISMO TIEMPO DEFINIR QUIÉN O QUÉ NO SER. SE TRATA DE QUE CADA JOVEN ENCUENTRE SUS PROPIAS RESPUESTAS EN LA CONFLUENCIA DE LO QUE LE GUSTA, LO QUE PUEDE ECONÓMICAMENTE Y LO QUE LE CONVIENE.

Es posible observar en los jóvenes muchas ganas de crecer acompañados, pero en un mundo adulto que sientan como real, que se manifieste con coherencia en sus discursos y en sus acciones, en un mundo que no intente competir con ellos, sino más bien siendo referente legítimo de autoridad, de compromiso, de trabajo y sobre todo, de honestidad.

Honestidad sustentada en cada palabra y en cada acción que se despliega desde los distintos ámbitos donde el adulto modela y desenvuelve su vida. Allí, los jóvenes contemplan otros modelos adultos, y tratarán de asemejarse a algunos (sobre todo por la influencia violenta que se ejerce desde los medios de comunicación), otros criticarán, otros se cuestionarán algunas cosas y a otros podrán ir construyendo su propio proyecto de vida con más autonomía y respeto.

Los diferentes caminos que se tomen dependerán de dos cosas: por un lado: influirá lo que cada uno ha forjado a través de las sucesivas vidas conformando su personalidad espiritual, es decir, lo que es como persona y se evidencia en sus gustos, sus errores, sus virtudes.

Y por otro lado, aquello que ha adquirido en su historia familiar y social: todo lo que proviene de su educación familiar, su sistema de valores, de creencias, su responsabilidad o compromiso social, su cultura, su entorno.

En este proyecto de vida que el joven pueda trazarse, lo que recibió a nivel familiar influira fuertemente en sus decisiones, porque siempre lo tendrá como referente, como recuerdo, anécdota, ejemplo de lo bueno o no, aquello que fue y es parte de su historia y de su vida.

De los jóvenes dependerá ahora, construir una vida plena, que vitalice el alma y la proyecte en una plenitud trascendente. Es hora de asumir entonces, ese compromiso.

"NO HEMOS DE PREOCUPARNOS DE VIVIR LARGOS AÑOS, SINO DE VIVIRLOS SATISFACTORIAMENTE; PORQUE VIVIR LARGO TIEMPO DEPENDE DEL DESTINO, VIVIR SATISFACTORIAMENTE DE TU ALMA. LA VIDA ES LARGA SI ES PLENA; Y SE HACE PLENA CUANDO EL ALMA HA RECUPERADO LA POSESIÓN DE SU BIEN PROPIO Y HA TRANSFERIDO A SÍ EL DOMINIO DE SÍ MISMA".  SÉNECA.

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