lunes, 24 de mayo de 2021

VIVIMOS EN UN ESTADO DE CONFUSIÓN PERMANENTE

 


 


VIENDO CLARAMENTE LA CONFUSIÓN, UNO SE LIBERA DE LA CONFUSIÓN.  “Nisargadatta”

LA CONFUSIÓN QUE LOS SERES HUMANOS SUFRIMOS A LO LARGO DE LA VIDA TIENE VARIOS NIVELES DE INTENSIDAD:

DESDE EL BÁSICO ENOJO Y SU POSIBLE DESBORDAMIENTO EMOCIONAL QUE BLOQUEA EL RAZONAMIENTO, HASTA LA IMPOSIBILIDAD PATOLÓGICA DE CONTROLAR LOS CONTENIDOS SUBTERRÁNEOS DE NUESTRA SOMBRA.

Se trata de momentos en los que, cegados por nuestros impulsos, no nos percatamos de lo exagerado de nuestra conducta y actuamos con un despropósito tal que, a menudo, nos daña de manera desproporcionada.

Para controlar la posible aparición de las viejas violencias almacenadas en nuestro inconsciente, conviene, no sólo trabajar en la reprogramación de la conducta mediante la auto observación a través de la meditación, ADEMÁS DEBEMOS APOSTAR POR EL DESARROLLO INTERNO DE NUESTRA CAPACIDAD DE RAZONAMIENTO, DE DISCERNIMIENTO, DE SENSATEZ Y COMO NO EL SENTIDO COMÚN.

El loco que se da cuenta de que está loco, no está loco. La confusión mental sobrevive porque todavía no está supervisada por el ojo del Testigo, es decir, por el desarrollo de la parte más neutra y consciente de la propia mente.

Cuando la propia confusión se torna consciente y uno ya está en condiciones de observarla, su estado mental ya no sigue siendo el de confusión, aunque sus síntomas sigan aconsejando prudencia y aplazamiento.

LA IMPULSIVIDAD EMOCIONAL QUE CIEGA LA RAZÓN Y CAUSA SUFRIMIENTO, DEBE LLEVARNOS A LA REFLEXIÓN Y A LA TOMA DE CONSCIENCIA.

En estos casos, puede ser aconsejable una psicoterapia como proceso que entrena al sujeto a atestiguar con todo detalle sus mecanismos de conducta.

Se trata de activar una monitorización de los pensamientos y conductas que incrementan el factor sanador por excelencia: EL DARSE CUENTA. Recuérdese que ante un error solemos pensar: “si me hubiese dado cuenta...”. Darse cuenta significa “SER CONSCIENTES” y solamente cuando somos conscientes es cuando estamos preparados para dar soluciones.

El conflicto nace cuando dos o más partes internas no son capaces de convivir y resolver la acción. Por ejemplo, cuando la cabeza dice una cosa y el sentimiento dice otra. Cuando esto sucede, conviene desligarse de dichas partes ensanchando la visión y permitiendo, entre las dos, una nueva convivencia.

La observación sostenida de dichas tendencias contrapuestas logrará el encuentro de ambas desde un tercer punto, más parecido a la mano que sostiene la balanza, que a cualquiera de los dos platillos de la misma. La observación ejercida desde este tercer nivel, conlleva la recuperación de una distancia que permite la convivencia entre opuestos internos sin necesidad de forzar partes vencedoras ni exclusión alguna.

EL OBJETIVO SANADOR ESTÁ EN MIRAR GLOBALMENTE, PARA PODER TOMAR CONSCIENCIA DEL TIPO DE PENSAMIENTOS QUE PASAN POR NUESTRA CABEZA.

Recuérdese el Principio de Heisenberg, premio Nóbel de Física Cuántica que afirma: toda partícula observada es una partícula transformada. Es decir, la pura observación o el simple darse cuenta de un objeto como, por ejemplo, un proceso mental conflictivo, transforma sus patrones de pensamiento de manera automática.

ES DECIR, CUANDO DEDICAMOS ATENCIÓN A LAS RAÍCES Y SIGNIFICADOS QUE PERTURBAN NUESTRA PAZ, SE PRODUCE, A SU VEZ, UNA TRANSFORMACIÓN DE SIGNO EVOLUTIVO. UNA MODIFICACIÓN QUE NOS APROXIMARÁ, DE FORMA PAULATINA, A IGNORAR Y REFORZAR AQUELLAS PARTES INTERNAS QUE, EN CADA CASO, CONVIENEN A LA ARMONÍA DEL CONJUNTO.

LA ATENCIÓN PERMANENTE DE NUESTROS PENSAMIENTOS ES TAN CURATIVA COMO CLARIFICADORA. SIN DUDA, UNA COMPETENCIA QUE, EN ÚLTIMA INSTANCIA, CONDUCE A LA LIBERACIÓN DEL SUFRIMIENTO. ES DECIR, OTRA FORMA DE NOMBRAR LA LUCIDEZ

 



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