LA SENSIBILIDAD ES LA VIRTUD Y LA ACTITUD LA FUERZA, DOS COMPONENTES NECESARIOS, QUE BIEN MANEJADOS DAN COMO RESULTADO UNA MAYOR EXPRESIÓN DE AMOR EN TODOS NUESTROS ACTOS.
Al final todo se resume en ambas dimensiones: sensibilidad y actitud. Eso nos define a cada uno, eso es lo que nos hace cercanos, afables, sencillos, sinceros, comprometidos y magníficos, o todo lo contrario.
DEBEMOS EJERCITAR LA OBSERVACIÓN, POR ALGO MUY SENCILLO “EL CONOCIMIENTO SE NUTRE DE LA OBSERVACIÓN”
He aprendido que si quiero comprender lo que me rodea y mejorar lo que aporto, es necesario observar a los demás y a mí mismo. Esto me facilita la aceptación y el entendimiento de los que ocurre en mí día a día.
Me doy cuenta que la sensibilidad es una finísima cuerda que se tensa o destensa según lo que importen los demás.
Hay personas que podemos llamarlas ombligo que solamente se ven a ellas mismas con un anchísimo punto de mira en cuyo horizonte hay más de lo mismo.
Hay personas que podemos llamarlas corazón que sienten y padecen hasta la mínima desgracia ajena y se olvidan de sí mismos.
Y hay personas observadoras que procuran distanciarse hasta de sí mismos e instalarse en la calma y reposar el paisaje humano que los rodea y aceptar lo que llega aunque no signifique resignación ante lo que se vive.
La sensibilidad nos lleva a la apertura mental y a la comprensión pero también nos dirige hacia la apreciación certera de lo que son y dan los demás y a la valoración de si lo que aportan los demás nos hace felices para permanecer donde estamos.
La actitud impele a la acción. A través de la sensibilidad apreciamos; con la actitud respondemos.
Ambas cualidades son imprescindibles para conocer a cuantos nos rodean, para posicionarnos ante ellos y para reaccionar si es necesario.
MIREMOS DENTRO PARA CALIBRAR NUESTRA SENSIBILIDAD. MIREMOS AÚN MÁS ADENTRO PARA PERCIBIR NUESTRA ACTITUD.
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