ME ENVIARON HACE UNOS DÍAS UN MAIL CON ESTA CARTA. NO SÉ SI SERÁ DE ALGUIEN EN CONCRETO, PERO PODRÍA SER DE CUALQUIERA DE NOSOTROS.
¿QUIÉN NO SE HA SENTIDO ALGUNA VEZ, O MUCHAS VECES, DE ESTA MANERA?
¿EN ALGUNA OCASIÓN HEMOS HECHO SENTIR MAL A ALGUIEN, SIN DARNOS CUENTA, O DÁNDONOS PERFECTAMENTE CUENTA DE SU SUSCEPTIBILIDAD?
JUZGAMOS ACCIONES QUE NO CONOCEMOS EL TRASFONDO, DE POR QUÉ, ESE COMPORTAMIENTO TIENE LUGAR, EN ESA PERSONA O DÍA EN CONCRETO.
DESCONOCEMOS LO QUE ESA PERSONA LLEVA VIVIDO, SU SUFRIMIENTO, SU PERSONALIDAD RESERVADA, SU ANGUSTIA, SU INCAPACIDAD PARA LUCHAR COMO TÚ.
LA COMPRENSIÓN Y ACEPTACIÓN DE CÓMO SON LOS DEMÁS, COMO ASIGNATURA ES NECESARIA. EL SABER ESCUCHAR TUS SENTIMIENTOS Y EL DE LOS DEMÁS, PARA PODER LLEGAR AL CORAZÓN DE LAS PERSONAS. ES EN ESTOS TIEMPOS DIFÍCILES ES MÁS NECESARIO QUE NUNCA.
CARTA DE UN ESTUDIANTE
Por favor, escucha aún lo que no te digo. No dejes que te tome el pelo. No permitas que te engañen las muecas que hago. Pues llevo miles de máscaras, máscaras que temo quitar. Y yo no soy ninguna de ellas. Obrar "como si " es un arte que en mí se ha convertido en segunda naturaleza.
Pero no te dejes engañar por eso: por Dios no dejes que te tome el pelo. Doy la impresión de ser tratable, como si todo cuanto hay en mi fuese soleado, como si yo fuese agua mansa y pudiese decidir acerca de todo, como si no necesitase a nadie.
Pero no me creas, por favor, no me creas. Mi exterior puede parecer seguro, pero no es más que una máscara. Por debajo no hay nada que se le parezca. Por debajo soy como realmente soy: confuso, temeroso y solo. Pero eso lo oculto. No me gustaría que nadie cayese en la cuenta. Sólo de pensar en mi debilidad me entra pánico, y me da miedo exponerme a los demás. Precisamente por ello invento desesperadamente máscaras tras las que poder esconderme: una fachada relajada, inteligente, que me ayuda a simular algo que me asegure frente a las miradas sagaces que me pudieran reconocer. Cuando precisamente una mirada de esas sería mi salvación y yo lo sé. Si viniese unida a una aceptación, al amor... Eso es lo único que me daría la seguridad que no soy capaz de darme a mí mismo: de que realmente valgo algo. Pero eso no te lo digo a ti. No me atrevo: tengo miedo de hacerlo. Tengo miedo de que tu mirada no venga acompañada de aceptación y amor. Temo que me desprecies y te rías de mí, y tu risa me mataría. Tengo miedo de no ser nada, no valer nada en lo más profundo de mi interior, y de que tú lo veas y me rechaces.
Por eso interpreto mi papel, mi rol desesperado: fachada segura por fuera y niño tembloroso por dentro.
Hablar por hablar, con el tono acostumbrado de la charla superficial. Te cuento todo lo que no significa nada y nada de todo lo que existe de verdad, de lo que grita en mí; por ello, no te dejes engañar por lo que hablo por pura costumbre.
Por favor, escucha con cuidado e intenta oír lo que no digo, lo que me gustará decir, lo que pronuncio por sobrevivir y lo que no soy capaz de formular.
Odio jugar al escondite. En serio. Odio este juego superficial que estoy representando. Es un juego inauténtico: querría ser en verdad auténtico y espontáneo, sencillamente yo mismo, pero tienes que ayudarme. Tienes que tender tu mano aunque sea lo último que yo pueda desear. Sólo tú puedes borrar de mis ojos su brillo vacío y mortecino. Sólo tú puedes llamar a la vida. Siempre que te muestras amable y sensible y me das ánimos, siempre que intentas comprender porque te preocupas realmente por mí, a mi corazón le nacen alas, alas muy pequeñas y muy frágiles, pero alas.
Tu sagacidad, tu simpatía y la fuerza de tu corazón me infunden vida.
Quiero que lo sepas.
Quiero que sepas lo importante que eres para mí: hasta que punto puedes hacer de mí el ser humano que soy realmente, si quieres. Por favor, desearía que lo quisieras. Sólo tú puedes derribar la pared tras la que me hallo, tembloroso. Sólo tú puedes librarme de mi mundo de sombras, del miedo y de la inseguridad, de mi soledad. No me pases por alto. Te lo ruego, por favor, no me pases de largo. No te va a resultar fácil. La prolongada convicción de no valer nada crea gruesos muros. Cuanto más te acerques, más ciegamente te repeleré. Me defiendo contra todo aquello por lo que estoy clamando. Pero me han dicho que el amor es más fuerte que todas las defensas, y en eso reposa mi esperanza.
Te ruego que intentes derrumbar estos muros, con mano segura, con mano suave: un niño es muy sensible.
TE PREGUNTARÁS QUIEN SOY YO. PUES SOY UNO A QUIEN CONOCES MUY BIEN. SOY CUALQUIERA CON QUIEN TE ENCUENTRES, CUALQUIER HOMBRE O MUJER QUE TE SALGA AL ENCUENTRO.
Un buen ejercicio es acercarse a la persona que nos causa rechazo pero sin decírselo, intentar hacernos amigos de el. Así ingresaremos en una nueva dimensión que elevará nuestro espiíritu y nos hará descubrir un montón de cosas hermosas insospechadas. Muchas veces las personas se ponen una máscara por miedo a convivir. No hay que temer. UN ABRAZO PARA QUIEN SEA QUE LEA ESTE COMENTARIO.
ResponderEliminarAhí os dejo mi contribución a este bello relato. Espero y deseo os guste. Abrazos...
ResponderEliminarhttp://martinmediacion.blogspot.com.es/2013/09/blog-post.html