La Verdad Reside en Actuar desde el Corazón
Es importante reconocer cómo nos aferramos al miedo a actuar en verdad, desde el corazón, porque de una u otra manera nos es más fácil negarnos y obedecer dictámenes que nos dicen que si nos ocultamos, que si dejamos para otro momento nuestra aparición en el mundo tal cual somos, tendremos la oportunidad de ser amados como creemos necesitarlo, esperando siempre que un externo, que otro que no somos nosotros mismos, nos entregue esa aprobación que significa a la larga ese cariño que creemos no tener en nuestro interior.
No hay mayor prisión que tratar toda una vida de actuar “bien” o “como se debe”, porque en ese intento no muestras nada, no te muestras a ti mismo, te ocultas aferrado a la imposible proyección de no ser amado, y eso…, eso es la muerte, pero aquella muerte inconsciente, aquella en que no se sabe que se está muerto y donde creemos que estamos vivos.
Nadie niega que se vive en la vida durante mucho tiempo en ese estado de aletargamiento, y que en algún momento se puede despertar…, es nuestro anhelo; pero es importante reconocer cómo nos aferramos al miedo a actuar en verdad, desde el corazón, porque de una u otra manera nos es más fácil negarnos y obedecer dictámenes que nos dicen que si nos ocultamos, que si dejamos para otro momento nuestra aparición en el mundo tal cual somos, tendremos la oportunidad de ser amados como creemos necesitarlo, esperando siempre que un externo, que otro que no somos nosotros mismos, nos entregue esa aprobación que significa a la larga ese cariño que creemos no tener en nuestro interior.
Vivir en verdad -escuchando y dejando que el corazón se exprese, y sin juicios a priori porque las normas nos enseñaron a actuar criticándonos- es ahora o nunca.
Vivir en verdad es actuar desde el amor que reside en nuestro corazón, ya que en él no hay bueno ni malo, sólo hay un ser de luz que quiso conocer la experiencia de ser carne en un mundo de formas y olvido… El amor por uno mismo comienza a mostrársenos como la única forma de encontrar la verdad tan anhelada.
La verdad que ya no encontraremos ni en los libros sagrados, ni en la súplica a un Dios visto como ese ente que nos mira desde lejos y desde afuera. Esa verdad tiene un único recipiente que tiene todo escrito y sin necesidad de palabras; ese recipiente que tanto criticamos, que tanto juzgamos, que tanto negamos deteriorándolo hasta la enfermedad, que tanto nos cuesta amar; ese recipiente que oculta esa verdad única y divina es quien lee y quien escribe, es nuestro acto más allá de la razón, es nuestro cuerpo de carne que manifiesta el espíritu, es el alma única e irrepetible que decidió venir a vivir en plenitud esta vida logrando transformar el sueño del olvido en vida plena, consciente y feliz.
Ese recipiente que contiene la verdad más alta que por eones la mente humana a buscado conquistar tiene tu nombre, en la aparente imperfección en la que crees encontrarte, e incluso en la incredulidad por estas palabras…, la duda muchas veces nos lleva al encuentro de la certeza porque le creemos tanto o más que a nosotros mismos.
Si tan sólo creyésemos de la misma forma en nuestras intuiciones, en nuestro susurro que emana del corazón, no me creerías loco y no sentirías que te falta tanto para alcanzar el despertar. Ahora ya eres perfecto si así lo crees, y si te equivocas o dudas como sé que lo estás haciendo, pues bien, equivócate y duda con todas tus fuerzas para que sea el error más grande y mejor cometido de tu vida; y ese error hecho con ganas y sin miedo a errar te mostrará la verdad, porque hasta ese error nacido desde la pasión de ser te puede desvelar a Dios…, ya te podrás ver a la cara sin temor a reconocer tu esencia, ni bueno ni malo, tan sólo tú.
¿Verás oscuridad? Sin duda, porque Dios no tiene cara ni sello, sólo es, y reconocerás en esa oscuridad un tesoro de luz oculta, sólo verás el revés creado por la mente…, verás a fin de cuentas que no hay distinciones verdaderas entre esa luz y esa oscuridad, verás algo amable incondicionalmente.
Serás libre de una vez por todas. Más que pensar en sanar, en aprender, en crecer, en alcanzar la conciencia ampliada, y en meterte más conocimientos antes que conquistar sabiduría, lograrás estar en el mismo acto de ser fuera de tu prisión, lograrás sacudirte de tanto prejuicio y recién conocerás el verdadero amor que siempre has estado buscando, el único amor que te llevará a la verdad de ser, ese amor que sólo te puedes dar tu mismo y que te instalará ante tus propias respuestas.
Eso es ante todo la automaestría: la libertad de ser en conciencia de amor.
Ya que sabrás de ti, ya que no estarás dormido, te conocerás, no te negarás, y caminarás libre, perfecto en tu imperfección, perfecto en tu error apasionado, perfecto y poderoso como lo es Dios porque él no juzga, ese no es su juego, y ya es tiempo que nosotros nos salgamos del juego del miedo a ser libres, para ser quienes somos plenos, para ser tú mismo.
No podemos pretender alcanzar la conciencia de la verdad si no nos exploramos y no nos dejamos aparecer tal cual somos.
El misterio a develar y que se mostrará como esa verdad última, sólo reside en tu corazón y en el amor de permitirle expresarse libre, sonriente y feliz.
En definitiva, la verdad es mucho más que un conocimiento, es el acto de un ser libre que pisa la Tierra, caminando por su destino en tiempo presente, con la sabiduría de su pasado y con su mirada puesta en su porvenir, sin miedo a ser.
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