MUCHAS VECES AL INTENTAR
DECIR ALGO A OTRA PERSONA TROPEZAMOS CON LOS LÍMITES DEL LENGUAJE, Y A PESAR DE
LA VARIEDAD EXPRESIVA QUE TIENE NUESTRA LENGUA, NO ENCONTRAMOS LAS PALABRAS
JUSTAS PARA EXPRESARNOS, SOBRE TODO CUANDO SE REFIERE A TEMAS RELACIONADOS CON
LOS SENTIMIENTOS, CUESTIONES PERSONALES DIFÍCILES O DELICADAS.
CONVIENE RECORDAR QUE UNO DE
LOS CUATRO PILARES SOBRE LOS QUE SE ASIENTA LA PERSONALIDAD HUMANA ES ……. LA
RELACIÓN CON LOS DEMÁS.
Los aspectos que componen la
comunicación humana son variados y la ciencia que los ha estudiado, realizó
aportes que clarifican dicha comunicación llegando a la conclusión que es uno
de los puntos fundamentales en la vida y en nuestra relación de los demás seres
humanos.
Sin embargo, más allá de las
palabras (a veces cerca de ellas, a veces no tanto), está el expresivo lenguaje
de los gestos, porque el cuerpo habla y los gestos dicen mucho más de lo que
nos proponemos manifestar.
En nuestras relaciones con
quienes nos rodean, mostramos más de lo que formulamos con palabras; a la vez,
también leemos aquello que los otros nos dicen con su mirada o con un gesto que
desautoriza lo dicho, es decir que son múltiples los lenguajes que se utilizan
en la comunicación.
Sabido es que una imagen vale
más que mil palabras, casi lo mismo que un gesto. Según estudios realizados en
los Estados Unidos, el 35% de la comunicación durante una charla es verbal y el
restante 65% corresponde a gestos, tal vez porque todos los seres humanos
tenemos habilidades innatas que nos permiten expresar nuestras emociones a
través del cuerpo.
El lenguaje verbal y no
verbal (gestos, mímicas, expresiones faciales, etc.), componen parte del
valioso entramado que rige la comunicación entre los seres humanos y hace
posible el acercamiento, el entendimiento, o bien la confusión y la separación.
Porque más allá de estos elementos que lo integran, subyace el sentimiento que
alimenta las palabras y las dota de sentido.
Cuántas veces amparados bajo
el lema de: "Voy a ser franco y decirte la verdad", mortificamos a
las personas con conceptos que pueden llegar a ser verdaderos, pero están
teñidos de impiedad, y herimos a ese ser al que sólo le llegó la forma en que
le dijimos las cosas, con la fuerza negativa de un sentimiento que mortifica y
humilla.
Nuestras palabras podrán
transmitir ciertas verdades, nuestro lenguaje corporal podrá acompañar o no lo
dicho, pero es sumamente importante que el lenguaje de los sentimientos, que
son los que dan significado y trascendencia a lo que se quiere decir, sea
cuidadoso, minuciosamente analizado, para que las palabras lleguen al otro ser
y sean recibidas con el sentido que quisimos darle, con el cariño que fueron
alimentadas, con la comprensión que las sustenta y no se produzcan ciertos
roces y mal entendidos que hieren el alma y perduran a veces, por bastante
tiempo.
El efecto que genera el
sentimiento cuando se verbaliza o se transmite en gestos o expresiones, es
enorme y a veces no somos demasiado conscientes de ello, y no sólo no medimos
ni cuidamos nuestro lenguaje, sino que tampoco nos paramos a considerar la
importancia que tiene el lenguaje de los sentimientos que son los que en
definitiva nos acercan y nos reúnen con quienes amamos. A veces pocas palabras,
pocos gestos, pero mucha comprensión de los errores ajenos y circunstancias de
vida por las que cada ser debe atravesar, son suficientes para poder estar en
armonía con los otros y con uno mismo. Esa armonía es la manifestación perfecta
de una expresión correcta, un pensamiento generoso y una acción honesta, todo
lo cual dará paz y serenidad a nuestra conciencia.
Qué valioso sería poder
hacer del lenguaje verbal y gestual el instrumento ideal para la expresión de
los sentimientos de bien que buscan expandirse en cada ámbito de vida diferente,
en cada grupo social, en cada etapa de vida, en cada corazón donde palpita la
vida.
Intentemos tal vez,
fortalecer aquellas palabras que buscan apoyar y expresar sentimientos
positivos porque ellos conforman un lenguaje propio.
"CUANDO HABLAN
LOS SENTIMIENTOS, NOS VEMOS OBLIGADOS A ESCUCHAR Y A VECES, A ACTUAR, AUN
CUANDO NO SIEMPRE COMPRENDAMOS EL PORQUÉ. NO TENER CONCIENCIA DE LOS PROPIOS
SENTIMIENTOS, NO COMPRENDERLOS O NO SABER CÓMO UTILIZARLOS Y EXPRESARLOS ES
PEOR QUE LA CEGUERA, LA SORDERA O LA PARÁLISIS. NO SENTIR ES NO ESTAR VIVO. MÁS
QUE NINGUNA OTRA COSA, LOS SENTIMIENTOS NOS HACEN HUMANOS. NOS HACEN, EN FIN,
SEMEJANTES." (DAVID VISCOTT).
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