martes, 10 de julio de 2018

LA FELICIDAD NACE O SE HACE

ESCUCHO, LEO Y OBSERVO, QUE DE NUEVO VUELVE A PONERSE DE MODA, ESA CORRIENTE DE PENSAMIENTO ORIENTALISTA QUE NOS INDUCE A LA CONCLUSIÓN DE QUE LA FELICIDAD NO ES UN ESTADO QUE PODAMOS CONSEGUIR APOYÁNDONOS EN OBJETOS, PERSONAS O SITUACIONES EXTERNAS. LA FELICIDAD, SE NOS DICE, ESTÁ EN EL INTERIOR.

Hemos aceptado encantados esta afirmación porque eso significa que no dependemos de nada ni de nadie para poder ser felices. A esta independencia emocional le sigue la tranquilidad de saber que si depende exclusivamente de nosotros es, relativamente, más sencillo poder mantenerla y alimentarla para que no termine.

Sin embargo, una vez que aceptamos esta premisa, inmediatamente nos asalta la sensación de no saber qué hacer para sentirla plena y permanente desde ese interior al que tanto se apela pareciendo no saber por dónde empezar.

Personalmente tengo otra percepción del origen de la felicidad. Creo que no existe sin más en ese interior sin definir y difuso al que nombramos para todo. Es más, siento que aceptar como válida esta afirmación, que pone toda la responsabilidad en un estado que parece que debemos sentir sin más, genera angustia e impotencia cuando reconocemos que nosotros algo debemos hacer mal cuando no la sentimos con tanta facilidad solo con mirar hacia dentro. 

EVIDENTEMENTE ALGO MÁS NOS FALTA, NO BASTA CON MIRAR Y YA ESTÁ.

La felicidad, a mi modesto entender y como yo la siento, se construye. Por nosotros y para nosotros, por eso lo más conveniente a lo largo de nuestra vida es levantar el mejor edificio, dentro del alma, para albergarla.

La felicidad está compuesta de decisiones. Pequeños decretos que el corazón, gobernante de nuestra voluntad y gestor de nuestras ilusiones, va disponiendo para hacernos sentir plenos y conseguir el equilibrio que nos mantenga serenos frente a la vida y sus avatares.

Día a día, hora a hora, segundo a segundo…uno va levantando, con puñaditos de amor, ese sagrado templo desde donde divisar su propia historia. Una atalaya a la que querrán subirse muchos cuando sientan cerca los destellos de nuestra plenitud.

NO HAY OTRA FORMA DE CONSTRUIRLA QUE PONER LADRILLOS HECHOS DE TERNURA, ARGAMASA DE COMPRENSIÓN INFINITA, PLOMADAS DE PASIÓN A RAUDALES Y SOBRE TODO CUBIERTAS DE VERDADERA DEVOCIÓN POR SEGUIR AMANDO INDEFINIDAMENTE LA VIDA PARA QUE ÉSTA NOS DEVUELVA LO MISMO.

La felicidad no está sin más en el interior. Hay que trabajar en su proyecto minuto a minutos. Desde el interior pero sin duda, con el exterior también.

ME CONSTA QUE SOMOS UNOS EXCELENTES ARQUITECTOS DE LAS EMOCIONES, LO QUE SUCEDE ES QUE NO LO SABEMOS Y SI LO SABEMOS…NO NOS LO CREEMOS.

COMENCEMOS POR QUERER CONSTRUIRNOS EL MEJOR DE LOS EDIFICIOS PARA ALBERGAR A TANTA DICHA COMO ESTAMOS DISPUESTOS A SENTIR. SIN MIEDOS, SIN TEMORES PORQUE ES PARA NOSOTROS. ES NUESTRA DECISIÓN EL LEVANTAR EL EDIFICIO MÁS HERMOSO QUE HAYAMOS SOÑADO EN DEFINITIVA, TAMBIÉN LOS SUEÑOS SON EL MATERIAL CON EL QUE SE CONSTRUYE LA FELICIDAD.

ASÍ QUE QUERIDO LECTOR/RA NO LO DEMORES MÁS Y PONTE MANOS A LA OBRA.


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