lunes, 21 de mayo de 2012

SER RESPONSABLE

TANTO LA CREATIVIDAD COMO LA LIBERTAD SE EJERCEN EN LA ESENCIA DE LA RESPONSABILIDAD. RESPONSABLE NO ES SER CULPABLE, TAL COMO PODRÍA DESPRENDERSE DEL USO COTIDIANO DE ESE TÉRMINO.

RESPONSABLE ES EL QUE DA RESPUESTA. RESPONSABLE, DICHO MÁS CLARAMENTE, ES EL QUE ES CONSCIENTE DE SÍ MISMO. ES EL QUE DICE: SÍ, AQUÍ ESTOY CON MI ACCIÓN, Y LA RESPALDO.

QUIZÁ TENGA RAZÓN, O QUIZÁ NO, PERO SOY ESO QUE HAGO. LO ASUMO, Y ACEPTO LA RESPONSABILIDAD QUE DE MIS ACCIONES SE DERIVEN.      
Y si respondemos, entonces, es porque nos sentimos interpelados. Si no, no respondemos. Y bajo esa misma lógica: Sentirnos interrogados y dar una respuesta es asumir un lugar en la existencia.

Lo que hacemos nos coloca en un determinado lugar, y en función de ese lugar es desde donde contestamos. Somos llamados a dar respuesta por el ejercicio de nuestros conocimientos, de nuestros talentos, de nuestros atributos, de nuestros valores y de nuestras virtudes.

Por eso un ejercicio de autentica responsabilidad es el preguntarnos en un trabajo de auto critica, diariamente como hemos resuelto las situaciones que el día a día nos pone delante.

SI SOMOS SERES CREATIVOS: ¿CUÁN CREATIVOS FUIMOS? SI SOMOS SERES LIBRES: ¿CUÁNTA LIBERTAD FUIMOS CAPACES DE DESPLEGAR?      
Este ejercicio de la responsabilidad, al igual que la mayoría de los trabajos relacionados con el conocimiento espiritual, requiere de ciclos orgánicos. ¿Cómo nos hacemos responsables? Primero, dijimos, asumiendo la interpelación.
Todo proyecto, todo vínculo, toda dimensión donde se despliega nuestra existencia es una interpelación a lo que respondemos.

Tenemos que saber escuchar la pregunta y presentarnos.      

Pero para ello hay que tener ritmos. No podemos estar todo el tiempo contestando todo. Es esencial ordenarnos de acuerdo con alguna clase de biorritmo existencial. Pensemos en un contexto familiar. Allí, por ejemplo, debemos asumir la tarea de responder como padres frente a nuestros hijos.

Ahora bien, ¿de qué manera? Acordando con nosotros mismos un tiempo prudencial y sensato en el que podamos ejercitar esa responsabilidad de manera efectiva, sin alienarnos. Si tenemos que responder como padres toda la noche, nos va a costar bastante sostenerlo (si es que lo logramos). Lo mismo se puede aplicar a otros vínculos: parejas, amigos, hermanos.
Hay otras responsabilidades, en cambio, que –en función de su propia lógica– nos exigen tiempos de reacción diferentes. En un trabajo, por ejemplo, actuamos regidos por un sistema de control, y si somos convocados difícilmente podamos imponer nuestros propios ritmos orgánicos.
En esos casos, la responsabilidad nos llama y debemos responder de acuerdo a un biorritmo externo. En este sentido, ponerle discernimiento a esos distintos niveles de responsabilidades es una manera de administrarlos.

Tratemos de buscar un sano equilibrio: No nos escondamos, no eludamos la tarea, pero tampoco vivamos atormentados y perseguidos por la idea de que estamos todo el tiempo bajo auditoría existencial y siempre en posición de dar respuesta.

Nuestra actitud correcta y coherente, ha de ser la de transmitir a todos aquellos que nos necesiten que estamos siempre en disposición de ayuda y mientras nuestra ayuda no sea requerida, llevar a la práctica, una de las leyes más sabias que tiene la naturaleza, que no es otra que la de ……..FLUIR CON LA VIDA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario